Lo que dice el título es lo que le propongo a usted, lector. Escuchar estos cinco discos de manera consecutiva, descubrir -si no conoce- a estas bonitas agrupaciones locales y extranjeras y endulzar un poco el oído en colectivos, subtes, trenes...
Una banda argentina que hace rato me gusta, retorna al disco después de un tiempo con canciones simples y (siempre) acústicas decoradas por la labor de un piano mágico y letras dignas de un outsider simpaticón apodado Gori, que escribe de tipos que se esconden al otro lado del espejo del baño de casa, niñas que fantasean con marcianos y brindis por Brian Jones. Éste el concierto subacuático, no el de Charly, al menos por las constantes referencias al agua en las letras. El río de Fantasmagoria es un gran disco de canciones turbias y hace rato quería hablar de él, pero prefiero que lo escuchen y ustedes sean los que hablen...
Vemos aquí arriba la portada del disco de una banda yanqui, que como varias de su generación decide que su sexto álbum de estudio sea una gema más de eso que llamamos alt-country. Pasa de un disco conceptual y elaborado -The Hazards of love- a uno bien redondo, lleno de violines, hits y canciones de ésas que te ponen de excelente humor y que hacen gala de la buena simpleza, entre la amabilidad de Conor Oberst y la melancoalegría de nuestros queridos Wilco. The Decemberists, ellos son, se dan el lujo, para colmo, ¡de robarle un riff a los Redondos! (El que escuche lo mismo que yo, es un genio).
Los primeros dos se pasean por ese parque verde que solemos llamar "folk". Aquí, una banda de rock neozelaustraliana que hasta hace poco tiempo desconocía a pesar de tener mi edad (?), saca un disco que es más bien un racimo de temazos. Gracias a una nota del suplemento Radar los oí nombrar por primera vez, luego investigué algunas cosillas de su trayectoria, bajé el disco en cuestión y me deleité con sus perfectas canciones, algo lánguidas, con bellas melodías y con la típica melancolía anglo: esa que suena tan señorial y solemne como épica... ¡Parece que los Crowded House son algo así como los Beatles de Oceanía! Yo que ustedes les daría bola.
Pero después de la ronda cancionera quizá venga bien un reposo psicodélico y circense. Y qué mejor que estos locos del oeste y su indescriptible mundo de alegría, viajes fantásticos y melodías voladas. La Manzana Cromática Protoplasmática, señores, la banda argentina que mejor ha utilizado (al menos en los últimos años) los ingredientes necesarios para hacer de (y con) la psicodelia un mundo bello, insólito, armónico y contemplativo. Uno de esos famosos viajes de ida al que están invitados. Y eso que aún no los vi en vivo para terminar de enamorarme, aunque imagino que será pronto.
Y para cerrar, una banda con nombre (y que canta en) inglés que sin embargo es argentina, y nos deleita con suites de alta fidelidad, un cantante delicado -Duncan Toth, el hijo de Alfredo- y una cantidad infernal de músicos que decoran canciones íntimas pero grandilocuentes que merecen estar en alguna película de Disney, como mínimo. Otra grata sorpresa para quienes creen que no queda nada para ver en Buenos Aires. Agarrá la llave de la tapa y metete en la excelencia de estos pibes.