Churras y merinas, dos especies de ovejas que se han hecho famosas gracias a aquel dicho que dice de no mezclarlas, pues la calidad de sus lanas es bien diferente. Y es que en este país somos muy dados a mezclar y a confundir, de manera inocente por despiste o intencionadamente buscando beneficio con ello, sea lana o sean otras cosas. Y en política, así como los medios de comunicación, parece que cada día son más dados a confundir o a querer confundir, y no ya ovejas, sino hechos.
El volumen de noticias que se generan a diario y el caudal de información que se nos transmite es elevadísimo, y los medios de comunicación e información son los encargados de desgranar lo que en teoría es más importante para proceder a su difusión, pero buena parte de las noticias que se seleccionan para su difusión responden a unos criterios, que desgraciadamente de objetivos poco tienen, y vienen más dados por la línea editorial del medio y a su posicionamiento ideológico.
El posicionamiento ideológico de la mayoría de medios, o de quienes están detrás de ellos, es evidente, y algo totalmente lícito, pero la total subjetividad con la que tratan a ciertos temas y rivales políticos, olvidándose de toda ética y mostrando un total desprecio por su código deontológico, no tanto. Y esto se ha hecho aún más patente con la aparición en la escena política de Podemos y las confluencias en las que participa, y que desde esos medios no han parado de llamar populistas o antisistema.
Parece que con tal de desprestigiar a los rivales políticos ahora todo vale, y el establishment no tiene reparo alguno en utilizar los medios e incluso en instrumentalizar la justicia con este fin. Se podría decir que algunos se están comenzando a poner nerviosos ante la perspectiva de ver afectados sus intereses; lo que ha llevado a sus medios a la criminalización de hechos y personas sin importarles distorsionar o falsear la realidad o el daño que pudieran causar, porque el fin justifica los medios, y ese fin no es otro que perpetuarse en el poder o no perder ni un ápice de este.
Todos tenemos muy presente lo que ocurrió hace unas semanas, donde ciertos medios, al igual que el Partido Popular, se explayaron criminalizando a dos titiriteros contratados por el ayuntamiento de Madrid. Un desafortunado desliz, o metedura de pata, a la hora de planificar una función de títeres para niños sin tener conocimiento de la idoneidad de dicho espectáculo llevó, tras la pertinente denuncia, a encarcelar a los dos artistas que realizaron la función, y que ciertos medios utilizaron para ensañarse y desprestigiar a Manuela Carmena y a sus regidora de cultura. Y estos últimos días la noticia es el juicio de Rita Mestre, portavoz del ayuntamiento de Madrid, a la que se le está dedicando mucho espacio y tiempo en los medios por lo que una gran mayoría consideramos un hecho intrascendente o de poca trascendencia y que no justifica el seguimiento mediático que se le está haciendo.
La señorita Mestre participó en lo que a los sumo podríamos considerar como una iniciativa de protesta poco acertada en la universidad Complutense en el 2011, cuando en compañía de otras compañeras de la universidad entraron en la capilla a torso desnudo, pero que le puede representar una condena de hasta un año de prisión. Pero al igual que le ocurriera al señor Guillermo Zapata, compañero de partido y excompañero en el mismo ayuntamiento, su principal delito no es meter la pata o herir los sentimientos de unos cuantos con sus escritos o actos, su principal delito, y por el que la maquinaria de destruir y triturar la ha tomado con ellos, es ser de Podemos. El establishment se ha propuesto luchar contra quienes les están apartando del control de las instituciones, como podría ser en este caso el ayuntamiento de Madrid, y en su cruzada contra los perro flautas todo vale.
Pero claro para algunos, casos como los mencionados en el ayuntamiento de Madrid o el cargo de artículos de aseo para el alcalde de Zaragoza, Pedro Santiesteve, para tener en su despacho, entre los que se encontraba una gomina, son aparentemente de tal gravedad como lo podría ser la Gurtel, la Púnica, la operación Taula en Valencia o la financiación irregular de todo un partido.
La cuestión no es saber de ovejas, ni discernir lo que está bien de lo que está mal, la cuestión es que los medios no pueden entrar en este juego partidista y barriobajero de tapar las miserias de unos al tiempo que se destripa a los otros. Los medios de comunicación (el cuarto poder) han de ser independientes y no pueden estar al servicio de nadie que no sea el conjunto de la ciudadanía, pues el cometido de cualquier medio serio está en informar de la manera más objetiva posible, y siempre desde el respeto a la verdad y a la ética.
MSNoferini