Siempre he tomado precauciòn y cuidado a Eva de ya casi 4 años de las chucherìas, de hecho no las conociò hasta pasado los dos años. Hasta los momentos sòlo las consume en ocasiones muy puntuales, galletas o helado, màs nada pese a que me dicen del "cruel daño que le inflige esta madre a esa pobre niña", en su lugar prefiere las frutas, le encantan casi todas, la manzana es su favorita, serà por su nombre? Eva-Manzana?, jeje
El hecho es que unido a criarla con respeto y la lactancia prolongada (aunque ya no toma teta en "pùblico" pero siempre preguntan y respondo con la verdad, faltaba màs) se convierte a veces en una carrera titànica contra el mundo en general que les produce a ellos malestar por hacerme ver "mi error" y me aleja cada vez màs de quienes quiero y amo, algunos lo aceptan de mala gana, pero otros no, ya sin entrar en las arenas movedizas de sabernos a los tres vegetarianos y no consumidores de leche de vaca......... es el complemento perfecto para pensarnos "locos", que si estamos algo, no?, pero de esa locura que no daña a nadie, mucho menos a nuestra hija. Lo que me mantiene en pie es verla siempre sana y deleitarme en como ella adora comer frutas y las veces que en descuidos mìos en fiestas o encuentros han puesto chucherìas en sus manos, las prueba con la lengua y las devuelve porque su "exquisito paladar" no las acepta.......jejeEncontrè esto y quise compartirlo:
Las golosinas o chucherías que consumen casi a diario los niños, y los no tan niños, son un amasijo de aditivos, saborizantes, colorantes y espesantes que atentan contra la salud y ponen en peligro el correcto desarrollo físico y emocional.
Las golosinas son una tentación a la que pocos se resisten. Sus atractivos colores y formas atraen a niños y mayores, que se dejan arrastrar por la variedad de sabores que deleitan sus paladares. Pero lo que muchos no saben es que estos dulces tan adictivos apenas aportan nutrientes y sí excesivas calorías.
Pese a que todos sabemos que el excesivo consumo de dulces causa serios problemas a nuestro organismo, la gran mayoría de personas hace caso omiso de ello y continúa consumiéndolos y motivando a los más pequeños a que hagan lo mismo. Es un tema preocupante si consideramos que, al viejo problema del azúcar, se le añade en la actualidad un problema mucho más grave: las "chuches" contienen más de 17 tipos de colorantes sintéticos y aceites hidrogenados que las hacen elásticas y, aún así comestibles.
Las golosinas o chucherías que consumen casi a diario los niños, y los no tan niños, son un amasijo de aditivos, saborizantes, colorantes y espesantes que atentan contra la salud y ponen en peligro el correcto desarrollo físico y emocional. Algunos de los colorantes identificados en las golosinas que se venden en los mercados convencionales son el E-102 (que dan color amarillo-naranja), E-110 (naranja), E-122 (rojo) y E-129 (rojo oscuro), causante de alergia y procesos asmáticos de origen alergénico. Otros colorantes sintéticos, altamente peligrosos, son el E-133 (azul brillante) que se ha demostrado residual y se acumula en riñones y vasos linfáticos, y el E-131 (azul), que produce urticaria en algunos niños.
Los colores de los caramelos, que no tienen justificación alimenticia sin sólo cosmética, podrían obtenerse de colores naturales, aunque se descarta esto porque le salen muy costosos a las empresas elaboradoras de golosinas. Esto explica que en España estén registrados actualmente 43 diferentes colorantes para el consumo humano.
Venenos infantiles
Acostumbramos a nuestros niños a premiarles con el azúcar, que engancha más que el tabaco. Entre golosinas y pastelería industrial, que integra la "merienda" actual de los niños, estamos ocasionándoles graves trastornos de salud, al tiempo que contribuimos al desaparecimiento de la comida tradicional, que incluye recetas caseras para las comidas, y frutas a la hora de la merienda.
Entre las chuches y la pastelería industrial, los niños reciben en su dieta diaria elevados índices de azúcar refinada que inciden en el grado de hiperactividad y agresividad de los menores, sometidos además a una vida cada vez más sedentaria, que no requiere la ingesta de alimentos altamente energéticos. Es así como cada vez son más frecuentes los casos de hipoglucemia (relacionada con el cansancio, decaimiento y melancolía) y la hiperglucemia (vinculada a menudo a un nivel de hiperactividad muy fuerte). Sin ignorar también los problemas de caries dentales y la obesidad; esto último, acelerado con la ingesta de comida basura, típica de los tiempos actuales.
Diego Rivera
Licenciado en Tecnología de los Alimentos
Asociación Vida Sana
Tomado de Holìstika