Antes de nuestro viaje nos hartamos de leer en foros y webs el shock cultural que supone plantar los pies en China por primera vez, en especial si generalmente viajas a países europeos y/o norteamericanos. Y lo confirmamos, hay cosas que por más que te hayan contado te dejan alucinado cuando las vives en primera persona.
En nuestro caso, China fue nuestra primera experiencia en Asia (exceptuando unas horas en el lado asiático de Estambul que para este caso, no cuenta). Cierto es que sí teníamos experiencia en ciertos temas como el regateo o el arte de cruzar las calles por las bravas de países como Túnez y, en especial, de nuestra experiencia viviendo en Marruecos a mediados de los 90 y a principios del siglo. Aun así, China nos supuso otro mundo y queremos contaros a continuación algunas de las peculiaridades que tanto nos llamaron la atención. Algunas son simplemente eso, peculiaridades que te pueden llamar más o menos la atención; y otras son de obligado conocimiento para poder viajar por libre y no perder tiempo y dinero inútilmente.
12 cosas que debes saber de los chinos:
- No hablan inglés y menos aún castellano. Esto puede suponer una ventaja para aquellos que les da cierto miedo viajar por aquello de no entenderse. En China da igual, a no ser que hables mandarín ya puedes dominar el inglés, francés, alemán o arameo que sólo te vas a poder entender por el lenguaje universal de los gestos. En los hoteles puedes comunicarte en inglés siempre que no te salgas de lo habitual y a ser posible con monosílabos. Ellos dan por hecho que todos los occidentales hablamos el mismo idioma, el inglés, así que cuando un niño se te acerque con su mejor sonrisa a decirte un par de palabras en inglés para honrarte o presumir delante de su madre, actúa como si el inglés fuera tu único idioma.
- Son, por lo general, muy amables. Que no te entiendan no quiere decir que no puedan ayudarte. Si llevas escrito en chino lo que necesitas o una foto de un lugar, por ejemplo, pueden llegar a acompañarte hasta el destino en concreto, a dibujarte un mapa o a reunir a todo el pueblo si hace falta para explicarte qué bebida es la que sirven en un puesto. Lo importante es perderle el miedo y lanzarse.
- Ellos también nos tienen miedo. Lo de no entenderse es cosa de las dos partes y no es raro que en un determinado puesto los empleados hagan lo posible por cargales el "marrón" de atender al extranjero a otro compañero. Nosotros llegamos a ver cómo el vendedor de refrescos de un puesto contaba todos los billetes de la caja una y otra vez con tal de no atendernos, con la certeza absoluta de que no era por falta de educación ni mala uva, sino puro miedo.
- ¿Chino o bebé? Si un chino se enfada o quiere que te largues porque da por zanjada la conversación (porque no te entiende o porque no quiere) su respuesta será igual que la de los bebés cuando empiezan a balbucear sus primeras sílabas y se enfadan: ma ma ma ma ma ma. A veces usan un solo "ma" interrogativo para todo así que si quieres parecer que sabes chino ve diciendo "ma" a gritos y como mínimo seguro que captas su atención.
- A codazos y empujones. En toda cola en China, excepto en sitios completamente internacionales como los aeropuertos de ciudades principales, hay que sacar bien los codos hacia fuera y andar con decisión hacia la caja, taquilla, etc. sin importar si hay alguien delante o no. Esto cuesta mucho hacerlo así de base según llegas, pero cuando lleves 20 minutos para sacar un billete de metro porque todo el mundo se te cuela aprenderás en un santiamén.
- Siempre con paraguas. Si llueve para no mojarse y si hace sol para que no les roce ni un rayo, los chinos siempre van con paraguas en mano a todas partes. Es bastante molesto en atracciones turísticas masificadas porque además de moverte a codazos tienes que ir esquivando paraguas para que no te saquen un ojo. Es cierto que en verano si hace sol te puede venir muy bien y así, además, te proteges de los de ellos.
- Mira bien el suelo que pisas. Y no sólo el suelo. Los chinos escupen continuamente y según les cuadre, sin mirar ni reparar en lo que pueda haber a su alrededor.
- La tarjeta, con las dos manos. Aunque el pago con tarjeta de crédito es casi imposible, en los hoteles tienes que entregar la tarjeta con las dos manos, sosteniendo cada lado entre tu pulgar e índice.Si no lo haces así no pasa nada, pero te mirarán raro.
- El arte del regateo. Si en los países árabes es común el regateo, en China es imprescindible para todo, hasta para comprar una botella de agua en un puesto. Lo fundamental es no cortarse porque lo habitual es que te pidan 10 veces más de lo que vale. Si quieres acabar rápido lo mejor es que digas tu precio y, si te dicen que no, te vayas y listo. Si vuelven a por ti es que puedes sacarlo por ese precio que has dicho, no cedas ni dudes lo más mínimo. Si cuando dices tu precio se van, prueba en otra tienda y si en dos o tres se van es que de verdad estás diciendo demasiado poco. Lo bueno es que como tiendas y puestos hay miles puedes probar todo lo que quieras. Si no se te da bien regatear o fingir que no puedes pagar más, lleva encima sólo lo que quieras gastarte y verás qué bien funciona. A nosotros nos fue de perlas en la excursión a la Gran Muralla con los gorros chinos y el agua. Eso sí, a la vuelta no querían ni que entrarámos en sus tiendas para no "saquearles" más. Obviamente si cedieron es porque sacaban beneficio, menos del esperado, pero beneficio.
- Cruzar la calle sin morir en el intento. Coches, bicis, motos, camiones, personas... todo circula por las grandes ciudades en absoluto caos. Poco importa si hay un semáforo en rojo porque sólo pararán los coches, cualquier otro vehículo seguirá su camino sin importarle lo que haya en la calzada. Es como en los países árabes pero a lo bestia. En especial las bicis "tuneadas", que llevan un motor que no hace ruido alguno, son un peligro constante. Lo peor de lo peor es el barrio musulmán de Xi'an al atardecer porque las dichosas motos y bicis van por las calles hasta arriba de gente como si no hubiera nadie. Este es nuestro trupo: pégate literalmente a un peatón local y sigue sus pasos a escasos centímetros sin mirar. Quizá no sea la mejor estrategia pero para nosotros funcionó ya que estuvimos en China y vivimos para contarlo sin perder dos horas en cada cruce.
- Como estrellas de cine. Si nosotros describimos a los chinos como los de los ojos rasgados, ellos a nosotros nos ven como los de las "narices grandes". Eso no quita que para los habitantes de pueblos pequeños que van a las ciudades u otros puntos turísticos y ven a un occidental por primera vez en su vida seamos lo más llamativo del lugar. De ahí que quieran hacerse fotos contigo constantemente, que obliguen a niños pequeños a posar junto a ti si das tu consentimiento, etc. En nuestro caso, quizá por coincidencia, en el sur sólo les interesaban las mujeres occidentales.
- Ojo con los bebés. Como en todas partes, son muy ricos y muy guapos pero en China la inmensa mayoría de los padres no son partidarios de usar pañales, así que se limitan a hacerles una raja a los pantalones por donde ellos hacen sus necesidades donde y cuando les cuadre.