Tras más de un año de investigaciones China ha multado a GlaxoSmithKline (GSK) con 379 millones por sobornos en hospitales. La noticia tiene un interés adicional, concretamente las penas de cárcel de dos a cuatro años que han impuesto al director de la multinacional y a cuatro altos cargos, pues la multa es pequeña para lo que factura el laboratorio. En España tenemos indicios claros de que ocurre lo mismo. La Fiscalía debe actuar de oficio.
En julio del año pasado supimos que el Gobierno de China investigaba a la compañía. Tras el juicio a puerta cerrada del caso de cohecho que involucró a GSK China, el Tribunal Popular Intermedio de Changsha, de la provincia central china de Hunan, sentenció que la empresa fue culpable de sobornar a “personal no gubernamental” en sus negocios y le impuso la sanción, la más alta dictada por un corte china.
Los precedentes de GSK son muchos. En el mes de mayo pasado, la compañía farmacéutica británica GlaxoSmithKline era investigada por la Oficina Antifraude del Reino Unido. Entonces tenía procesos similares abiertos en otros estados como Polonia, Irak, Jordania y Líbano.
En 2012, GSK acordó con el Departamento de Justicia de Estados Unidos pagar una multa de 3.000 millones de dólares (unos 2.300 millones de euros) por falsear u ocultar información sobre tres medicamentos y por sobornar a médicos en 2003 para que recetaran uno de sus fármacos.
El Departamento de Justicia estadounidense también inició en 2010 una investigación contra GSK y otras firmas farmacéuticas que cotizan en su país por presuntas violaciones de la Ley Estadounidenses de Prácticas Corruptas en el Extranjero, aunque la investigación todavía no había concluido.
Estas prácticas se realizan de manera sistemática en muchos países como vemos. En Italia, por ejemplo, en 2004 la policía italiana descubrió la concesión de comisiones ilegales y regalos a miles de médicos italianos por parte de la farmacéutica GlaxoSmithKline como “premio” por recetar sus productos. 4.713 personas fueron procesadas acusadas de pertenecer a una red encargada de favorecer la venta de los productos de este laboratorio.
Varios meses antes otro fiscal, esta vez alemán, relacionó a 1.600 médicos de dicho país con la obtención de importantes regalos de GSK. Otros 5.000 galenos del país germano se sospechaba que podían incurrir en las mismas faltas.
En España hay indicios de que GSK hace lo mismo. Basta con leer el capítulo de mi libro Laboratorio de médicos que dedico a esta empresa donde quienes han participado en los sobornos lo narran.
No es un problema de desconocimiento de los hechos pues, ¡si GlaxoSmithKline reconoce que paga a médicos para que promuevan sus productos! Tampoco es un problema de falta de leyes para actuar, así queda patente en el análisis que hace el fiscal español Valentín José de la Iglesia Palacios sobre el soborno sanitario. Es problema de la falta de voluntad política que manifiestan los diferentes partidos en el poder.
Las fiscalías deben actuar de oficio pues tampoco lo están haciendo.