Revista Homo
Las estrellas del pop abiertamente LGTB, George Michael, Jessie J y Neil Tennant formaron parte del elenco de artistas que tuvieron el honor de cerrar los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Pet Shop interpretó su clásico West End Girls, como parte de un popurrí de música en la celebración de clausura de los juegos. La escena se estableció en un contexto de lugares de interés turístico de la capital del Reino Unido, cubiertas de papel de periódico con citas célebres de la literatura británica.
Michael, otra estrella de los años 80 que reconoció ser homosexual en el año 1998 se unió a la Orquesta Sinfónica británica con su clásica canción Freedom.
Es la primera vez que Michael ha cantado sobre un escenario tras el caso grave de pulmonía del año pasado que lo dejó hospitalizado y en estado de coma.
La ceremonia de clausura de los XXX Juegos Olímpicos de Londres fue en general un acto aburrido, exageradamente patriota y desordenado tan sólo superado por el nefasto espectáculo al que se prestó la reina en la ceremonia de inauguración.
Los espectadores no sabían bien si estaban visionando un concierto de música pop, un festival de Eurovisión o un documental del exagerado orgullo patriótico británico. Nada que ver con el espíritu olímpico universal de los juegos.
El estricto control de las autoridades sobre los comercios y sus habitantes consiguió que los lugareños huyeran de la ciudad. En las estaciones de metro se podían ver carteles que invitaban a lo londinenses a huir de la ciudad antes de que fuera demasiado tarde.
Los grandes huecos en los estadios y en los recintos fueron visibles incluso hasta el último día. Pese a la avalancha de peticiones ‘on line’ (hasta 25 millones, según del Locog), la queja general de la gente es que se hizo todo lo imposible para que la gente de a pie no pudiera conseguir entradas. La asistencia a los juegos fue una de las más bajas de los últimos años y la capital británica se vació de residentes londinenses ante la amenaza (falsa) de avalanchas de turistas que nunca llegaron.
El centro comercial de Stratford se convirtió en algo así como el purgatorio de entrada y salida del Parque Olímpico, convertido en una especie de insufrible parque temático. La temible policía del ‘branding’ velaba por la ‘pureza comercial’ y llegó bordear el ridículo. Un restaurante griego tuvo que cambiar su nombre original -Olympic Café- por el de Lympic Café, para no violar el copyright. A una panadería se le obligó a retirar un anillo olímpico confeccionado con los típicos ‘bagels’.
Esperemos que los Juegos Olímpicos de Rio 2016 nos hagan olvidar pronto esta muestra de mal gusto.
Fuente: EnSentidoContrario
Sus últimos artículos
-
Jerelesgay y FELGTB piden a la Junta de Andalucía que actúe ante el despido homófobo de un profesor
-
Mesa de experiencias de lesbianas en COGAM
-
Niña de 4 años pide al Primer Ministro australiano que apruebe el Matrimonio Igualitario
-
Pareja de pingüinas lesbianas en un zoo de Israel