Fecha del viaje: Junio 2015
Nos encontramos en un pueblo de montaña, Troödos, alojados en un precioso hotel con vistas a la cima más alta, el Monte Olympus de 1950 metros de altura. Aquí es mucho más placentero el clima.
Después del desayuno contratamos un taxi desde el hotel para que nos lleve a Pedoulas, un bello pueblo de montaña donde se encuentra una de las iglesias que forman parte del Patrimonio de la Humanidad, la iglesia del Arcángel Miguel, que data de 1474.
Desde lo alto del pueblo podemos percibir una magnífica vista del Valle de Marathassa. Los frescos fueron restaurados y le dan un gran realismo.
La iglesia del Arcángel Miguel tiene unos magníficos murales a pesar de que su interior es diminuto y su exterior se asemeja más bien a un granero.
Después de visitar también el diminuto museo bizantino, que conserva preciosos iconos de la zona que abarcan desde el siglo XII al XV, proseguimos hacia el pueblo de Kalopanagiotis, donde visitamos la iglesia de Agios Joannis Lampadistis que data del siglo XI y que en su interior conserva bonitos frescos del siglo XII.
Este pueblo existe desde la Edad Media y actualmente se ha convertido en un centro de salud de manantiales de aguas sulfurosas.
Cercano a estas fuentes hay un puente medieval casi oculto entre los árboles y le da un aire romántico al lugar. Nos encontramos a gente local del pueblo y algún que otro turista que se acerca a rezar o a intentar fotografiar, aunque no está permitido hacer fotos en su interior.
Seguimos nuestra ruta hacia el Monasterio de Kikkos. Es el más imponente de todo Chipre, situado entre bellas montañas y alejado del mundanal ruido (cuando cierran evidentemente) porque es uno de los lugares más visitados del país.
El monasterio es precioso y posee un patio principal con mosaicos decorados incrustados en sus muros exteriores que narran la historia del monasterio. El campanario se encuentra aparte en la parte superior de la montaña.
Por los patios del monasterio podemos ver algún que otro monje deambular e intentar pasar desapercibido. En el interior todo lo que reluce en dorado es de oro: candelabros, lámparas… Es realmente ostentoso su interior y digno de ver.
Aquí nos encontramos con toda la gente que hace cola para que el pope les encienda la vela que llevan y puedan saludarlo.
En otro de los patios interiores, vemos su curiosa forma triangular, y en el ala principal del monasterio se encuentran las celdas de los monjes.
Ya de vuelta a Troödos, volvemos maravillados de ver tanta belleza escondida en este hermoso valle.
Por la tarde hacemos un paseo por las inmediaciones del pueblo, donde podemos seguir varios senderos marcados entre montañas.