Chorizos somos todos. Desde el que se lleva una moneda de cambio… que no es suya, un bolígrafo de su trabajo o una toalla de un hotel hasta el que le pierde la cuenta a la cantidad de cuentas que se ha inflado con el dinero de sus amigos, compañeros y vecinos. El “crimen” es el mismo: Robo a Corazón desalmado.
Da igual que te lleves la hucha a Panamá o la escondas debajo de la cama. Da igual que sea 1 céntimo o 9 millones de euros. Da igual que seas de clase baja o de la realeza. Da igual que sea en sobres o en bolsas negras. Da igual que seas un camarero, un futbolista o un terapeuta. La acción, lo que “te lleva a”, es idéntica.
Y sí, hay poco trabajo, la cuota de autónomos es altísima, los sueldos bajísimos y tengo que dar de comer a mi familia. Cierto. No lo juzgo. Que cada uno haga lo que quiera. Pero, Chorizos somos todos.
Ellos, los que salen en las noticias, son un reflejo de la mayoría. La única diferencia es que nosotros somos anónimos y de poco interés público. Pero me resulta muy hipócrita que nos pongamos las manos en la cabeza por tanto mangoneo cuando casi todos, en alguna ocasión, en mayor o menor medida, hemos hecho o hacemos eso. ¿De qué me sorprendo? La cantidad es otra, sí, pero la pésima calidad, la misma. Unos se declaran insolventes mientras viven con el lujo entre sus piernas y otros ni siquiera declaramos nuestra hacienda o la maquillamos en la trastienda.
Resultado: no hay dinerito para los estudiantes ni para acoger refugiados ni para los abuelitos ni para los enfermitos. Eso sí, a mí que no me quiten nada (y dar, menos) que me tengo que ir de vacaciones a las Bahamas, comprarme los nuevos vestidos de temporada y pagar las tres hipotecas que tengo acreditadas ¡Que soy pobre, coño! ¡Un poco de solidaridad…!
Y lo entiendo, de verdad. “La cosa está muy mal”. Pero con el ‘si todo el mundo roba, yo también’ no vamos a ningún sitio. ¿Qué ejemplo estamos dando a nuestros hijos? ¿Así es como pretendemos crear una sociedad más justa? ¿Actuando de igual forma que al que tanto criticamos?
“Ya, pero es que…bla bla bla”. Sí, sí. Estoy de acuerdo. Pero, Chorizos somos todos.
Necesitamos una nueva generación que sea valiente, íntegra, decente y humilde. Que no se deje llevar por la marea. Que se atreva a decir ¡No! a la ilegalidad, sea cual sea, por muy suculenta que se presente. Que su nobleza esté por encima de la riqueza. Que su lema no sea “donde las dan, las toman” sino “la honradez no se vende a ningún precio”. Que su Ley no sea la de Talión sino la que le indique su Corazón. Necesitamos una generación poderosa en su interior para que el poder y la ambición de su exterior no les corrompa. Y eso, sólo se consigue a través de la Educación. En casa y fuera de ella.
Yo sí creo que se puede. Yo sí que creo que si queremos, podemos. Que si nos vestimos de los pies a la cabeza con la piel de nuestra compasión, de nuestra paz y de nuestro amor, todo este aparente caos que nos está diluviando en antena acabará estrellándose en la Nada, para luego crear una nueva Realidad donde ya no sea necesario prevaricar, difamar, violentar, atentar, asesinar, abusar, maltratar, cohechar, amenazar, prostituir y malversar… para conseguir “lo que sea”.
¿Excusas? Miles. Algunas hasta creíbles para justificar lo que está tipificado como delito. Pero, Chorizos somos todos.
Gandhi dijo:
“Cuando una ley es injusta,
lo correcto es desobedecer”
Hace falta tener mucho sentido común para saber lo que es injusto, lo que es correcto y qué significado le damos a desobedecer. Porque por seguir este emblema, se pueden llevar a cabo las mayores barbaries, arrebatar otras tantas libertades y llenar el planeta de miserables Guerras. Y lo dice una rebelde de nacimiento, con o sin causa, depende de cómo se vea.
¿Con qué vara se mide el sentido COMÚN si cada uno es poseedor de la suya según sus ideologías, sus creencias, sus religiones, sus sueños, sus historias, sus heridas y sus memorias? ¿Cómo le vamos a dar sentido a algo que de común tiene tan poquito?
La Responsabilidad se Es, no se enseña ni se escribe ni se charla. Igual que todos esos valores, esas cualidades con las que nos llenamos la boca y que luego escupimos a la vuelta de la esquina, cuando nadie nos ve.
‘Es que lo normal es…’. Sí, sí, lo habitual es que se haga. Me consta.
‘Aquél que esté libre de pecado,
que tire la primera piedra’
Algún día, esos pequeños locos bajitos que ahora nos rodean, lapidarán con su ‘Saber Estar’ cada uno de nuestros actuales atropellos a la humanidad, a la Dignidad.
Y ya que somos todos unos Chorizos, al menos entreguémosles a nuestros niños una Semilla para compensar nuestras fechorías: la de la HONESTIDAD. Seamos unos pedazo de Chorizos pero con todo el sabor a Honestidad. Que no puedan echarnos algún día en esa cara tan dura que tenemos que no hemos ido (ni nos hemos ido…) con la Verdad por delante. Y puedan Ahorrarse recoger la tempestad de todas esas mentiras por las que nosotros, los adultos adulterados, nos hemos dejado atrapar, engañar y encarcelar en nuestra propia prisión mental.
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