“El programa ‘Sálvame’ de Telecinco lleva ya mucho tiempo explotando al máximo la vida, las peleas, las miserias e incluso las enfermedades de sus colaboradores. Pero, anoche, rebasó todos los límites con un espectáculo dantesco protagonizado por una de sus estrellas: Belén Esteban. La denominada ‘princesa del pueblo’ terminó abandonando el plató con cajas destempladas y anunciando que dejaba ‘Sálvame Deluxe’ tras una bronca monumental con Lydia Lozano“.
Que la madre de Andreíta rompa en llanto a la mitad de un programa no esperaba que llegase a ser noticia, dada la frecuencia del acuoso acontecimiento; menos aún el delicado timbre de voz del Sr. Matamoros, o el periodismo intelectual de la Sra. Lozano, pero resulta que levantarse Belén Esteban del plató, y largarse, supuso la mayor cuota de pantalla en su franja horaria, a tenor de las mediciones llevadas a cabo por las empresas especializadas del ramo. Sorprendente. Así, me extraña menos que Gran Hermano triunfe de nuevo, aunque sea en la versión quincuagésimo octava y Mercedes Milá se despelote con ochenta años y la flaccidez de las carnes propias de la edad, porque en realidad, se trata de un experimento sociológico más que de un “reality show”. Belén Esteban no pasa de ser una “choni”, chica sin formación cultural, profesión conocida y para quien lucir palmito era un modo de vida. Que haya llegado a protagonizar un programa de televisión con sus miserias sexuales, familiares y relacionadas con la cirugía estética, demuestra el nivel medio de los televidentes. Quienes producen verdaderamente los programas de este tipo, son ellos; los medios de comunicación son un negocio y la venta de publicidad, la única fuente de ingresos. El público decide. La mayoría de los espectadores están más próximos a Belén Esteban o a Cristiano Ronaldo que a Bigas Luna o Stephen Hawking. Como casi siempre, la pasta manda. ¡Viva Belén Esteban!