Todos hemos entrado a algún bar y nos hemos encontrado a alguien con los ojos rojos y desencajados tirando monedas a una de esas máquinas tragaperras con luces hipnóticas y botones que apretar en busca de los tres limones o algo por el estilo. Cuando por una de aquellas se conseguía reunir las tres frutas de las narices sonaba una música estridente y empezaba la escandalera de las moneditas cayendo en una bandeja metálica que atronaba como el pedrisco. Todo el bar se giraba y el agraciado cambiaba la cara de codicia por una de cierta vergüenza al ver que lo habían pillado. Era la ludopatía a la vista de todos, incluso algunos hemos intentado hacer ver (con mayor o menor éxito) al conocido que se gastaba los cuartos eso de que la máquina está programada para ganar dinero, que nadie da dinero porque sí, que lo de los chinos que saben cuando va a caer el premio es eso, un cuento chino y todo eso. Ahora ya ni eso, llegué al café el otro día y vi que habían cambiado el cacharro estrujabolsillos por otro que parecía un cacharro sacado de la NASA. Me dijeron en la barra que con eso puedes apostar hasta en carreras de avestruces en la India. Hay que ver lo que avanza la tecnología, para todo menos para facilitarnos la vida. ¿Raro, verdad?
Todo está cambiando. Las tragaperras ya no hacen ruido, ya no están en los bares, se han trasladado a los locales esos misteriosos que han brotado como champiñones en muchos barrios y hasta han acampado en nuestros bolsillos. Cada vez resultan más peligrosas, quizá porque se han escondido en el anonimato y la soledad de nuestras casas, sin que exista el ruido delator de las moneditas y sin que parezca que exista límite al respecto. Empezaron como algo moderno y llamativo, pero rápidamente se han convertido en un serio problema para miles de personas que creen a esa gente que promete por la tele dinero fácil y rápido. Todo muy “moderno”, muy “OnLine”. Y claro, el dinero que no se ve pues como que desaparece con mayor alegría, ¿verdad? A mí por lo menos me pasa en las rebajas, si llevo efectivo me es más fácil controlarme que si saco a pasear la Visa. Cosas del subconsciente, supongo.
Lo peor de todo es que las principales víctimas de todo esto de los “casinos de bolsillo” son las que ya se aferran a lo que sea “por salir del hoyo” y creen que la especie de “Las Vegas” que se ha montado en internet les va a solucionar la vida.¿ coincidencia? No creo, más bien veo todo un tinglado para acabar de exprimir el jugo al que no tiene. Pero todavía existen algunos más vulnerables, nuestros críos. Si a cualquiera le puede costar no hacer caso al coro de sirenas cantando que te vas a forrar imagínate lo que puede ser tener 16 o 17 años y evitar la atracción por esas páginas que “te regalan” hasta 200 Euros para gastar sin que se enteren los padres.
Son cada vez más los que quedan enganchados al juego, no duermen, sus jefes los despiden, sus parejas los dejan y cada vez se van encerrando más y más en el mundillo de la apuesta, tanto que acaban perdiendo su interés por todo. Y claro, la vida se acaba resintiendo. Se cae en la espiral de la baja autoestima, aislamiento, fobia social y al final, cuando descubres que la vida es algo más que un avatar en internet, la temida depresión.
Este es un problema que cada vez va afectando a más y más personas pero que parece pasar desapercibido. ¿Cuándo se lo van a tomar en serio en la Carrera de San Jerónimo? Igual ya se está llegando tarde a tomar en serio la cosa del ciberjuego. Quizá podrían empezar por vigilar más la publicidad que lo abarca todo , la que anuncian los mega astros del deporte asegurándote que te vas a forrar si juegas a lo que te anuncian y claro, los ves tan ricos, tan sonrientes ellos, tan llenos de éxito que picas porque no caes en que la táctica es más vieja que la tos. El gusano más bonito, rico y sabroso siempre es el que está enganchado en el anzuelo. Recuérdalo.