David (Tim Roth) es un enfermero que trabaja con pacientes terminales. Profesional y dedicado en extremo, sin poder evitar total empatía con sus pacientes, a los que hace sentir como su familia. Sin embargo, fuera de su trabajo David es distante, reservado y solitario. Mantiene poco contacto con su ex esposa Laura (Nailea Norvind) y con su hija Nadia (Sarah Sutherland).
Me gustaría comenzar la crítica de esta cinta con una disculpa, porque la que a ustedes escribe no puede de dejar de tomar una película con esta temática a manera muy personal. La parcialidad de la nota se debe a 17 años de trabajo con pacientes oncológicos.Mientras seguía con atención el pausado y silencioso ritmo de la película del niño de los bucles pensaba dos cosas, la primera: ¡Qué buen actor es Tim Roth! Y la segunda: El síndrome de Burn-out.*Síndrome de burnout o síndrome de Tomas, llamado así por el personaje de la novela "La insoportable levedad del ser" (Kundera). También se refieren a él como el síndrome del quemado o del cansancio emocional. Ya que es un estado de agotamiento físico, emocional y mental, causado por el involucrarse en situaciones emocionalmente demandantes, durante un tiempo prolongado. Este padecimiento es muy común entre los trabajadores de la salud.Yo no sé de dónde sacó Franco un personaje así, pero me resultó algo muy familiar, en ocasiones me parece verlo en el espejo. Digamos que David (Tim Roth) es la contracara del síndrome del quemado. Que lejos de mostrar un hastío emocional por la profesión que realiza, la utiliza para sentirse vivo. ¿Vivo sintiéndose útil o vivo huyendo de su propia miseria? Eso lo tendrá que averiguar usted.Muchos son los profesionales de la salud que van más allá de hacer su trabajo. Cruzar la barrera de relacionarse con los pacientes está contraindicado ¡por salud!, pero existe una rara especie de ángeles que se cuelan entre ellos y transforman su trabajo en una muestra de amor a la humanidad.No todo el mundo está acostumbrado a perderse en la belleza de la lentitud, confieso que yo misma pestañee más de una vez. Franco retrata una realidad a la que ni siquiera se molestó en ponerle música. Ver Chronic es como ver por la ventana de la casa ajena. A todos los que han vivido la experiencia de tener un paciente así les va a cimbrar las entrañas, y a los que no, los hará temer porque ese momento llegue.Una película realista, con buena fotografía y excelentes actuaciones, una cinta que dice mucho, sin decir nada. Difícil de ver porque antes de que cambie de una escena a otra ya estás atorado en una reflexión, ya vas por otra, y por una más. Entre lo mucho que pasaba por mi cabeza, pensaba ¿qué le vio Cannes a esta película que yo no le estoy viendo? ¿Cómo va a cerrar este hombre todas esas historias? Y de repente ¡zaz!, te avienta el final a la cara y entones todo tiene sentido.Chronic no es un melodrama manipulador como muchos que andan por ahí derramando lágrima fácil. Tiene sentimientos que laten al ritmo del correr de su protagonista. Nos lleva a una reflexión que nos puede resultar dolorosa, pero sobre todo nos lleva a pensar en un despertar a la frágil, impredecible, volátil, dolorosa y bella vida.Revista Cultura y Ocio
Chronic y la insoportable levedad del ser
Publicado el 13 abril 2016 por Patricia Bañuelos @PatyBanuelos24
Michel Franco, escribe y dirigeLlegó a las salas comerciales la película ganadora a Mejor Guion en el pasado Festival de Cannes. El mexicano Michel Franco (Después de Lucía) escribe y dirige Chronic.