China sigue siendo un país de riesgo, a pesar de su alto crecimiento y las enormes dimensiones de su economía. Por ejemplo, a raíz de la lectura de un artículo de Caixabank Research, quiero compartir con mis lectores los riesgos que envuelven su sistema bancario:
- Tiene una deuda corporativa (de sus empresas) que equivale al 163% de su PIB. Más de la mitad a corto plazo y la mayoría suscrita por empresas estatales (que no son el colmo de la productividad y la competitividad). Si se produjera una cadena de defaults entraría en juego el gobierno chino, que tiene capacidad para pararla, pero seguramente se hundiría el yuan, con consecuencias imprevisibles.
- Los ahorradores chinos han invertido en un tipo de productos de ahorro de alto riesgo (muchos de ellos ligados a la burbuja inmobiliaria) que representan un 32% del PIB. ¿Qué pasará si los emisores de esos activos (la mayoría bancos) no pueden hacerles frente, o si se pincha abruptamente la burbuja inmobiliaria?
- En su sistema bancario hay una multitud de pequeños bancos que han crecido mucho en los últimos años, a base de asumir más riesgos que los bancos grandes.
- Existe un sistema bancario en la sombra, que se conoce como shadow banking, que asume las operaciones de más alto riesgo, y que ha más que duplicado su tamaño en los últimos 5 años.
En definitiva, reflexionando sobre esos elementos, queda claro que la economía china esconde un riesgo evidente de crisis de sus sistema bancario y financiero. Los inversores le piden, por eso, un plus de rentabilidad a las inversiones hechas en empresas chinas. Aún así, todos confiamos en el crecimiento imparable del tigre asiático, y en la demostrada competencia de sus gobernantes.