- En un piso decrépito, lleno de mugre, una niña polvorienta le dice a su padre:
- Papá, ¿cuándo comeremos algo?
- Calla niña, y escucha este precioso acorde de jazz...
- - ¿Por qué se ha quedado la cantante en el umbral de la puerta?
- Porque no sabe cuándo entrar.
- Entra un hombre a una tienda y le dice al dependiente:
- Buenos días. Soy batería, pero quiero tocar un instrumento melódico –señala hacia un rincón de la tienda–. No sé si comprar un clarinete o un acordeón.
- Si quiere el extintor lléveselo, pero no nos deje sin estufa, que hace mucho frío.
- - ¿Cuántos trompetistas hacen falta para poner una bombilla?
- Siete. Uno para ponerla y seis para decir que ellos lo hubieran hecho mejor.
- Una sala de fiestas quiere programar música en directo para Nochevieja, pero lo único que consigue contratar es un dúo de trombón y acordeón. Contra todo pronóstico la noche es un éxito y a los asistentes les encanta el concierto. El dueño comenta a los músicos:
- Como habéis estado fantásticos os voy a volver a contratar el año que viene.
- Perfecto, ¿podemos dejar ya montados los instrumentos?
Revista Jazz & Blues
No ahondemos en el tópico: riámonos de él. Siempre se dice que los guitarristas son muy creídos (y los trompetistas más) pero no saben leer partituras (y las cantantes no saben nada de nada), que los bajistas son poco inteligentes (y los baterías menos aún), que el jazz no da para comer (especialmente si se toca un instrumento tan poco solicitado como el trombón)... Afrontemos el ecuador de la temporada estival con un poco de humor (para músicos y no músicos):