Revista Cine
La primera película de Josh Trank es una hábil mezcla de Cloverfield y El protegido. Es decir, cine de superhéroes que no se ponen capas ni disfraces, filmados en todo momento por las cámaras: las que llevan los protagonistas, las cámaras de otras personas, los móviles, las cámaras de seguridad, los vídeos de aficionados, etcétera. Pero esta propuesta se convierte en una de las sorpresas de la temporada, muy superior a otros títulos recientes del género. Tres jóvenes entran en una especie de agujero excavado en la tierra y descubren algo en su interior. A partir de entonces, e ignorando los motivos, adquieren poderes que aprenderán a controlar y a desarrollar: mover objetos con la mente, emplear una fuerza física extraordinaria o volar por el cielo.
Durante la primera mitad los muchachos se dedican a divertirse y a destinar los poderes a las bromas y gamberradas. Pero hay una escena en la película que me parece magistral, que dice mucho del personaje y que supone un giro radical con lo que nos han contado antes: me refiero a la escena de la araña, que no voy a desvelar aquí para quien aún no la haya visto. A partir de entonces las similitudes con El protegido se amplían. Yo me lo he pasado en grande con Chronicle.
Por cierto: el descubrimiento de la película es Dane DeHaan, un chaval con un aspecto físico que recuerda al Leonardo DiCaprio de sus primeros papeles en el cine. Actualmente, DeHaan es Lucien Carr en la película que están rodando sobre el asesinato de David Kammerer, ambos miembros de la Generación Beat, asesinato en el que se verían involucrados Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William Burroughs.