Revista Cultura y Ocio

Cinco Esquinas, de Mario Vargas Llosa

Publicado el 15 marzo 2016 por Covadonga Mendoza @Cova_Mendoza

Cinco Esquinas, de Mario Vargas LlosaCinco esquinas
Mario Vargas Llosa
Editorial Alfaguara
320 páginas

Argumento:

El periodista Rolando Garro chantajea a un ingeniero del cual posee fotos en poses comprometidas con mujeres de mala vida, pero le sale el tiro por la culata. Mientras, la mujer del ingeniero y su mejor amiga entablan una relación lésbica.

Comentario:


Muy lejanos quedan ya los tiempos en los que Vargas Llosa se convirtió en un icono y referente de la literatura en lengua española, con obras como "Conversaciones en la catedral", "La casa verde" o "La ciudad y los perros".

Sin embargo, sería un juicio injusto decir que la novela que nos ocupa es un bodrio sin interés alguno, aunque, a decir verdad, no le haga favor a su fama y a su calidad de premio Nobel. Vargas Llosa no es el que era, es cierto, pero la obra se lee con curiosidad, más por ser de quién es que por sus valores literarios.

El tema, en principio, resultaba prometedor: el gobierno de Fujimori y Montesinos en Perú, dos figuras siniestras con tintes dictatoriales y corruptos, y la época de terror de Sendero Luminoso. Una podría esperar que se desarrollaría una trama con tales mimbres en la que conoceríamos un poco este ominoso periodo de la historia reciente de Perú, marcado por muertes, toque de queda, cortes de luz en la capital, los manejos del llamado Doctor (Montesinos, hombre fuerte del régimen) con la prensa y el uso del amarillismo, los chantajes y demás artimañas de control.

Algo hay, no podemos negarlo, ya que una de las líneas narrativas cuenta el chantaje de un periodista sobre un ingeniero al que se sorprende en plena orgía con prostitutas, que luego se convierte en escándalo en una revista de la prensa amarilla llamada "Destapes", especializada en sacar los trapos sucios de los enemigos del régimen.

Sin embargo, el autor no parece centrado en la historia. El tema del poder de la prensa en la sociedad, el amarillismo y su uso sin escrúpulos pronto deriva hacia un seudo misterio policial en el momento en que aparece muerto uno de los protagonistas del chantaje, misterio que no se desarrolla sino que meramente se apunta y luego se resuelve de una forma explicativa.

Pero no contento con esto, Vargas Llosa vuelve a salirse del tema, en esta ocasión del todo, y nos cuenta los devaneos lésbicos de un par de amigas de la clase alta limeña, cuyos esposos también son amigos entre sí, y que no tardará en convertirse en una historia casi porno, casi vodevilesca, de tríos, orgías, etc, profusamente detallada, pero que no parece tener nada que ver con el resto, como si fuera un inserto o relleno que le apeteció incluir porque sí o por darle un contenido a tales personajes.

Siendo así, la obra resulta una especie de retrato de la sociedad peruana de esa época, entreverado de humor y personajes algo endebles y frívolos, que hablan con diminutivos y solo se preocupan por el sexo (la mayor parte de ellos), como el ingeniero, su esposa y la amiga de su esposa, en la que los recursos literarios, exceptuando la parte final, han desaparecido en favor de la sencillez y por qué no decirlo, una cierta simpleza, amable, sí, tierno, quizás, pero cuajado de errores que no se le pasarían a un principiante.

Por ejemplo, las repeticiones de información ya facilitada, los diálogos utilizados a menudo como manera de informar al lector descaradamente (y así ahorrarse escenas), la dejadez del final, donde, utilizando una fórmula de superposición de diálogos y escenas protagonizados por los personajes de las diferentes líneas, se termina la historia de cualquier manera, como si el autor hubiera llegado a un punto donde ya se cansó de escribir y decidiera resumir lo que falta.

El sabor local, que existe, está, sin embargo, algo diluido, y poco se atisba del sustrato social peruano; sobre el tema de Sendero Luminoso, Fujimori y Montesinos se pasa como de puntillas, aunque el Doctor tiene una aparición estelar terrorífica que es de lo más destacable de la historia y hay alguna referencia a los toques de queda y a la amenaza del terror; la prosa es sencilla; se opta más por el resumen y la narración que por la construcción de escenas; al inicio resulta ágil pero luego, debido a la repetitividad antes nombrada, se estanca un poco el interés; las tramas parecen no avanzar más que a trompicones, y encima, como remate, ese final complaciente y apurado, por no mencionar los devaneos erótico festivos de las damas que se hacen pesados al no ser necesarios en absoluto.

En resumen, una novela prescindible pero que puede entretener, aunque no a quien tenga altas expectativas literarias y desee una lectura profunda. Es más bien una obrita simpática de un autor que hizo mejores cosas en su momento.


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