Revista Ciclismo

Ciclismo y tabaco: dos cosas 100% incompatibles

Por Rafael @merkabici

¿Puede uno fumar con moderación y ser un buen ciclista? Puede, pero sería mejor competidor si no fumara. Nuestro experto habitual, Chema Arguedas, trata de desmontar el tópico de que el tabaco a veces no es malo para el esforzado de la ruta, aunque sea en pequeñas dosis.

El tabaco siempre es malo, y si fumar con moderación no es tan terrible, no fumar siempre es mejor. Y no hay tu tía. “Con el tabaco no hay nada compatible”, afirma Arguedas. “Como si al hacer ejercicio y al sudar expulsases la nicotina y esas miles de sustancias cancerígenas que lleva cada cigarrillo”.

Así pues, obviando los problemas de salud provocados por el tabaco (y las millones de muertes directas que causa al año en todo el planeta), ¿cómo afecta el fumar a tu rendimiento? Vamos a comprobarlo.

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Explica Arguedas que está ampliamente demostrado que los daños que produce el tabaco en alguien sedentario son muy similares a alguien que fuma y practica ejercicio. “O sea, que si fumas no te libras”, añade el experto. “Lo que ocurre es que con tabaco o sin tabaco alguien que se mueve y practica ejercicio siempre estará mejor o más en forma que alguien inactivo. Pero de ahí, a que esté blindado frente a los perjuicios por fumar hay un buen trecho”.

Lo primero que ve afectado el ciclista aficionado al fumar es el sistema cardiovascular en su conjunto. ¿Es importante? Importantísimo: se trata del organismo que tienes que trabajar y pulir para mejorar tu capacidad aeróbica; se trata del organismo con el que gestionas tu recuperación tras un entrenamiento. Y sin embargo, con la bicicleta lo que hacemos es:

Provocar un aumento del monóxido de carbono mayor que en la sangre, debido a que el tabaco provoca una pérdida de oxígeno en la hemoglobina.

Dificultar la captación de oxígeno por parte de los alvéolos

Disminuir  el oxígeno a nivel muscular por mal intercambio gaseoso a nivel pulmonar

Generar una vasoconstricción arterial que provoca una disminución de oxígeno a nivel muscular.

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Quienes fuman tienen normalmente una frecuencia cardiaca más alta debido a que la nicotina provoca la aceleración del ritmo cardiaco. A los pocos minutos de encender un cigarro se estima un aumento de unas diez pulsaciones por minuto. Se reduce la cantidad de sangre que llega al corazón y aumenta la presión arterial.

“Evidentemente, opina Aguedas, “las consecuencias más visibles se verán cuando al ciclista fumador lo pongan en situaciones comprometidas y en donde tenga que exigirse al máximo. Si se sube un puerto a fuego, un fumador será el perfil idóneo o más propenso para sufrir broncoespasmos al parar en la cima, como por ejemplo haciendo un símil, los que puede sufrir en la misma situación un alérgico al polen en plena crisis alérgica. Además que un ciclista que fume es candidato a sufrir arritmias y taquicardias”.

Hecho el esfuerzo, ¿qué ocurre con la recuperación al finalizar la sesión de entrenamiento? Algo no muy bueno, ya que entrenando no solo mejoras la forma, sino también tu capacidad de recuperación. Y ya hemos dicho que el tabaco afecta al sistema cardiovascular.

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En definitiva, la recuperación será mucho más lenta y el catabolismo o destrucción muscular también será mayor debido al aumento de una enzima que degrada el músculo. Si fumas vas a perder recuperación porque la vitamina B1, encargada de mantener el tono muscular y relacionada con la recuperación, pierde poder de asimilación.

¿De verdad no te han entrado ya ganas de arrojar el paquete de tabaco a la papelera?


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