Revista Creaciones

Chocolate amargo. Swapetines 2017 (I)

Por Ripu77

Chocolate amargo. Swapetines 2017 (I)
... con un lejano rastro de cacao que saborean al raso de la tarde. 
La nostalgia se organiza en pequeñas cajas cerradas. Una de ellas cuando la abres huele a pan, a tardes, a risas y a merienda. Ángeles Mora dedica un poema a esas rebanadas que nos vienen a la mente si recordamos la niñez. Curioso es que todos tengamos esa cajita con un olor similar. Que recordemos con cariño cómo nos untaban ese pan con mantequilla. Que no olvidemos cómo luego nos daban ese buen trozo de chocolate, o revivamos como la abuela espolvoreaba el cacao sobre el amarillo y el azúcar. Nos parecía un manjar, comida de Dioses. Recompensa merecida de buenos nietos, creíamos. Nos daba fuerza para corretear media tarde antes de los deberes, su dulzura nos alegraba el final de la jornada. Recuerdos en casa de mi abuela paterna, siempre vienen a mi mente si pienso en la merienda.
Pero esa caja no tan solo revive la merienda. Recuerdo las tardes de los sábados con mi madre amasando la harina para la empanada. Tal vez como dice Sara Herrera Peralta, amasaba el dolor como se amasa el pan tan necesario. Tal vez sí, y ahora lo vemos. Sus manos enharinadas dando vueltas a la futura cena. Las nuestras de pinches amasando con ella, siendo partícipes de todo lo que mezclábamos allí. Memoria de ese rodillo que estiraba y estiraba, como estirábamos la tarde para que no se terminara nunca ese rato de paz y de cocina. Ese silencio y esa luz del horno preparada para quemar el dolor y dorar los buenos recuerdos. Con la masa sobrante preparábamos la torta de manzana. Ese olor, mezcla de dulce y salado a tandas en el horno, aún me viene ahora los domingos en los que no salgo de casa. Como si escuchara a mi madre trajinar en la cocina.
Chocolate amargo. Swapetines 2017 (I)
Así es como preparo este año mi participación en los Swapetines. Intercambio de calcetines tejidos a mano organizado por Pilar, por si alguien anda perdido. Ya tengo mi asignación secreta y pienso amasar con cariño esta malabrigo color chocolate amargo. Darle las vueltas necesarias para que no queden grumos. Para que sea memorable y contenga toda la ternura posible, con su pizca de sal, eso sí. Para que salga del horno a tiempo y arranque una sonrisa con su olor. Tengo el patrón decidido pero no desvelaré el secreto aún por si no soy capaz de tejerlo. Iré publicando avances en Instragram y en Facebook. Y prometo vivirlo con la intensidad de los 250ºC, con la calentura del grill y la ilusión que produce el subidón por la levadura. ¡Que den comienzo los juegos del calcetín! Yo me pongo ya con la merienda...
Mientras dure el proceso, tengo dos meses por delante, me quedo con uno de los versos más bonitos escritos sobre la merienda. Os lo dejo por si os estremece tanto como a mí. Andrea Valbuena dejó escrito:

“Olías a pan tostado y besarte era como merendar dos veces”


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