Las exigencias del mundo actual nos hacen vivir en una eterna competencia con nuestros semejantes por lograr cosas. Coleccionar títulos, cargos y reconocimientos es una tarea que consideramos diaria para no pasar desapercibidos en una sociedad galopante que avanza a pasos agigantados. Sólo una alternativa tenemos: correr al paso que va la sociedad o pasaremos a formar parte de los tantos insatisfechos que hay caminando en las calles de nuestras ciudades. Sin embargo, yo particularmente pienso que los logros que realmente otorgan felicidad son los logros del espíritu, y esos son pocos reconocidos en diplomas o credenciales que otorgan los títulos profesionales. No quiero restarle importancia tampoco al valor que tienen esos logros tangibles: con ellos la gente eleva su autoestima, escala posiciones en su gremio y sobre todo demuestra y usa sus capacidades personales para sí mismo y para el resto de la gente. La fórmula más conveniente sería que los logros del espíritu fueran de la mano con los logros tangibles reconocidos en la sociedad y viceversa. Así se estaría formando un ser humano integral que sin ir apartado del proceso social que lo envuelve, también cultive su esencia y avance internamente hacia la autorrealización.
El problema viene cuando hay un desequilibrio interno en el ser y por no tener satisfecha su vida personal, sus sentimientos y sus emociones, entonces busca en logros externos a sí mismo su estabilidad y aún más de su felicidad. La vida entonces nos marcará “error”. Aquí encontramos no sólo el peligro de la inconformidad contenida en ese “error”, sino la posibilidad de un deslumbramiento ante una aparente fructífera idea de probable avance social. Como hay tanta incomodidad con nuestra vida interior fantaseamos a diario con alcanzar posiciones elevadas de reconocimiento y fama en el medio donde nos desenvolvemos, creyendo erróneamente que si los alcanzamos seremos seres realizados y felices. Esas fantasías son más y más frecuentes cada vez y llega el momento en que estamos desfasados totalmente de nuestras posibilidades reales de avance, y en los casos más patéticos nos convertimos en mitómanos de oficio que creemos firmemente en éxitos sociales que jamás llegaran. Y jamás llegaran por una sola causa…el éxito se alcanza cuando en realidad no lo necesitas para vivir sino para ayudar a vivir a los demás.
Lo peor de todo esto es que invertimos gran cantidad de tiempo y energía en iniciar nuevos proyectos prácticamente a diario y luego, cuando nos damos cuenta que no tenemos bases firmes ni certeras para ejecutarlos…entonces…inventamos otro nuevo proyecto!!! Más irreal y menos alcanzable que el anterior. Bajo frases como… “aquí si voy con todo”, “esto si será un éxito” o “ahora sí es verdad que nadie me para”, establecemos planes llenos de euforia que nunca llegan a concretarse…y saben por qué???? Porque jamás ha existido un proceso desde el inicio de la idea hasta su total ejecución. Se cree que todo es fácil, nos hacemos presas de un lastimoso y volátil entusiasmo y lo último que manejamos es el trabajo constante, la disciplina y la lucha que indiscutiblemente se debe librar para demostrar que somos los mejores y los merecedores del gran éxito que deseamos conquistar.
Los planes y las metas deben estar todos girando alrededor del mismo interés o la inversión de energía será un total desperdicio. Hoy no podemos desear ser exitosos abogados y mañana pensar que abrir el mejor taller mecánico de la ciudad me hará alcanzar el éxito que tanto anhelo. La gente exitosa va trabajando poco a poco su idea, luego estudia y consigue los requerimientos necesarios para tratar de ejecutarla, luego pule y afila su ingenio pasando por todas las posiciones anteriores al estrellato y finalmente, un buen día cuando menos lo espera, el éxito premia su tesón y su buena voluntad y hace su estelar aparición. Pero andar de fantasía en fantasía y no hacernos conscientes de nuestras limitaciones y capacidades, solo nos hará deslumbrarnos ante cosas imposibles de alcanzar para nosotros. Luego de una larga colección de deslumbramientos tendrán lugar dos situaciones muy lamentables: la primera, nuestra sensación de frustración personal será insostenible y la segunda, perderemos total credibilidad ante quienes nos rodean alejando más las posibilidades de un éxito real porque nadie querrá acompañarnos en cualquier otra nueva empresa que deseemos iniciar.
Por todo lo anterior, resulta tan necesario e importante que soñemos impulsando nuestros deseos más anhelados, pero que la fantasía no nos envuelva ante irrealidades lejanas a nosotros. Igualmente resulta lo más necesario de todo que usted esté claro y enfocado en qué es lo que verdaderamente desea conquistar y que establezca pasos y procesos para lograr aquella meta. La estabilidad interior y la claridad y el equilibrio mental lo acercarán más al éxito, pero la total perdida de su brújula personal señalando a todas partes y al mismo tiempo a ninguna, no le proporcionará éxito ninguno jamás.
No se deslumbre, trabaje por su éxito!!! Y una cosa más, tenga mucho cuidado con quienes vengan a ofrecerle éxito gratis, porque eso no es más que un disfraz de éxito donde el único que saldrá perjudicado seguramente será usted.
Comience hoy cualquier proyecto sin deslumbrarse, con calma y seguridad y le auguro un gran éxito muy pronto!!! Feliz y exitoso día para todos!!!
Una Artista, creativa, escritora, fiel creyente del poder de la palabra y apasionada de la búsqueda de la conciencia humana. Docente por más de 25 años en Venezuela, y como ella misma diría ”Mamá de mis propias hijas y de todos los ajenos que la vida me regala a diario”
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