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Ciencia bíblica

Publicado el 24 junio 2011 por Alma2061




Ciencia bíblicaCiencia bíblica, estudio de la Biblia en el que se aplican todos los recursos del conocimiento contemporáneo que puedan contribuir a la comprensión de su significado exacto. Se diferencia de otros enfoques de la Biblia, como el de los devotos o el que se centra en exclusiva en su apreciación literaria.A diferencia de la literatura de otras religiones, la Biblia ha estado sujeta, en cierta medida, a críticas y correcciones por parte de las personas instruidas. Es indudable que esta crítica surgió porque tanto el judaísmo como el cristianismo conciben la religión como un elemento histórico, es decir, el producto de acontecimientos históricos auténticos. Aunque la gran mayoría de los escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento son de hecho anónimos, siempre fueron atribuidos, de uno u otro modo, a un autor humano. Por ello se ha considerado legítimo que otros seres humanos los evalúen. Nunca han sido considerados tan sólo como una literatura transmitida por vía directa desde los cielos o tan remota y distante de la condición humana contemporánea como para considerarlos inmunes al estudio crítico. En esto contrastan, por ejemplo, con las escrituras del hinduismo o el islam. Sin embargo, la noción del estudio crítico de la Biblia ha cambiado de una forma radical en el transcurso de los siglos.

2 LA ERUDICIÓN BÍBLICA PRE-CRÍTICA

A los antiguos eruditos bíblicos judíos y cristianos les preocupaba reconciliar las disparidades provocadas por los autores humanos con sus convicciones de que la Biblia era un producto de la inspiración divina: dictada en persona por Dios al autor humano o sugerida al autor a través de sueños, visiones y otras presentaciones indirectas. Tendía a hacerse hincapié en el elemento divino a expensas del humano. Los primeros rabinos de Palestina y Babilonia (200-500 d.C.), cuyas discusiones se conservan en las tradiciones judías recopiladas en el Talmud, pretendían alcanzar una coherencia entre las muchas aseveraciones de la Biblia y entre la Biblia y el propio judaísmo, que consideraban una interpretación del Antiguo Testamento inspirada por Dios. Para lograr esta coherencia se realizaron tipos de razonamiento que, a la luz de las normas modernas de la explicación textual, parecen con frecuencia retorcidos y arbitrarios (véase Mishná).En el mundo helénico, el erudito judío Filón de Alejandría hizo esfuerzos similares para demostrar la correspondencia del Antiguo Testamento con la concepción del mundo de filósofos y científicos griegos. Para lograr esta reconciliación, recurrió al alegorismo (véase Alegoría), el proceso interpretativo en el que se descarta el significado superficial o literal de un texto en favor de un significado más profundo (divino, en este caso) que subyace en el mismo y que sólo puede ser percibido por los iniciados.La mayoría de los primeros padres de la Iglesia utilizaron el mismo método. Estaban convencidos de que el significado real del Antiguo Testamento era lo que había llegado a desembocar en el Nuevo Testamento y en las interpretaciones cristianas posteriores. Los primeros intérpretes del Nuevo Testamento tendían a tratar la totalidad del Antiguo Testamento como libro cristiano, en el que todo lo que se hace o se dice tiene un significado sólo en la medida en que simboliza o augura lo que más tarde se cumplirá en Cristo y en su Iglesia (véase Apócrifos del Nuevo Testamento).En la actualidad, algunos comentaristas cristianos siguen pensando en el Antiguo Testamento sobre todo en términos de su relevancia para la Iglesia cristiana, tal y como lo hizo el Concilio Vaticano II, al menos en algunas partes de su doctrina con relación a las Escrituras. Esta posición genera ciertas tensiones respecto a lo que ha llegado a conocerse como método histórico-crítico, que contempla y estudia la Biblia como una obra literaria escrita por un autor humano, conformada por los estilos y convenciones literarias de su época.

3 PRIMEROS ESTUDIOS CRÍTICOS

Ya en la antigüedad se produjeron algunas tentativas de aplicar el método histórico-literario. Aun cuando prevalecía el alegorismo, algunos comentaristas consideraban que existían mejores métodos para explicar la literatura inspirada en la divinidad que la simple presunción de que había sido dictada por Dios a un autor humano. De hecho, el alegorismo de Filón era, en parte, fruto de su convicción de que algunas secciones de las Escrituras no podían reflejar una verdad literal tal y como se afirmaba. Por tanto, la interacción entre Dios y la humanidad para la producción de las Escrituras podía adoptar formas más sutiles de las que, por lo general, supuso Filón, es decir, la revelación que hace Dios, sirviéndose de una persona poseída por Él, a la manera de los oráculos griegos (véase Oráculo).Entre los cristianos, san Agustín de Hipona en su comentario acerca del significado literal del Génesis (De Genesi ad Litteram, 401-415), se muestra muy prudente acerca de la supuesta discrepancia entre la concepción del mundo científico de su época y la de los autores bíblicos. Por ello reconoció la necesidad de analizar, desde una actitud crítica, la concepción bíblica. En Oriente, el sabio Teodoro de Mopsuesto fue aún más lejos. Intentó diferenciar entre el “espíritu profético” (es decir, la revelación divina), responsable de gran parte de la Biblia, y el “espíritu de la sabiduría”, que influyó en algunos escritores bíblicos (como por ejemplo el autor de Eclesiastés), a los que según Teodoro, les preocupaban asuntos de opinión o de observación reducidas a la esfera humana.A pesar de estas y de otras iniciativas similares, no fue sino hasta la Ilustración, en los siglos XVII y XVIII, cuando la Biblia comenzó a ser examinada de forma crítica. La Reforma protestante había reinstaurado el estudio serio de la Biblia tras siglos de abandono, y muy pronto los nuevos métodos que en este periodo evolucionaron hasta convertirse en una ciencia histórica y literaria comenzaron a aplicarse a los textos bíblicos. Entre los primeros críticos de la Biblia pueden mencionarse a Thomas Hobbes, Baruch Spinoza y Richard Simon.

4 MODALIDADES CRÍTICAS

Cualquiera que intente examinar el texto de la Biblia debe asegurarse primero de que el texto, tal y como ha llegado a sus manos, es el más exacto posible; en segundo lugar, ha de cobrar conciencia de que la traducción es una forma de interpretación, en la que debe determinarse el significado del texto antes de poder expresarlo en otras palabras. Los críticos, incluso en el periodo precristiano, trabajaban con material traducido, y tanto ellos como los especialistas posteriores comprendieron la necesidad de remontarse a las formas más antiguas posibles de los textos para fijar su significado original. Por ello, gran parte de la primera crítica de los textos estuvo dedicada a la determinación de un texto exacto. Los reformadores protestantes deseaban ver la Biblia en manos de los laicos, y los traductores de los siglos XVI y XVII se aplicaron en la búsqueda de textos que garantizaran las mejores traducciones posibles. A partir de sus investigaciones y de manuscritos descubiertos en el siglo XVIII se desarrollaron los métodos de la crítica de textos.

4.1 Crítica textual

La crítica pretende establecer qué se escribió en los textos originales, con independencia de su significado o relevancia. La crítica textual se sirve para ello de dos métodos: los criterios externos e internos. Los criterios externos consisten en las propiedades físicas de los propios manuscritos, su material, antigüedad y estilo de escritura, y en la historia de los manuscritos. (No se ha hallado ningún texto autógrafo de ningún autor bíblico, y es muy poco probable que algo así suceda alguna vez). Los manuscritos rescatados del Antiguo Testamento datan sólo de los tiempos cristianos, siglos después de la fecha de su composición primigenia. Sin embargo, la evidencia de las antiguas versiones (la Septuaginta griega y la Vulgata latina) y de fragmentos pre-masoréticos (véase Masora), sugieren que el texto normativo en hebreo que ha llegado hasta nuestros días ha sido mantenido con extraordinaria fidelidad. Por otra parte, el Nuevo Testamento es el texto antiguo mejor autentificado que se ha conservado en cualquier tradición. Los manuscritos completos y casi completos del Nuevo Testamento datan del siglo IV y numerosos fragmentos existentes fueron al parecer copiados a lo largo del siglo siguiente a la fecha original de su composición. Aunque entre estos manuscritos pueden hallarse, en la práctica, miles de lecturas distintas, en el 90% de los casos se trata de cuestiones incidentales (como por ejemplo, la sustitución de un sinónimo por otro) y presentan problemas que el estudio textual puede resolver con relativa facilidad.En cualquier caso, el crítico siempre tendrá que fijar sus propios criterios de análisis para determinar si un manuscrito es válido o no. Se trata sólo de principios de sentido común, según los cuales, una determinada lectura se considera que tiene más probabilidades de ser el original que otra. Así, una versión más corta suele considerarse por lo general más válida que una más larga, por la sencilla razón de que un copista tiende a ampliar el texto (por explicar un término que haya caído en desuso o por otras razones) que a comprimirlo. De igual modo, se supone que, entre dos textos, el más difícil es el que tiene mayores probabilidades de ser original, ya que la tendencia del escriba habrá sido explicar o resolver problemas de interpretación, en lugar de crearlos.

4.2 Crítica histórico-literaria

En los siglos XVIII y XIX, y sobre todo en Alemania, la crítica evolucionó hacia un estadio superior. Hacia finales del siglo XIX había despertado una tremenda oposición entre quienes lo consideraban un ataque contra la fiabilidad de las Escrituras. En cierta medida, esta oposición todavía no ha desaparecido, aunque la gran mayoría de los especialistas bíblicos consideran que esta evolución es el único método aceptable para determinar el auténtico significado bíblico.El método histórico-literario pone el acento en la formulación de cuestiones de interpretación y de relevancia, ya que le preocupan problemas como, por ejemplo, quién escribió el libro, sobre en qué fuentes se basó el autor, en qué medida se trataba de fuentes fiables, qué les ocurrió durante el proceso de transmisión y edición, y cómo se ha alterado el mensaje de la palabra bíblica en el transcurso de este proceso. En síntesis, este método plantea los mismos interrogantes sobre fiabilidad y validez que formularía cualquiera que intentara determinar la credibilidad de cualquier afirmación oral o escrita procedente del pasado.La crítica histórico-literaria ha molestado a diversos sectores del pensamiento cristiano porque dejó en evidencia que algunas afirmaciones de la Biblia no pueden constituirse como una verdad literal si se las juzga con pruebas históricas o factuales, y que varios escritos bíblicos no pueden ser obra de aquéllos a quienes se los ha atribuido la tradición. Resulta una paradoja que este método crítico es hoy objeto de ataques por parte de quienes consideran que la vitalidad del material bíblico estudiado queda a menudo en segundo plano durante un examen académico.

4.3 Crítica formal

Otra dimensión del método histórico-literario es la crítica formal. Este concepto se basa en la hipótesis de que un texto literario puede expresarse de diversos modos. El mismo acontecimiento o suceso puede relatarse con un estilo poético o limitarse a dar cuenta de los hechos. Cada forma lingüística literaria tiene su propia validez. Por tanto, la existencia de una amplia variedad formal en la Biblia ayuda a defender la “verdad” bíblica contra las objeciones de que su texto se aparta de una aseveración uniforme de hechos sencillos y sin adornos.Una vez identificado el texto, el crítico debe evaluar la situación histórica o Sitz im Leben (‘situación de vida’) que dio lugar a determinadas formas. Esta técnica fue aplicada por primera vez al Antiguo Testamento, de forma muy destacada por el pionero alemán de la ciencia bíblica, Hermann Gunkel. Intentó agrupar los relatos del Génesis en narraciones etiológicas, es decir, historias que en su opinión fueron creadas para explicar el origen de las características de una tradición existente. Por ejemplo, Gunkel creía que Génesis 9,20-27 explicaba por qué los cananeos estaban sometidos a los israelitas. Otros pasajes fueron incluidos en el Génesis para explicar los nombres, Gén. 25,26 donde se describe el origen del nombre de Jacob. Gunkel consideraba que los versículos como Gén. 28,10-19 eran explicaciones de las leyendas del culto atribuidas a lugares sagrados como Betel. Véase también Mitología.En la exégesis del Nuevo Testamento se han aplicado los mismos principios al estudio de la formación de los Evangelios en la Iglesia primitiva. También los relatos de cada evangelio son narraciones aisladas (denominadas historias de “conflicto”, de “pronunciamiento” o “milagrosas” que tienen a Jesús como protagonista). Por ello los especialistas examinan el motivo original por el que se escribieron estos relatos, intentando descubrir qué revelan acerca de la Iglesia que los generó.

4.4 La crítica estilística

Otro aspecto del método histórico-literario que ha pasado desde el criticismo del Antiguo Testamento al del Nuevo es el análisis estilístico, que tiene que ver con el papel de los copistas que trabajaron con un texto durante uno u otro periodo, y que analiza sus procedimientos y motivaciones. Desde hace mucho tiempo se acepta que la Torá, Profetas e incluso los Hagiográficos (en especial Salmos y Proverbios) no son obra de un único autor, sino de varios cuyas obras fueron unificadas por exegetas posteriores. Se ha demostrado que ése es el caso de los Evangelios. Obras, que en otro tiempos se consideraban producto de un único individuo identificable (Mateo, Marcos, Lucas o Juan), son hoy reconocidas como el resultado final de una escuela, una iglesia, una comunidad o una persona que trabajaba para ésta, que se legó a la tradición común existente y la adaptó a sus necesidades.La crítica estilística se limita a afirmar que el significado bíblico se desarrolló en las diversas fases de la historia de la comunidad de la fe que generó el texto bíblico. La tarea del intérprete consiste en decidir a qué fase de desarrollo debe asignarse el sentido último del texto. Por ejemplo, ¿debe buscarse el texto profético en las palabras de Amós en la medida en que pueden reconstruirse a partir de la obra editada que hoy existe en la Biblia, o tomar el libro de Amós tal como es en la actualidad, una profecía de salvación (Am. 9,11-15) en lugar de la predicción de una calamidad inexorable? La mayoría de los comentaristas prefiere analizar Amós en su forma antigua, no editada. Por otra parte, suele darse por supuesto que el sentido de los Evangelios es lo que sus redactores hicieron que significase, en lugar de mantener el significado de la tradición original sobre la que se basaban. En cuanto al Antiguo Testamento surge un problema especial —al menos para los cristianos— como consecuencia del ulterior desarrollo de las escrituras hebreas en la Septuaginta griega, que se convirtió en la Biblia del Nuevo Testamento y de la Iglesia primitiva. Incluso los traductores e intérpretes cristianos de la Biblia de nuestros días prefieren utilizar, casi sin excepción, el hebreo, no sólo como punto de partida para la reconstrucción del texto bíblico sino también para determinar su significado.

4.5 Estructuralismo

Evolución reciente en la crítica literaria, el estructuralismo hace hincapié en el texto en su forma final y acabada, desviándose así de su historia. Estudia también la correspondencia de la Biblia con las literaturas de otras culturas, tal como queda en evidencia a partir de las estructuras comunes que asumieron al relatar historias semejantes de una forma similar. Su relevancia para la interpretación es significativa, ya que intenta llegar a una psicología humana universal, por lo que sugiere que un texto puede tener un significado que está más allá de la comprensión de su autor.




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