Un modelo económico-político y un proceso genocida que no termina:
Durante 45 minutos se escucharon los fusiles de lo gendarmes y policías. Y también resonaron los gritos de cientos de indígenas Qom y Moqoit. Fue el 19 de julio de 1924, a las 9.30 de la mañana, en el Chaco. "Masacre de Napalpí", es el nombre histórico del hecho atroz. Por el asesinato de entre 500 y 700 indígenas no hubo condenados. La decisión de la matanza fue política y el motivo, tan vigente, el interés económico-empresario-gubernamental de exprimir los territorios indígenas.
La (mal) llamada "Conquista del Desierto" es la más conocida de las campañas militares contra los pueblos originarios. Pero no fue la única. También hubo una campaña al oeste (Cuyo) y otra al norte, también llamada del "Desierto verde". Cada una tuvo su particularidad, pero todas coincidieron en atentar contra la vida indígena y apropiarse de sus territorios. ¿El objetivo? Incluir esas tierras al mercado capitalista, a la "producción", obtener dinero, aunque implique miles de vidas.
En noviembre de 1911 se fundó la Reducción de Indios de Napalpí. La idea del gobierno nacional era “concentrar a los indígenas en pequeñas porciones de tierra, para colonizarlos a través de la educación y utilizarlos como mano de obra barata”, se repasa en el sitio de la Fundación Napalpí. La intención del Estado pasaba también por “garantizar la seguridad de los inmigrantes que venían a poblar el Chaco”.
Los indígenas de esta reducción se negaron a ser explotados y reclamaron por mejores condiciones de vida y respeto a su cultura. El 19 de julio de 1924, un grupo de más de cien policías del por entonces Territorio Nacional del Chaco “llegó al lugar con la orden expresa de aniquilar a los sublevados”, con el apoyo de la policía local y de un avión militar. Terminó en una masacre sobre las comunidades qom y moqoit, y los criollos, en la que muchas personas fueron incineradas en fosas comunes.
Desde la Fundación Napalpí señalan que solamente quedaron registros de los testimonios de Melitona Enrique (comunidad qom) y Pedro Balquinta (pueblo moqoit) sobre la masacre. En junio de 2014, la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Chaco inició una investigación sobre lo ocurrido. El 19 de abril de 2022 comenzó el juicio por la verdad por la Masacre de Napalpí. “Se trató de un juicio sin implicancias penales, debido a que al momento de iniciarse la investigación en el año 2014 no quedaban responsables con vida. Fue un hecho histórico para la Argentina: es la primera vez que se juzga un genocidio indígena como delito de lesa humanidad”, resaltan.
Reducción de indios de Napalpí.
Propone que el tema –a propósito del centenario– sea abordado de manera “institucional y de reflexión”. Se trata –afirma– de contenidos a trabajar en las aulas “en clave de derechos humanos, en los que los pueblos originarios están incluidos”. También desde la “perspectiva intercultural” que forma parte de los planes educativos.
Parte de la historia argentina
Villarreal subraya que la Masacre de Napalpí se inscribe en los estudios de la memoria: “Cuando hablamos de la historia de los pueblos que fueron silenciados, marcados por el miedo y el dolor, hablamos de la historia argentina, no sólo de los pueblos indígenas”.La educadora asegura que es imposible trabajar lo que es la segunda mitad del siglo XIX, dentro de las ciencias sociales y el modelo del proyecto agroexportador de la Argentina, desconociendo a las comunidades originarias. Napalpí –dice– es una parte del proceso de expansión del capitalismo, donde el Estado planifica un tipo de producción para esos territorios y una mano de obra barata que es fundamentalmente la mano indígena. En ese contexto histórico es que invita a meterse de lleno en el hecho.
Napalpí no es la única de estas masacres. “Es una de las innumerables matanzas que se dan en el Gran Chaco, que parten de ese Estado que se estaba consolidando en un modelo liberal”, dice, y destaca el camino iniciado con la vuelta de la democracia primero y más tarde con un contexto más amplio de lucha “para que estos crímenes sean reconocidos como de lesa humanidad”.
La profesora señala que el juicio de Napalpí fue fundamental, ya que permitió que “se repliquen los pedidos de justicia de otras comunidades”.
Desafío y compromiso
Está claro que darse la tarea de hacer visible genocidios como el de Napalpí en la actualidad del país, donde el avasallamiento de derechos es un hecho cotidiano de las políticas estatales que encara el gobierno de La Libertad Avanza y quienes le dan su apoyo, no es nada sencillo.Villarreal asegura que es por esta realidad que se vive que hay que multiplicar el compromiso: “Justamente hay que apostar a redoblar las fuerzas en ese sentido, porque el contexto que tenemos puede implicar retrocesos en lo avanzado con estos hechos y en las luchas sobre la memoria”.
Un ejemplo de este compromiso de divulgación y enseñanza es la Jornada de Interculturalidad y Educación A 100 años de la masacre de Napalpí. Construcción de memorias indígenas en las prácticas docentes, realizada el 28 de junio pasado, en el Normal N° 1. La primera –resalta la educadora– que se hace desde un Circuito de Educación Superior (el II), y que convoca a 16 institutos de formación docente de la provincia. En ese encuentro participaron más de 240 asistentes, entre estudiantes y docentes.
“¿Qué enseñamos cuando tenemos que abordar los pueblos originarios en las aulas?” fue una de las preguntas con la que la profesora Villarreal abrió el panel organizado para esa jornada. Lo hizo –entre otras razones– para recordar que en su conformación “el Estado nacional excluyó a los pueblos indígenas, con ese imaginario y ese modelo de una Argentina blanca, occidental, europea que aún existe en los discursos y en las prácticas, incluyendo a la misma escuela”. Es clave –dice– “incorporar estos espacios de la historia argentina que fueron silenciados”.
La pregunta compartida resultó una invitación además a posicionarse como docentes o futuros docentes a enseñar desde “una perspectiva intercultural en un sentido amplio, que trabaje por incluir un diálogo de saberes pero en un plano de igualdad; y no a reproducir esos discursos en que los pueblos indígenas quedan limitados a un tiempo lejano y un espacio rural”.Para Villarreal se trata de hablar en las aulas de la inmigración sin desconocer a los pueblos indígenas; de no pasar por alto las desigualdades históricas y presentes que se ponen en juego al trabajar estas temáticas. “Todo esto no deja de ser un trabajo de la memoria. Nadie se cuestiona que el Holocausto sea un contenido universal, pero con la Masacre de Napalpí ¿qué pasa?”, invita a reflexionar.
Avión usado en la masacre de Napalpí.
En esa jornada de educación superior se proyectaron segmentos de distintos documentales de Napalpí. En particular, Villarreal citó el del historiador Juan Chico, que fue quien comenzó en el Chaco a abrir la historia de la masacre silenciada hasta entonces. En estos debates dados en el Normal 1 también hubo una referencia a otra masacre que fue la de la Rebelión Mocoví en Santa Fe (1904). El antropólogo Juan Nóbile relató el trabajo que hace el Equipo Argentino de Antropología Forense. Los docentes interculturales Ernesto Talero, Graciela Núñez e Isabel Paredes (docente chaqueña) compartieron sobre la enseñanza en la modalidad intercultural bilingüe, junto al Grupo Qoiopi. La actividad –de la que participó además la supervisora Claudia Ortega– culminó con la colocación de un cartel en el ingreso del Normal 1 con la inscripción de Memoria, Verdad y Justicia, en qom (la intención es hacer un cerámico más tarde).
En la sentencia del juicio sobre la Masacre de Napalpí (2022) –se repasa en Educ.ar– la Justicia Federal dictaminó que en los asesinatos de integrantes de los pueblos Qom, Moqoit y criollos, ocurridos en 1924, “existió responsabilidad del Estado nacional en los delitos de homicidio agravado y reducción a la servidumbre como crímenes de lesa humanidad cometidos en el marco de un proceso de genocidio de los pueblos indígenas”. La sentencia establece además una serie de medidas reparatorias. Entre esas disposiciones del tribunal de justicia está la de “publicar y dar difusión a la sentencia e incluir los hechos probados en los diseños curriculares”.La profesora Villarreal rescata la relevancia de este apartado de la sentencia para el sistema educativo y sus distintos niveles, que además le dio marco a la jornada intercultural de junio pasado. “Es importante porque si bien hace unos años, en algunas escuelas de la modalidad Intercultural Bilingüe, se empezó a trabajar, que exista este pedido implica que se asuma desde otro lugar la necesidad de esta enseñanza”, dice, y una vez más enfatiza sobre la tarea de hacer memoria que tiene la escuela.
Recursos para el aula
La profesora María Claudia Villarreal acerca algunos materiales y sitios web sobre la Masacre de Napalpi y genocidio indígena.El artículo de Educ.ar 9 de julio: un día para recordar a las víctimas de la masacre de Napalpí; La Red de investigadores en Genocidio y política indígena; la Fundación Napalpí; el video sobre Juan Chico, el joven historiador qom que dio el primer paso para investigar la Masacre de Napalpí.También artículos y publicaciones como el de “Historia y memoria entre los pueblos indígenas de la provincia de Santa Fe. Procesos de genocidio y educación intercultural”, de Greca y Villarreal (Listocalisto ediciones); “Revisitando Napalpí: Por una antropología dialógica de la acción social y la violencia”, de Salamanca (Revista de Filo UBA); “´Nam Qom Hueta’a Na Doqshi Lma’. Los tobas en la casa del hombre blanco. Identidad, memoria y utopía”, de Tamagno; “Las masacres del olvido. Napalpí y Rincón Bomba en la genealogía y el racismo de estado en la Argentina”, de Trinchero; “Interculturalidad, memorias y experiencias educativas. La transmisión del pasado entre comunidades qom y mocoví de la provincia de Santa Fe”, Villarreal y Greca; “Del silencio al ruido en la Historia. Prácticas genocidas y pueblos originarios en Argentina”, en III Seminario internacional Políticas de la memoria, del Centro cultural de la Memoria Haroldo Conti, entre otros recursos recomendados.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 13/07/24