Revista Opinión

Ciencias Superiores

Publicado el 25 abril 2019 por Carlosgu82

Las emociones más profundas de nuestro ser se mueven en nuestro interior como el agua que fluye en el fondo de un río, invisible pero constante. En la mayoría de los casos se busca interpretar estas emociones subterráneas con la mente, ignorando que en realidad es la voz del Alma la que nos está hablando y eso no puede ser filtrado por el raciocinio.
Cuando dichas emociones son provocadas por miedos que no pueden ser explicados, miedos irracionales que incluso se temen contar de tan inexplicables que son, estamos ante un caso Aspen negativo. Esta flor describe los miedos irracionales, sin razón de ser, los presentimientos, los presagios que acosan la mente noche y día sin dar a la persona un momento de paz. Las preocupaciones que provoca el miedo de tipo Aspen se originan en el inconsciente y no pueden ser asimilados por la parte consciente, produciendo una desarmonía ante la imposibilidad de ver la luz en el propio camino.
El tipo Aspen tiene que ver con personas de una gran percepción, que captan intuitivamente mensajes «del aire», anticipándose a cosas que suceden luego y que muchas veces les producen pánico, por creer que son ellos mismos quienes las provocan con el poder de su mente. Por esa misma razón son muy reacios a contar lo que presienten o ven. Son personas de aspecto frágil, muy influenciables, que no pueden filtrar nada. Suelen tener pesadillas nocturnas, «sensaciones» que consideran desagradables durante el día, y viven en guardia por cosas que en realidad no son capaces de describir ni de comprender a ciencia cierta. A veces incluso sienten como que su alma corre peligro.
En realidad los mensajes que este tipo de personas captan, llegan desde el inconsciente para integrarse con el consciente y ayudarlo en su transformación, en la resolución de sus conflictos ocultos.


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