Revista Cultura y Ocio

Ciencia y Política de la Real Armada ilustrada

Por Ilustrado

La política marítima del siglo XVIII había supuesto la planificación de una cuidada reforma de la Marina, el despegue de la profesionalización de sus integrantes, así como la innovación técnica y científica de sus estructuras en la convicción de que los mares estaban llamados a convertirse en los definitivos “teatros” del enfrentamiento entre las potencias, cada día más ambiciosas por controlar las rutas marítimas y comerciales.
Con el siglo XVIII y la llegada de la dinastía borbónica al trono español, se sucedieron cambios importantes en la estructura naval del país que afectaron tanto a aquellos que a partir de entonces se enrolaron en tareas relacionadas con la Marina como a la evolución de los astilleros y arsenales reales de Cádiz, Ferrol y Cartagena.
En la aventura científica y humana del Reformismo ilustrado, que alcanzó su cenit durante el reinado de Carlos III (1759-1788), no sólo afectó a la organización interna de la Armada sino que fue la vertebradora de otras actividades destinadas al conocimiento, control y defensa de los territorios ultramarinos, como fueron las expediciones científicas.
 

Ciencia y Política de la Real Armada ilustradaCARLOS III, POR ANTONIO MENGS
El fenómeno de la Ilustración enmarcó la política reformista en España. Fue una época singular de la historia, muy rica en propuestas institucionales, que tuvieron dos grandes objetivos:
1- la penetración de la cultura, la administración y la ciencia moderna al sur de los Pirineos y a través de la Corona como motor de los cambios;
2- el incremento del conocimiento y dominio de tierras y vasallos por parte de la Monarquía.
Así pues, las expediciones científicas ilustradas construyeron uno de los instrumentos más valiosos para que la Monarquía conociera la riqueza de sus reinos mediante la creación de museos y colecciones y también fueron un medio para que la Corte controlase de manera más efectiva sus posesiones ultramarinas frente a las ambiciones extranjeras.
En este contexto de control y modernización preconizado por la filosofía ilustrada de época tuvieron lugar las innovaciones técnicas y científicas asociadas a las empresas expedicionarias enviadas a lo largo del siglo XVIII a América y el Pacífico. En estas, la Marina jugó un papel protagonista, ya que los buques de la armada se convirtieron en “laboratorios flotantes” donde se ensayaron los nuevos métodos de medición astronómicos gracias a novedosos instrumentos que mejoraron la cartografía existente.
Algunos de los trabajos científicos producidos en el ámbito de la cartografía, la astronomía, la botánica, etc., habían logrado el prestigio internacional. Además, en los inicios del siglo XIX, suponía contar con el respeto y la admiración de los más reputados científicos norteamericanos, de hecho el sabio alemán Humboldt basó muchos de sus cómputos geográficos en observaciones antes realizadas por científicos ilustrados españoles.

Ciencia y Política de la Real Armada ilustradaCORBETAS ATREVIDA Y DESCUBRIDORADE LA EXPEDICIÓN CIENTÍFICA DE ALEJANDRO MALASPINA
Para que un marino de fines del siglo XVIII en España pudiera ver, hasta cierto punto, colmadas sus “inquietudes científicas” resultaba imprescindible que esta ansia individual por adquirir conocimientos hubiera sido trasladada a las instancias de poder y también asimilada en las instituciones pertinentes. En la época de las luces, la todavía vigente aspiración cartesiana a la unidad del saber dio lugar a una estrecha relación entre el hecho científico y la estrategia política, vínculo que hace que ciertas máximas de la ilustración tales como “creencia ilimitada en la validez del método, la verdadera triunfante imponiéndose por sí misma, su inmutabilidad en cualquier circunstancia, momento o lugar” parezcan haber sido extraídas de un tratado militar.
Ciencia moderna y utilidad pública fueron de la mano en una identificación que hizo suya el Ejército y la Marina, dos instituciones controladas directamente por la administración del Estado y que requerían técnicos capacitados para llevar a cabo sus planes de renovación.
Desde el punto de vista de la estrategia política, tras la Guerra de Sucesión y la instauración de la dinastía Borbón, se abordaron una serie de reformas generalizadas en las que las colonias ultramarinas ocuparon un lugar prioritario como fuente de recursos y de poder. El primer paso era establecer un mayor control sobre los territorios, lo que se logró a través de reorganizaciones regionales que conllevaron la creación de nuevos virreinatos y un reconocimiento de las rutas de comunicación entre ellos, información vital para su mantenimiento y defensa de los ataques extranjeros. A lo largo del siglo XVIII, los mares americanos vivieron un ambiente bélico permanente provocado por la dificultad de mantener el equilibrio internacional tras la Guerra de Sucesión; por tanto, un somero repaso de las contiendas acaecidas clarifican el origen geoestratégico de muchas iniciativas político-científicas de los gobiernos ilustrados, en su mayoría llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo y de forma excepcional durante el reinado de Carlos III.

Ciencia y Política de la Real Armada ilustradaFIRMA DEL TRATADO DE PAZ DE PARÍS EN 1763ENTRE ESPAÑA, FRANCIA E INGLATERRA
La Guerra de los Siete Años (1756-1763), con enfrentamientos en los cuatro continentes, reflejó la complejidad de un sistema cuyos conflictos ya no se dirimían en territorio europeo sino que se extendían a los espacios ultramarinos de colonización europea. Rechazando como mediador entre Francia e Inglaterra, el monarca Carlos III decidió unirse al viejo aliado francés y firmó en 1761 lo que sería el tercero de los Pactos de Familia con vistas a combatir los triunfos británicos en América. La toma inglesa de las ciudades de La Habana y Manila en 1762 fue la constatación para España del estado de indefensión de sus territorios y el revulsivo para un replanteamiento general de la política ultramarina. La Paz de París firmada al año siguiente con la devolución de las plazas retenidas, ratificó la victoria de Gran Bretaña y produjo un sentimiento de revancha en los derrotados que se habían sentido humillados por las condiciones de la paz.
Antes de concluir la siguiente década, España y Francia volvían a enfrentarse a Inglaterra aprovechando el anhelo de independencia de las colonias inglesas de Norteamérica, crisis que los gobernantes españoles quisieron aprovechar para expulsar a los británicos de todas sus posesiones en el Caribe y recobrar Gibraltar y Menorca. Con el Tratado de Versalles se puso fin a una guerra que España saldó con la recuperación de Menorca y la cesión inglesa de las Floridas oriental y occidental, con lo que toda la costa del golfo mexicano quedaba en manos de España. Sin embargo, pudieron constatarse otros efectos más negativos en la estructura interna de la industria naval española y una crisis económica del Estado como resultado del coste de la guerra.
Ciencia y Política de la Real Armada ilustradaCOSME DAMIÁN CHURRUCA

El almirante Cosme Damián Churruca, que había participado en el fracasado ataque a Gibraltar, detalló en una larga epístola dirigida a su padre la precaria situación de la marina española comparada a la inglesa y la imperiosa necesidad de aumentar los recursos destinados a la mejora de la técnica naval y la preparación científica de sus dotaciones. Churruca auguraba a la Armada un pésimo futuro en la opinión de que...


“era casi imposible pudiésemos dar un combate ventajoso hasta que nuestros navíos estuviesen tan bien acondicionados como los de nuestros enemigos cuyo principal cuidado es y ha sido siempre la Marina, que es la base de toda potencia; si la Inglaterra hubiera descuidado como nosotros y despreciado la Marina, qué sería en el día? No hay inglés por lerdo que sea que ignore que quien es dueño del mar lo es de la tierra, de lo que tienen ya nuestros enemigos más experiencia que nadie tan a costa nuestra: en Inglaterra se gastan muchos millones de pesos en la Marina y en España un ochavo con mil trabajos y aún no se nos hace cargo de conciencia porque estamos todavía en el estado de la inocencia. Los generales están hartos de repostar que estamos como ahora dos siglos, desde cuyo tiempo han adelantado hasta los moros, pero todo ha sido en vano, por no gastar: por último a fuerza de experiencias contra nuestro atraso y poner remedio, pero como juzgan precisa la economía, aunque perjudicial en la marina, se van aplicando los remedios con la lentitud ordinaria y creo que a este paso podrán conocer la enmienda nuestros nietos.”
Los remedios a que aludía Churruca, aunque aplicados con lentitud, se estaban disponiendo de algunas instituciones, en lo que está considerada la primera etapa de la Ilustración española cuya conclusión sería la publicación a partir de 1762 de los escritos del benedictino Benito Jerónimo Feijoo, autor del Teatro Crítico Universal, en los que expresaba la exigencia de modernización del país. Las primeras organizaciones dedicadas a la formación profesional de servidores del estado se localizaron en Madrid (Real Seminario de Nobles, 1726), Barcelona (Academia de Ingenieros Militares de Barcelona, 1715), Sevilla (Real Sociedad de Medicina y otras Ciencias, 1700) y en Cádiz, donde fue creada, en 1717, la Academia de Guardias marinas para la formación de los futuros pilotos y comandantes de los buques de la Armada.  Ciencia y Política de la Real Armada ilustradaZENÓN DE SOMODEVILLA, MARQUÉS DE LA ENSENADA  El apoyo mostrado a Feijoo por el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla, reactivador de la política naval y figura clave del gobierno de Fernando VI, le otorgó libertad de actuación y sobre todo le dio la posibilidad de influir en las preocupaciones y decisiones del propio ministro y aun del monarca en una tradición pedagógica de “educación de príncipe” y del pueblo que culminará en la figura de Carlos III y en su etapa como gobernante. De inquietud cultural y científica del marqués de la Ensenada surgieron iniciativas encaminadas a mejorar las instituciones educativas existentes, a la creación de otras nuevas y, tanto al envío de jóvenes a otros países para el aprendizaje de técnicas y saberes que pudieran poner en práctica a su regreso, como a la contratación de sabios extranjeros que impartieran sus conocimientos en el lugar. Entre los resultados institucionales del nuevo espíritu modernizador se fundaron, unos años después, los Colegios de Cirugía de Cádiz y Madrid (1748), el de Barcelona (1760), el Observatorio de Marina de Cádiz (1753) y otros organismos como el Colegio de Artillería de Segovia, etc., todos vinculados al aparato militar del Estado ya que eran el Ejército y la Marina los cuerpos que necesitaban con mayor urgencia la cualificación científica y técnica de sus integrantes.
Debido a que la mayoría de estas instituciones aunaban el carácter castrense y una decidida vocación científica, esta fusión de elementos resultó tan atípica que habría que calificarlas como instituciones tecnológicas. Fueron depositarias y difusoras de una buena parte de la cultura científica nacional por la confluencia de una serie de circunstancias: la ausencia de todo saber moderno en España dado que la Revolución científica se produjo fuera de sus fronteras, la posición secundaria de España como potencia pero aún poseedora de un gran imperio colonial que era necesario seguir defendiendo tras la Guerra de Sucesión y, por último, el transcurso de estos sucesos durante el siglo XVIII, momento en que otorgó a la ciencia una posición novedosa y caso mesiánica en la vida de los hombres y los estados.
En definitiva, lo que ocurrió en España fue un proceso singular e inédito dentro del panorama científico europeo que ha sido definido por los especialistas como “militarización” de la ciencia, no como en el resto de Europa occidental, donde la producción científica sí estuvo mantenida por academias de ciencias. Este fue un proceso en el que el Ejército y la Armada se erigieron en elementos claves para la institucionalización y asimilación de la ciencia moderna, impidiendo quizás por su mismo desarrollo la creación en España de una academia de ciencias y rindiendo a la disciplina militar la práctica científica pero también dejándola a merced de los reveses de sus conflictos, como quedó de manifiesto en la pérdida de prestigiosos marinos y médicos en Trafalgar.
 

Ciencia y Política de la Real Armada ilustradaMAQUETA DEL NAVÍO SANTÍSIMA TRINIDAD 

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