Revista Política

China: Capitalismo de Estado o, más bien, comunismo de Estado

Publicado el 18 septiembre 2010 por Romanas
No creo en la existencia de verdades absolutas fuera del campo de las ciencias exactas ni que nadie haya estado nunca en posesión de toda la verdad por eso, contrariando a algunos de mis mejores amigos, afirmo que el marxismo no es, no puede ser un dogma tan inalterable como los que sostiene  la Iglesia católica. Digo todo esto porque me voy a referir críticamente a una serie de axiomas marxistas para acomodarlos a una realidad que, como la de China o la de Venezuela y ahora parece que también la de Cuba, sitúa en  aparente crisis la doctrina marxista.China: existe una gran disputa palmariamente interesada en demostrar que, en el país asiático, no rige, en modo alguno, el marxismo, no vaya a ser que, de admitir esta vigencia, el mundo entero se apresurara a copiar las estructuras existentes en dicho país. Y está muy claro que es así, si nos atenemos a las estrictas normas de la evolución histórica y de la praxis normativa que fijaron los grandes padres del marxismo, porque la vigencia de una idea científica, en sociología  o en economía, sabemos ya que nunca puede ser tan absoluta como en las ciencias exactas.Pero el marxismo, para mí, es algo más que una cerrada estructura mental en la que toda innovación se considera una herejía y algo menos que otra estructura intelectual en la que toda petrificación de conceptos suponga el mejor servicio a la teoría.Para mí, que seguramente soy el más heterodoxo de los marxistas, si es que realmente soy tal, la teoría económica de Marx se basa en unas pocas palabras, tan pocas que caben de sobra en media linea: todo es economía.Y, sobre este brevísimo concepto, cada autor puede construir el edificio que se le antoje pero tratando, si pretende  que no le digan que se ha equivocado, de elegir muy cuidadosamente los preceptos constitutivos de su particular marxismo, huyendo, como del sida, de pontificar dogmáticamente sobre lo que es marxismo y lo que no lo es porque ésta es una táctica tan peligrosa que petrificó los principios imprescindibles para que exista tal teoría política, de tal manera que a los enemigos de una idea tan simple les basta con referirse a los principios inalterables que estableciera Marx para cargarse limpiamente cualquier práctica que sea realmente marxista.Por eso, yo empezaba este post afirmando que no creo que existan verdades absolutas y ésa que afirma que todo es economía no lo es puesto que lo que pretendía el genial historiados de las ideas económicas era precisamente cargarse todos los fundamentos apriorísticos de cualquier clase de teoría general que contuviera en sí misma cualquier atisbo de fundamento absolutista.Dicha frase lo que, en realidad, consagra es el principio esencial del relativismo: no hay nada que posea por sí mismo un fundamento absoluto sino que todo principio que históricamente se establezca estará esencialmente basado en las circunstancias económicas concretas de su más radical actualidad.Esto es lo que algunos grandes pensadores intuyeron cuando se enfrentaron a la esencial consideración no de lo que es el ser, que no es sino el peor intento de fundamentalismo, sino de lo que constituye la existencia, o sea, la realidad, algunos dijeron esa verdad tópica de que cada cosa es lo que puede ser dada sus circunstancias. Económicas, diríamos nosotros y aquí radica nuestro irreductible marxismo.Por eso yerran totalmente los que dicen que lo que están haciendo los dirigentes chinos no es marxismo.Una tal afirmación no es sino una pataleta infantil si no es puro cinismo. El gigante asíático, patria de Confucio y Laotsé, no es un país cualquiera, todos sus habitantes llevan en la sangre un instinto de sabiduría que les hace plegarse como la luz a la concisa realidad, o sea,  que son cooperativistas si ésta es la manera de interesar a todo individuo en un proyecto colectivo, o son rigurosamente capitalistas o, si se quiere, liberales, si se trata de competir todo lo libremente que se quiera en los mercados internacionales para imponer de tal manera sus productos que actualmente son los reyes de todos los mercados del mundo.De modo que Hu Jintao sonríe cuando le dicen que él no es marxista, por lo que tampoco puede ser realmente comunista, pero se guarda mucho de decir, para no ofender a nadie, que él lo que realmente no es, de ninguna manera, es tonto.

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