Revista Comunicación

#cienciaGTD: Cómo gestionar la información para reducir el estrés

Publicado el 10 febrero 2016 por Jmbolivar @jmbolivar

#cienciaGTD: Cómo gestionar la información para reducir el estrésUna de las conclusiones a las que llegan Heylighen y Vidal en su paper es que muchos de los sentimientos que a menudo se experimentan durante el trabajo del conocimiento se pueden gestionar. En concreto, los sentimientos de estrés, ansiedad y sobrecarga de información pueden ser eliminados recuperando la sensación de control.

Teniendo en cuenta las limitaciones del cerebro, esta sensación de control se consigue mejor cuando delegamos lo máximo posible en el entorno las funciones cerebrales complejas de procesado de información, memoria y desencadenamiento de acciones. Esto significa que debemos elegir u organizar una situación externa en la que sea posible almacenar información de forma fiable, que estimule la ejecución de nuevas acciones y que nos proporcione feedback sobre la efectividad de nuestras acciones previas. De este modo, haremos posible mantener un ritmo elevado de actividad de forma eficiente, sostenible, coordinada y orientada hacia la consecución de resultados.

Este planteamiento nos llevaría a contar con dos niveles «anidados» de mente, una incluida en la otra. Así, por una parte, tendríamos la «mente tradicional», que es la idea de mente asociada a nuestro cerebro y, por otra parte, la «mente extendida», un nuevo concepto que incluye la «mente tradicional» junto con una serie de recordatorios externos, utilizados para apoyar el procesado de información y que constituyen la «memoria externa». Dicho de forma coloquial, la «mente extendida» contiene la «mente tradicional», junto con más cosas que le sirven de apoyo, las cuales están en la «memoria externa».

Desde una perspectiva tradicional, la mente externa es parte del entorno. Sin embargo, desde la perspectiva de la cibernética o de la cognición distribuida, la mente externa es parte del agente, ya que está controlada completamente por el agente. La parte del entorno que no está bajo control, es decir, la parte del entorno que no se comporta como el agente espera, incide en la actividad del agente a través de lo que se denomina «potencialidades» y «perturbaciones».

Las «potencialidades» y las «perturbaciones», junto con el feedback recibido del entorno sobre las acciones previas y junto con los recordatorios que se mantienen en la memoria externa, determinan la situación que percibe el agente y, en consecuencia, condicionan las acciones posteriores del agente.

En el gráfico adjunto se ve todo esto con más detalle (puedes hacer click en la imagen para acceder a una versión con mayor resolución):

  1. La «mente tradicional» percibe las potencialidades y perturbaciones del entorno.
  2. La «mente tradicional» procesa esta percepción y la compara con el objetivo o situación preferida, lo que da lugar a una o más acciones orientadas a corregir cualquier desviación entre lo percibido y el objetivo.
  3. Algunas de estas acciones no se ejecutan en el momento sino que se registran en la «memoria externa» de cara a ser ejecutadas en una posterior revisión, con la ventaja de ser acciones ya decididas y a salvo de perturbaciones, como puede verse en el gráfico.
  4. Las acciones modifican la situación y parte de los aspectos de esta nueva situación son percibidos de nuevo a través del feedback del entorno, a lo que se suman nuevas potencialidades y perturbaciones que hayan podido aparecer.

La «mente extendida» que resulta de combinar la «mente tradicional» con una «memoria externa» permite que toda la información percibida esté bajo control directo del agente, lo que elimina la sensación de estrés, gracias a que la «mente tradicional» puede «desentenderse» de gran parte de las labores de (re)procesado de información, memorización y desencadenamiento de acciones.

La ausencia de una memoria externa hace que gran parte de la información ya procesada escape al control de la memoria tradicional, lo que da lugar a que se pierda o a que tenga que ser procesada de nuevo antes de actuar sobre ella, lo que no solo es ineficiente sino que genera sensación de falta de control, al trabajarse una y otra vez sobre las mismas cosas sin que se produzcan avances significativos sobre ellas.

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