Me gustaría empezar con un conjunto que hacía mucho tiempo tenía en mente, y como una imagen vale más que mil palabras, ahí va.
Como te decía, hace bastante tiempo rondaba por mi cabeza la idea de realizar un conjunto sobre este tema. En torno a la influencia de la luna sobre el ser humano se han escrito ríos de tinta, han rondado miles de conversaciones y es un hecho que desde siempre nos hemos sentido maravillados por ese ente de luz de plata capaz de hipnotizarnos. Muchas personas están convencidísimas que la Luna afecta al comportamiento del ser humano apoyando su idea con argumentos más o menos convincentes, otras son más escépticas y afirman que no existe tal influencia.
Sin embargo, en lo personal, no es exactamente en esas ideas donde encontré la inspiración para estas piezas. Lo que me movió a crear este conjunto fue la observación de los ciclos lunares como una alegoría de nuestros propios ciclos, como un reflejo de la naturaleza cíclica de todo lo que existe. Últimamente vengo observando una tendencia al “buenrollismo” excesivo y al optimismo de bote, y si bien siempre he sido una persona tendente al optimismo, considero erróneo renegar de los momentos negativos y tratar de enterrarlos, como si fuera posible hacerlos desaparecer. Me parece más sano reconciliarse con la propia naturaleza, permitirse tener días de bajón y no culpabilizarse por ello. Aceptar al fin y al cabo que, del mismo modo que hoy puedes estar en un momento “menguante”, llegará el momento creciente.