Foto: Twitter @cifupresidenta
EL ARTE DEL contorsionismo político suele llevar a los partidos a ser lo que no son. El PP, sin ir más lejos, quiere afanarse ahora en “dar la batalla para reconquistar el centro”. Esto significa, en la práctica, que como no les ha ido bien en la derecha pura y dura quieren ensanchar su caladero electoral en otras latitudes donde ya transita, pongamos por caso, Ciudadanos. Y quién sabe si el PSOE al ritmo que va y en función del disputado proceso interno en el que está inmerso.La arriesgada conquista del centro político, si no es una pose estética, supone, o debería suponer, que el PP está dispuesto a desprenderse de los viejos ropajes derechistas y liberales. Sinceramente, no lo creo. El problema es que en esa zona central del escenario político va a ver bofetadas porque, obvio es decirlo, no hay electores para tantos partidos. Los de Albert Rivera dieron el primer paso renegando de la socialdemocracia, y pasándose con armas y bagajes al liberalismo progresista, y ahora el PP quiere reivindicar el centro como si fuera su “lugar natural”.Para este viraje, el nuevo/viejo PP se ha encomendado, entre otros, a los dirigentes territoriales. Barones y baronesas que, como Cristina Cifuentes, se van a echar en brazos del “centro reformista como motor de transformación”. Una vez que Ciudadanos ha perdido la chispa que le daba ser un partido ungido con la frescura de lo nuevo, con actitudes distintas, los de Rajoy van a intentar el más difícil todavía tratando de segarles la hierba bajo los pies. Creen que ese es “el espacio que les pertenece” y van a luchar a muerte por él. Por una mera cuestión de supervivencia si no quieren seguir sufriendo en las próximas convocatorias electorales.Este corrimiento de las placas tectónicas podría conllevar el indeseado efecto de que alguien pretenda ocupar el espacio que teóricamente queda libre más a la derecha para canalizar el voto de aquellos militantes y simpatizantes que no se encuentran cómodos con esta estrategia. Sería altamente preocupante, todavía es pronto para saberlo, que estos movimientos permitieran el advenimiento de alguna formación de extrema derecha al estilo de las que ya lamentamos en otros países europeos.Como no parece previsible que esto vaya a ocurrir de forma inminente, la flamante presidenta del PP madrileño bastante tiene con lidiar con lo que le es más cercano, con independencia de que pueda tener la vista puesta en más altos destinos. De momento, dejar atrás la crisis económica y la corrupción, recuperar la autoestima de los suyos, que no es poca cosa. Tarea no le faltará en el “renovado” PP de Madrid. Reivindicar la ética política y destacar que los “corruptos no son” de su partido es algo que está muy bien. Desde la derecha o desde el centro. Los inescrutables caminos de la política están empedrados de buenas intenciones. Veremos.