Revista Diario
En toda capital de la moda que se precie de serlo existe una zona, barrio o calle destinados a las tiendas de lujo, donde la elegancia, clase y porte parecen ser el común denominador de los transeúntes. ¡Ah! Olvidaba el ingrediente clave, tarjetas de crédito con amplio soporte. Aunque, por mirar no se cobra, también se logra colar algún que otro visitante ávido de observar lo bonito por el mero gusto de hacerlo (en esa categoría entro yo).
En Milán, el llamado "Cuadrilátero de oro", formado por las calles Via Montenapoleone, Manzoni, Sant’Andrea y Viga Spiga, es la zona donde el Rey Midas pareció pasar. Pero hay algo que me llamó la atención...
¿Por qué les comparto estas fotos que no muestran los escaparates? Al pasear por toda esa zona, observé que no sólo las calles no son de oro, sino que la vegetación pareciera no formar parte planeada de la imagen urbana. O sí.
Los múltiples macetones situados a lo largo de toda la calle otorgan armonía y vida a la vista, no compiten con los escaparates ni tapan las fachadas. Complementan la imagen.
Y he aquí la respuesta a mi auto pregunta. En los últimos meses, mi ciudad ha sido objeto de obras de pavimentación y modernización del sistema de drenaje. Muchas calles y avenidas principales han sido objeto de esos trabajos durante 4 meses. Soy de las ciudadanas que apoyan el mejoramiento de la infraestructura urbana. Sí, qué bueno que se haga. Lo malo ha radicado en que al abrir las calles, pavimentarlas y terminar la obra, no sólo el cableado subterráneo, sino los árboles, las flores y en general, las plantas, han quedado fuera de esa visión. Las eliminaron y no las sustituyeron, ni por nuevas ni por ningunas. Nada. Pavimento sin más.
Me es imposible no estar sensible ante la belleza de otros lugares (ciudades que, como Milán, son receptoras de miles de visitantes de todo el mundo) y observar soluciones alternas para el mejoramiento de la imagen urbana. Dado que abrir nuevamente las calles se antoja disparatado, he aquí una idea que remedia con diseño y pulcritud la abundancia de sequedad en las recién inauguradas y transitables calles de mi ciudad.
Tras esta idea y deseando que el Rey Midas se diera un paseo conmigo, les pregunto ¿es válido inspirarse en ciudades de otro continente para remediar males tercermundistas? ¿O es mejor la indiferencia?
Se vale soñar...que por eso tampoco cobran.