Desde la autoedición hasta el reconocimiento editorial y audiovisual, Jesús M. Marcos reflexiona sobre representación, juventud y el valor de contar historias que abrazan la diversidad
Por: Alberto Berenguer. Instagram: @tukoberenguer; @delecturaobligada.

Comenzamos esta entrevista hablando sobre las posibilidades reales de publicar una novela de temática LGTBIQ+ en una editorial tradicional especializada. En su caso, inició su camino a través de la autoedición con Círculo Rojo, y más adelante fue Romantic Ediciones quien apostó por su obra. ¿Son realmente tan escasas las oportunidades para autores que escriben este tipo de literatura? ¿Fue esa falta de opciones lo que lo llevó a optar por la autoedición en su primera novela?
Con Christopher, el chico del metro no puedo hablar de falta de opciones, puesto que no emprendí ninguna búsqueda de editorial tradicional. Al ser el primer libro que publicaba sentí la necesidad de controlar cada fase del proceso y por eso me decanté por la autoedición. Pero cuando te adentras en el mundo editorial tradicional sí observas que las oportunidades son menores cuando hablamos de relatos LGTBIQ+. A fin de cuentas las editoriales tradicionales buscan productos que puedan ser vendidos a una mayoría y, por desgracia, la literatura LGTBIQ+ sigue sin llegar a esa mayoría.
¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Christopher, el chico del metro’? ¿Fue su intención desde el principio que fuera una historia LGTBIQ+ dirigida al público juvenil?
La idea surgió en un autobús a raíz de observar la mirada de un viajero a una viajera. De repente me pregunté, primero, qué pasaría si alguien se enamora de un desconocido en un lugar como ese y, segundo, qué pasaría después de ese flechazo. A partir de la observación y las cuestiones asociadas a la misma se fue desarrollando todo lo demás.
Al principio, en las primeras etapas, no quise acotar la historia a un público concreto para que el proceso creativo fuese lo más libre posible. Fue con la creación del personaje principal, llamado Edu Prieto, cuando tuve claro que la historia estaba dirigida a un público juvenil, pero un público juvenil tanto de edad como de corazón, tal como afirmó Gema Segoviano, presidenta de la asociación Segoentiende.
Sus libros han conectado especialmente con jóvenes lectores del colectivo LGTBIQ+, pero sus historias y mensajes tienen un valor universal. ¿Qué quería transmitir o aportar con el personaje de Christopher? ¿Cómo fue el proceso de construcción de su personalidad? ¿Hay algo de usted en él?Pienso que la universalidad es esencial en los relatos diversos. Antes decía que, desgraciadamente, la literatura LGTBIQ+ no llega a una mayoría y creo que uno de los motivos puede ser el hecho de seguir enrocados en la narrativa propia de la comunidad LGTBIQ+. Cuando digo lo de narrativa propia me estoy refiriendo a esa manera que hemos heredado de narrar nuestra realidad, una manera que se nutre del dolor y que pone en el centro del relato la orientación sexual y la identidad de género. El hecho de justificar la presencia de un personaje por su orientación sexual o identidad de género impide que este pueda avanzar, pues todo el tiempo va a orbitar sobre la misma. Sin duda alguna, un personaje debe ser mucho más que una orientación o una identidad y es aquí donde encontramos esa universalidad que hace que esa mayoría pueda acercarse e identificarse con personajes LGTBIQ+. Porque no hay que ser gay para identificarse con un gay, ni hay que ser adolescente para identificarse con un adolescente.
Edu Prieto es el resultado de lo anterior: no hace falta que seas gay ni adolescente para identificarte con él. Porque en el fondo todos somos Edu Prieto. Este es el mensaje más importante que quería transmitir: que todos somos más parecidos de lo que pensamos. Así que dejemos de señalar y estigmatizar al diferente, aceptemos la diversidad y sigamos hacia delante.
Sin lugar a dudas, dar vida, coherencia y universalidad al protagonista principal fue el reto más importante de todos. Detrás del caótico Edu hay mucho trabajo de investigación y psicología. Porque el hecho de que el personaje sea el propio narrador de su historia hace que accedas directamente a sus pensamientos y rayaduras mentales.
Dicen que en toda ficción siempre se cuela algo de realidad. Edu Prieto es un personaje ficticio, pero los lectores que me conocen dicen que tiene mi vitalidad, que cae bien como yo… Ojo, esto lo dicen ellos, no yo :)
Conscientemente sólo añadí un pequeño detalle de mí: a Edu le pierde el chocolate blanco.
¿Cómo fue para usted como autor construir ese viaje emocional de autodescubrimiento de los personajes sin caer en clichés o estereotipos?
Para mí fue un auténtico placer emprender un viaje de este tipo, muchos años después de haber iniciado y finalizado el mío propio. De hecho, me hubiese encantado hacer el mío al lado de un referente como Edu Prieto, alejado de todo drama y tragedia. Qué importantes son los referentes positivos y qué alegría me da saber que cada vez hay más. Porque sí, desgraciadamente, siguen produciéndose agresiones y hay muchas personas de la comunidad LGTBIQ+ que siguen pasándolo mal, pero creo que también hay que trabajar la diversidad dentro de la diversidad, es decir, ofrecer referentes que habiten en diferentes partes del espectro.
Lo admito, al principio hice una lista de clichés para tenerlos presentes en todo momento. Algunos de ellos los quise evitar desde el principio, pero otros los utilicé con toda la premeditación del mundo. Placer culpable lo llaman :)
Tuvo la oportunidad de participar en el festival Adapta Book Madrid 24 con su primera novela, ‘Christopher, el chico del metro’. ¿Cómo fue la experiencia para usted como autor? ¿Qué destacaría del evento y por qué lo recomendaría a otros autores?
El hecho de que un equipo de profesionales leyese Christopher, el chico del metro y lo seleccionara por su potencial de adaptación para participar en Adapta Book Madrid es un reconocimiento público que ya me llevo, al margen de lo que pase en el futuro… que, oye, ojalá podamos ponerle cara y voz a Edu Prieto.
Del evento destaco la organización tan cuidada, el trato tan cálido que me dieron y la posibilidad de llegar a representantes de la industria audiovisual del país.

En ‘A un metro de Christopher’, la segunda parte, profundiza aún más en el universo de los personajes como es el caso de Edu. ¿Qué le motivó a escribir una continuación y qué evolución buscaba mostrar?
Sí, en esta segunda parte profundizo y amplío el universo Christopher. Los que han leído la primera parte, Christopher, el chico del metro, saben que es una obra autoconclusiva, pues se cierra la trama principal, con posibilidad de continuar. Lo hice de forma consciente para cerrar la aventura o poder continuar con ella en el futuro… y todo dependía de la acogida del lector.
En cuanto a la motivación, básicamente me movían dos necesidades: la de seguir conociendo la vida de Edu y la de continuar tratando temas que se quedaron pendientes en la primera parte.
Y sí, con A un metro de Christopher he repetido la misma fórmula: cierre autoconclusivo, pero con posibilidad de hacer una tercera y última parte. Porque tampoco quiero estirar el chicle hasta el infinito y más allá. Tres partes son más que suficientes para abordar todo lo que quiero tratar.
Ambos libros tienen títulos que giran en torno al “metro”, ¿qué simbolismo tiene este medio de transporte dentro de la trama y de la evolución emocional de los personajes?
No quiero hacer spoiler, pero el simbolismo de los conceptos metro y Christopher son determinantes para entender la situación actual y la situación final de Edu, es decir, el arco del personaje (de dónde parte y a qué punto llega).
Lo que sí quiero destacar es que el nombre de Christopher no fue una elección al azar, sino que lo hice a conciencia para homenajear a esas personas que se levantaron aquel histórico 28 de junio de 1969 e iniciaron el movimiento de liberación LGTBIQ+. Aquello sucedió en un local de ambiente neoyorquino ubicado en la calle Christopher. Elegir el nombre de Christopher fue mi manera de darle las gracias a esas personas. Gracias a ellas, Edu Prieto y yo podemos vivir, amar y ser en libertad. Porque aunque el discurso se ha centrado mucho en el Love is love, ser lesbiana, gay o bisexual implica eso: ser.
Desde su experiencia como autor de literatura juvenil LGTBIQ+, ¿cuáles considera que son los principales valores de sus novelas que las convierten en una buena recomendación para incluirlas en las bibliotecas de aula de los centros de educación secundaria?
En el universo Christopher se aborda la importancia de la libertad, la amistad, la familia, el respeto y el amor. Estos son los cinco puntales más importantes sobre los que se asienta la historia, puntales que son en definitiva valores que convierten a Edu Prieto en un buen candidato para habitar las bibliotecas de los centros de educación secundaria.
Además, es un personaje que cae bien y habla con naturalidad de todo; bueno, de casi todo.
¿Ha recibido mensajes de jóvenes lectores que se hayan sentido identificados con sus dos novelas? ¿Alguno le ha marcado especialmente? ¿Suelen ser buenas las recomendaciones?
Hay dos mensajes que me marcaron especialmente, el primero de ellos fue el de Carlota, que después de leer Christopher, el chico del metro les habló a sus padres de su orientación sexual, y el segundo fue la aplicación real de uno de los objetos que aparece en la historia: el cofre de los recuerdos. Cuando introduje este elemento en el universo de Edu nunca pensé que un lector podría llevarlo a su vida real. Y me hizo ilusión, la verdad.
Sí, las críticas suelen ser buenas. Es cierto que hay lectores que directamente han leído A un metro de Christopher sin haber leído Christopher, el chico del metro y sienten que no han llegado a conectar del todo con Edu. Es cierto que intenté contextualizar lo máximo posible, pero si no lees la primera parte hay parte de la esencia que pierdes. Porque no es lo mismo empezar a leer sabiendo quién es el personaje y de dónde viene que hacerlo de cero, sin saber toda esa parte previa de la primera parte.
Ha visitado bibliotecas como las de Almoradí y Formentera del Segura para presentar y promocionar sus libros. ¿Qué aprendizaje o experiencias valiosas se lleva de estos encuentros con los lectores?Después de pasar por un proceso de creación y escritura que en mi caso siempre es muy metódico y solitario, encontrarme con los destinatarios del relato es un gustazo. De hecho, la interacción con el lector es la parte que más me ilusiona de todo el proceso, pues me permite escuchar impresiones e interpretaciones que no son más que el rastro que deja Edu a su paso. Un rastro con matices, pero con un denominador común: la sensación de subirte a una montaña rusa (emocional) y bajar de ella con ese subidón tan característico y dulzón. No sé si llamarlo aprendizaje, pero gracias a estos encuentros he llegado a una conclusión: la conversación siempre es mejor y más interesante cuando el otro interlocutor también lee de manera habitual.
Ahora nos interesamos sobre su faceta como lector. ¿Le gusta leer también novelas juveniles? ¿Qué novela nos recomendaría de temática LGTBIQ+? Y, ¿de otro género?
He leído mucha novela juvenil, pero reconozco que ahora no la consumo tanto. Esto no quiere decir que en el futuro no vuelva a lo juvenil, pues al final voy eligiendo lecturas que estén alineadas a mi situación del momento: humor, estado existencial…
De temática LGTBIQ+ voy a recomendar Vallesordo. Lo hago por dos motivos: por ser la última novela LGTBIQ+ que he leído y por Nico, el prota, que es un niño tan tierno que no puedo dejar de recomendarla.
Más que una novela voy a recomendar un autor; bueno, dos: Ben Brooks y David Foster Wallace. Tienen sus detractores, pero yo soy fiel seguidor de sus obras. Fiel lector.
Por De lectura Obligada pasaron escritores de temática LGTBIQ+ como Javier Sedano y Khaló Alí. ¿Ha leído sus novelas? ¿Qué opina de ellas? ¿Son algunos de sus referentes?
No, no he leído nada de Javier Sedano ni de Khaló Ali, pero acaban de entrar en mi lista de autores pendientes. En la próxima entrevista te cuento :)
Imagine que alguno de nuestros lectores se decide a sumergirse en sus obras, ¿tendría alguna forma de contactar con usted para darle su opinión? ¿Cómo pueden adquirir sus libros?
¡Claro! Pueden escribirme a mi perfil de Instagram: @jesusm.marcos. Actualmente los últimos ejemplares de la primera edición de Christopher, el chico del metro los tengo yo, así que escribiéndome podría entregarlos en mano (si geográficamente es posible) o enviarlos por correo. A un metro de Christopher puede adquirirse de la misma manera que el anterior, y también a través de las webs de la editorial, de Casa del Libro, de Fnac, de El Corte Inglés, Amazon… y pidiéndolo en la librería más cercana lo llevan en un par de días.
¿Está trabajando en nuevas historias que sigan explorando la identidad, la diversidad y el amor en la juventud? ¿Le gustaría seguir escribiendo dentro de la literatura juvenil LGTBIQ+ o prefiere cambiar de género?
Sí, sigo escribiendo y explorando otros universos ficticios y no ficticios… Como autor no me gustaría encasillarme en juvenil, pues, como he dicho antes, me gusta explorar y la literatura me permite la posibilidad de hacerlo. Eso sí, todo lo que escriba siempre tendrá un componente reivindicativo y obviamente reservaré un lugar muy destacado para temas de orientaciones e identidades. Actualmente estoy ultimando una historia de no ficción dedicada a mi abuela materna. La publicaré a través de Amazon porque al ser algo tan íntimo y personal no quiero que la esencia se modifique lo más mínimo. Se trata de un viaje a través de una vida y una tierra, la Vega Baja del Segura. El título que he escogido es una de esas frases que nos dicen durante nuestra infancia: El último bocado es el que alimenta.
Para concluir, ¿qué espera para el 2026?
Para el próximo año espero poder seguir ofreciendo historias que acompañen, entretengan, emocionen, reivindiquen y representen.
Y oye, ojalá se cierre algo relacionado con la adaptación audiovisual del universo Christopher. Te mantendré informado :)
