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Chopin y Polonia: Ideales de juventud III

Por Francisco José Balsera Gómez @fjbalsera

Estoy obligado a citar aquí el "Estudio sobre Wagner" de Earnest Newman, por la exaltación del espíritu de Chopin, alternando con la irritabilidad y la intensa depresión que se duplicaban en Wagner. El señor Newman escribe lo siguiente sobre Wagner: " Ha habido pocos hombres cuya antorcha de vida ha ardido con tanta ferocidad. En sus primeros tiempos parece haber tenido ese temperamento alegre y esa energía aparentemente ilimitada que los hombres como él (al igual que sucede con Heine, Nietzsche, Amiel y otros) han asumido erróneamente como el resultado de una salud física y mental armoniosa. Hay una excepción que se da en la vida de puertas para afuera de los grandes genios, su florecimiento, que para quien tiene un ojo clínico es solo el inicio de algún sutil trastorno nervioso, precursor de su decadencia." La abrumadora agitación cerebral que obsesionaba a Wagner era, al igual que en Chopin, un síntoma y no una enfermedad; Sin embargo, en este último no había dado todavía un giro siniestro.

Los catorce días que pasó Chopin en Berlín - fue allí bajo la protección del amigo de su padre, el profesor Jarocki, para asistir a un importante congreso científico - estuvieron plagados de una alegría desenfrenada. Los dos marcharon de Varsovia el 9 de septiembre de 1828, y tras cinco días de viaje en diligencia llegaron a Berlín. Fue una época de ocio viajando y disfrutando de la vida. Frédéric vio a Spontini, Mendelssohn y Zelter a lo lejos y escuchó "El cazador furtivo". Asistió al congreso y se burló de los científicos, incluido Alexander von Humboldt.

En su camino de regreso a casa pararon en un lugar llamado Zullichau, y Chopin hizo una improvisación sobre aires polacos con tanto encanto que esa parada en el camino duró más de lo previsto ya que todo el mundo quería escucharle.

Esta es otra de las anécdotas clásicas. El conde Tarnowski relata que Chopin salió contento de Varsovia, con la mente llena de ideas, quizás cargada de sueños por obtener fama y felicidad. " Solo tengo veinte céntimos en mis bolsillos," escribe en su cuaderno, " y tengo la impresión de ser más rico que Arthur Potocki, a quien he conocido hace un momento." Aparte de esto, se caracterizaba por sus ideas ingeniosas, sus bromas y por mostrar un espíritu alegre y tranquilo. Por ejemplo, " que se me permita firmar como si perteneciera al círculo de sus amigos, - F. Chopin." O bien, " un momento de bienvenida en el que puedo expresarle mi amistad, - F Chopin, empleado administrativo." O de nuevo, " Ah, excelentísimo señor, no llego a comprender todavía la alegría que siento al formar parte de su círculo de amigos. - F. Chopin, ¡el que no tiene ni un duro! "

Estas cartas muestran que Chopin confiaba en su buena suerte y en ellas también se observa su afición por las bromas. Sikorski cuenta la historia del joven improvisando en una iglesia, de manera que, absorto en su tarea, se olvidó del cura, del coro y de los fieles.

Los viajeros llegaron a Varsovia el 6 de octubre después de pasar varios días en Posen, donde vivía el príncipe Radziwill. Aquí Chopin ofreció un concierto privado. Este príncipe y compositor, a pesar de lo que escribió Liszt, jamás ayudó a Chopin en su educación musical, aunque siempre fue muy comprensivo con él.

Hummel y Paganini visitaron Varsovia en 1829. Al primero lo conocía y admiraba; al segundo lo idolatraba. Ese año vio la luz la composición " Souvenir de Paganini ". Se dice que está escrita en la tonalidad de La Mayor y fue publicada por primera vez en una revista musical de Varsovia. Niecks comenta que jamás vio una copia de esta rara composición. Paderewski me ha contado que tiene la partitura y que es bastante pobre en cuanto a la calidad musical, por lo que únicamente tiene interés histórico. No he podido encontrar mucha información sobre el poeta polaco Julius Slovawki, que murió en 1849, el mismo año del fallecimiento de Edgar Allan Poe. Tarnowski asegura que fue uno de los mejores amigos de Chopin y su poesía sirvió de inspiración al compositor.

En julio de 1829, acompañado por dos amigos, Chopin viajó a Viena. El viaje fue estupendo, a la antigua usanza. El grupo vio muchas zonas de la región (la Galicia de los Cárpatos, la Alta Silesia y Moravia), la Suiza polaca. El 31 de julio llegaron a la capital austriaca. Chopin empezó a disfrutar del ambiente artístico propio de la capital, alejándose de la vida de provincias. Su hogar, dulce y apacible, le perjudicaba como artista. Le halagaron y mimaron, y sin duda se desarrolló su parte más refinada. En Viena la vida era más desenfadada, se respiraba más libertad y el ambiente era más artístico que el de Varsovia. Conoció a las más importantes personalidades del mundo del arte y sus cartas de esta época están llenas de cotilleos y dibujos de la gente con la que se relacionaba. Los pequeños datos maliciosos que introduce en las descripciones de las personas con las que se encontraba son suficientemente inofensivos y muestran que Chopin tenía un ingenio considerable. El conde Gallenberg, arrendatario del famoso teatro Kärnthnerthor, fue muy amable con él, y el editor Haslinger le trató de forma muy cortés. Había traído consigo sus variaciones " Là ci darem la mano". En general, los tiempos eran propicios y más cuando se le invitó a dar un concierto. Convencido de que tenía que superar su timidez natural, hizo su debut en Viena el 11 de agosto de 1829, tocando en un piano Stein sus Variaciones Op. 2. Había sido anunciado su Gran Rondó de Concierto, pero como las particellas no eran muy legibles, en vez de tocarlo, se dedicó a improvisar. El concierto fue un éxito, muy recordado, y su improvisación sobre la melodía polaca titulada " Chmiel" y el tema de " La Dame Blanche " suscitaron un enorme entusiasmo al que se unió la orquesta a regañadientes. Las críticas que aparecieron en la prensa fueron muy positivas, aunque la forma de tocar de Chopin se consideró algo ligera en cuanto al peso. Se admiró su estilo y se calificó de original - en este punto los críticos dieron una visión general - mientras que una señora hizo la siguiente observación: "Es una pena que su aspecto sea tan insignificante." Este comentario llegó a oídos de Chopin y le hizo sentirse mal durante un cuarto de hora porque era una persona altamente sensible. Pero al ser reservado, como la mayoría de los polacos, logró ocultar su estado de ánimo.

Continuará...

Huneker, J. (1900). Chopin: The Man and his Music. New York: Charles Scribner's sons

Traducción: Francisco José Balsera Gómez


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