Si
hubiera que destacar un autor y un solo artículo en torno al asunto, este sería
un buen ejemplo; Xavier Vidal-Folch, escribió ‘Dinamitad los limbos fiscales’.
Contiene aclaraciones sobre lo ocurrido, mirando en ambas direcciones, Chipre y
la UE, propone algunas medidas –difíciles, contradictorias, necesitadas de
enorme fuerza para implantarlas- pero
que todo partido que pretenda hacer algo en cualquier país europeo debería empujar
y colocar en los primeros puntos de sus programas.
Nos equivocaremos si miramos los problemas en una sola dirección, siempre hay que buscar zonas grises y oscuras, contradicciones. En Chipre no solo está el pueblo chipriota, también hay que considerar que es una base de actuación financiera de mafias rusas y griegas, que por cierto, parece que las grandes fortunas se llevaron la pasta a EEUU antes de estallar, así que el impuesto a los depósitos, una forma de acumulación de patrimonio, no es como a los argentinos que les impedían tomar su dinero, sino que aquí pretendían que pagaran dicho impuesto antes de sacarlo.
Otra cuestión es la idea de generalizar el procedimiento al resto de países, ¿están pensando en España e Italia? estos dos últimos países no actuamos como semiparaísos fiscales con poquísimos impuestos como los chipriotas y extranjeros afincados en la isla.
Dinamitad los limbos fiscales. XAVIER VIDAL-FOLCH 27 MAR 2013
¿Por qué a nosotros nos hunden y los otros paraísos fiscales, como los de
las islillas británicas de Man o Guernsey, o Luxemburgo, se quedan tan panchos?
Este victimismo chipriota es bastante tontorrón. Si apenas nadie hurga en
esos lugares es porque no piden dinero a los socios para ser rescatados de una
quiebra. Y como en la mili, solo recibe palos quien no logra pasar
desapercibido.
Pero es que además el caso chipriota es de alucine. Hasta 2007 apenas tuvo
impuestos. En los noventa acogió los 800 millones de dólares que arrambó
Slobodan Milosevic al Tesoro yugoslavo. Coloca, lava y catapulta capitales
rusos sucios, entre otros los de la especulación con el precio del petróleo.
Distribuye, según la CIA, mujeres filipinas y dominicanas para su explotación sexual.
Su gran puerto, Limassol, es capital de las navieras infrarreguladas, opacas e
irresponsables que se acogen a la bandera de conveniencia —cuasipirata— del
país, como cuenta muy bien Juan Hernández-Viguera en La Europa opaca de las finanzas(Icaria).
Más. Su banca grande es el desastre quebrado que hemos visto. Y su élite
financiera mantiene, como ocurría con la irlandesa, relaciones incestuosas con
la derecha política, hijastra suya: el bueno del ministro de Finanzas, Michalis
Sarris, que iba a pedir a los amiguetes de Moscú árnica con que aliviar las
heridas bancarias, había sido, en 2012, presidente del consejo de
administración de la más desastrosa de las entidades, el grupo Laiki.
O sea que menos falsos agravios.
En realidad, Chipre no es un paraíso fiscal, según la definición demasiado
laxa de la OCDE. Es verdad que sus impuestos son bajísimos, el principal
requisito para figurar en la lista negra. Pero no encaja en los otros dos: la
opacidad total y la imposibilidad práctica de que terceros países obtengan de
él información fiscal.
Otros adornos le afean y lo fragilizan. El tamaño descomunal de su sector
financiero (sus activos suponen 7,1 veces el PIB), exactamente igual que el de
Irlanda —el otro gran rescate bancario medido en relación al tamaño de la
economía—, el doble que la media de la eurozona (3,5 veces) y que España (3,1).
Pero menos que la obesidad de Luxemburgo: 21,7 veces.
De modo que no será paraíso en sentido jurídico estricto. Pero limbo, lo
que para entendernos llamaremos limbo, un lugar próximo al cielo pero menos
exultante, lo es, y sobremanera. También lo es Luxemburgo, aunque ambos hayan
salido de la lista gris de la OCDE.
¿Luxemburgo? Sí, el país-comarca más rico del mundo, con sus 200 bancos
extranjeros, con bastante más que tres billones de euros de activos financieros
extraterritoriales (off-shore) —de los 20 billones
largos existentes en el mundo—, que gozan de un sistema fiscal supergeneroso.
No tanto como con su antiguo régimen paradisiaco de los “hóldings 1929”,
exentos de todo impuesto y retención. Pero, desde 2007, con unas SPF (societés
de gestion de patrimoine familiale) que no pagan por renta, ni por patrimonio,
ni por IVA, ni por asomo, salvo retenciones y una tasa de abono del 0,25%.
Limbo.
Algún día quizá Luxemburgo, y Suiza, y las cloacas isleñas de la City
londinense (y... Singapur) se contagien del mal chipriota. En parte ya lo
incuban. Para que entonces no tenga que salir el contribuyente alemán ni el
asturiano a rescatarlo, para que no paguen sus platos rotos los tenedores de
depósitos bancarios no asegurados, hay una solución: dinamitar los cimientos de
los limbos fiscales.
¿Cómo? Mediante una poderosa armonización fiscal, que complete por el lado
de los ingresos el Tratado fiscal sobre el déficit excesivo, que implica el
control de los gastos. O sea, armonizar los tipos impositivos y las bases
imponibles en los impuestos sobre el capital; implantar horquillas mínimas para
el IRPF; eliminar las excepciones al IVA; armonizar al alza el impuesto de
sociedades; gravar los beneficios cosechados en cada limbo por las sociedades
mercantiles no residentes; imponer una Tasa Tobin progresiva a los movimientos
de capitales.
Una movida así no será
coser y cantar. Los acuerdos fiscales en la UE requieren unanimidad. Los limbos
y sus amigos tienen poder de veto. Y lo usan. De momento. Dinamitémoslo
también. Pásalo.