Policía turca, lanzando cañonazos de agua, en Estambul.
El Gobierno español ha pensado en una amplia operación para limpiar las calles de manifestantes. Para ello ya no quiere emplear las porras ni los policías persiguiéndoles por las calles, sino algo más limpio y eficaz: limpiando las calles a base de chorros de agua a presión. Algo que, quizás le sirva, al mismo tiempo, para librarse de las basuras en caso de huelga de barrenderos. Para ello, el Gobierno adquirirá un camión de casi medio millón de euros, que lanza agua mezclada con colorante y marca la ropa de los manifestantes. Asegura que es la mejor forma de controlar las movilizaciones sociales, librándose de los manifestantes, como lo hacen en Turquía o en Chile, entre otros países, de la manera más eficaz y desembarazándose de toda podredumbre a base de chorrazos de agua que no es químicamente pura.
Interior justifica esta compra, entre otras razones, “debido a la actual dinámica social”, como se puede leer en los pliegos administrativos del contrato. Las empresas que quieran vender este equipamiento al Estado tienen hasta el 20 de enero para presentar sus ofertas. El vehículo debe contar con un tanque de al menos 7.000 litrosde capacidad útil, un pequeño depósito para añadir aditivos al agua, una longitud de entre 6 y 8 metros, lunas oscurecidas, dos armeros para escopetas en la parte delantera, focos y rejillas de seguridad, según marcan los pliegos técnicos. No entendemos lo de añadir aditivos al agua, pero seguro que es para convencer a los manifestantes de que no se acerquen. Comisaría General de Seguridad argumenta que es un sistema “menos lesivo” que las pelotas de goma y que servirá para atajar la “cada vez más frecuente quema de contenedores de basura por los manifestantes”.
Agentes antidisturbios consideran que el “camión-botijo” tiene poca maniobrabilidad y señalan que el agua a presión entraña también sus riesgos. Sin embargo, los “aditivos” añadidos al agua recuerdan a los empleados por la policía turca quien, según el diario turco Milliyet, suele añadir una solución de gas pimienta al medio líquido a presión lanzado por tanquetas para dispersar las protestas. Este medio publicaba no hace mucho un vídeo en el que se veía a dos soldados echar el contenido de un bidón azul, identificado con la marca Jenix, en los tanques de los vehículos de agua a presión. El bidón es idéntico al que se encuentra en la web de la empresa Jenix, identificado allí con las siglas JNX5073A, con la acotación de que únicamente se puede vender a instituciones públicas o fuerzas de seguridad. Jenix es una empresa turca, registrada en Estambul, que fabrica pulverizadores de gas pimienta para defensa personal. Circularon por las redes sociales testimonios de manifestantes, apoyados por fotografías, que aseguraban haber sufrido graves irritaciones cutáneas y enrojecimientos tras haber sido rociados por el agua de los blindados policiales. El gobernador de Estambul lo negó y dijo que el agua a presión utilizada llevaba “una solución médica”. Sin embargo, testigos del desalojo del parque Gezi aseguran haber sufrido graves irritaciones cutáneas tras ser rociados con esa agua lanzada contra ellos.
José María Benito, portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP) afirma en declaraciones a infoLibre que la compra de este camión no tiene “ningún sentido” y “es un gasto innecesario”. El representante del sindicato mayoritario en la Policía alerta de que si los actuales aparatos están en desuso es precisamente “porque se ha demostrado que, ahora mismo, no tienen ningún sentido”. Explica que “se utilizaron en el franquismo” hasta que “alguien entendió que no era necesario ni efectivo, además de por las connotaciones políticas, porque no sirven para nada”. Pero el Departamento que dirige Jorge Fernández Díaz se decanta voluntariamente por esta medida y anunció la adquisición de este camión “como mal menor”. Y el director de los Mossos d’Esquadra anunciaba, hace unas semanas, que la policía catalana también iba a utilizar este medio de dispersión en las manifestaciones, tras recuperar un camión comprado en 1994. Si el resultado satisface, quien sabe, a lo mejor las fuerzas de orden se reducen y haya menos porrazos y hostias gratuitas. Lo que no se evitará son los escándalos y protestas. Porque el agua con aditivos distribuida por los camiones policiales, dejará, sin duda, otras marcas y producirá otras irritaciones cutáneas. Lo dicho, que el Ministerio de Interior gastará casi 500.000 € en comprar un camión que lance agua “para el control de masas” Claro que tampoco faltan los ciudadanos que, por su parte, podrían comprar otro, a escote y según renta, para controlar, a manguerazos, al Gobierno.