Pues, ¿queréis que os diga una cosa? El peso ideal no existe.
Hemos cruzado el umbral que nos sumerge de nuevo en la inevitable operación biquini. La Semana Santa y sus primeras horas de playa han revelado lo que escondíamos tras capas de ropa y volvemos a sentir la urgencia de alcanzar nuestro peso ideal, y, por supuesto, en el mínimo espacio de tiempo y con el menor esfuerzo posibles ;)
Pero es que, además de lo absurdo de la inesquivable operación biquini (que seguiremos intentando desterrar de nuestras mentes
a pesar del constante bombardeo de los medios), resulta que hay otro problema: el peso ideal no existe. Es un concepto creado alrededor de falsas creencias (por no decir mentiras) que de tanto repetirlas nos parecen dogmas de fe.
¿Quieres que hablemos de algunas de ellas?
1. El peso ideal es un concepto creado por médicos para proteger nuestra salud
Las primeras tablas de peso ideal aparecieron en 1943 cuando una gran compañía de seguros norteamericana, la Metropolitan Life Insurance Company, las elaboró para poder adaptar a ellas las cuotas de sus asegurados. Así, relacionaron el exceso de peso con un mayor riesgo de mortalidad y a medida que aumentaba la diferencia entre el peso del asegurado y el ideal establecido en sus tablas, lo hacía también la mensualidad que debía abonar. Nace por tanto el concepto de peso ideal, no como una búsqueda de la salud, sino por motivos meramente económicos.La Compañía de seguros intentó suavizar el término en 1959 cambiándolo en sus tablas por el de "peso deseable" pero tampoco esto ayudó a la población, que siguió pensando que el peso que indicaban para su sexo y edad era indefectiblemente el necesario para encontrarse en un perfecto estado de salud y con una apariencia física óptima.
La revista JAMA (The Journal of the American Medical Asociation) publicó en 1983 un artículo titulado "Crítica metodológica del concepto de peso ideal" en el que instaba a abandonar tanto el término de peso ideal como el de peso deseable. Es más, el fisiólogo Ancel Keys, gran impulsor de la dieta mediterránea, se atrevió a plasmar en sus artículos como "Is there an ideal body weight?" sus dudas sobre la validez científica de estas tablas, aunque a partir del artículo de JAMA la compañía aseguradora hubiera omitido cualquier tipo de adjetivo en las mismas.
A pesar de todo ello, y desgraciadamente, este arcaico concepto de peso ideal, que ni fue creado por médicos ni siquiera para proteger nuestra salud, perdura entre nosotros y seguimos consultando tablas y preguntándonos ¿cuál es mi peso ideal?
2. La respuesta está en el IMC
El IMC o Índice de Masa Corporal fue creado por un astrólogo, estadista y sociólogo belga, Adolphe Quetelec, como una medida que relaciona el peso con la altura de cada persona y la clasifica según los resultados obtenidos en distintas categorías. Se obtiene dividiendo el peso en kg entre el cuadrado de la altura en metros, y se considera un peso normal si obtenemos unos valores de IMC entre 18.5 y 25. Como ves, tampoco lo ideó ningún profesional de la salud, pero este Indice sí ha sido adoptado por la OMS como uno de los valores utilizados para estimar el estado nutricional de una persona.
Según esto, una mujer que mida 1.65 m podrá pesar entre 50.4 y 68 kg sin salirse de los márgenes adecuados de IMC; su peso puede oscilar casi 18 kg sin dejar de considerarse normal. Pero, según mi experiencia, una persona habituada a tener un peso determinado durante un periodo largo de su vida que aumenta unos 18 kilos, no se siente saludable ni lo considera "normal". Por tanto, según el IMC podremos saber si una persona se encuentra en unos valores "normales" de peso con respecto a su altura pero ¿nos indica un IMC correcto que se encuentra en un peso saludable? De ninguna manera.
Igual peso y altura, IMC correcto en ambos casos pero en el de la izquierda el % de grasa es excesivo
Como vemos en la imagen y como ya explicamos en este otro artículo, dos personas pueden tener un mismo IMC y unas composiciones corporales muy dispares que los hagan posicionarse en muy diferentes situaciones de riesgo en cuanto a su salud.
3. Tu peso ideal te lo da una tabla
Si me he explicado bien en los dos apartados anteriores, a estas alturas tendrás claro que tu peso ideal no te lo va a dar una tabla ni un programa de ordenador (que está basado en esas mismas tablas).
En consulta, tras tu valoración antropométrica, nunca te diré cuál es tu peso ideal, esto es algo que te corresponde solo a ti. Te pregunto cuál ese último peso en que te encontraste a gusto y que mantuviste durante un cierto período de tiempo; ese suele coincidir con tu peso ideal. Además es un objetivo que debes ver alcanzable (para ello no debemos remontarnos demasiados años atrás, pues la edad es también un factor determinante en la composición corporal) y del que puede que tengas "pruebas gráficas" que te pido ahora que rescates, aunque hasta este momento hayas intentado evitar repasarlas por eso de que "las comparaciones son odiosas" (hasta si se hacen con uno mismo). Busca las fotografías de esa época en que te encontrabas genial, colócalas en lugares de casa donde las veas continuamente, date cuenta que eres tú, que esa persona estupenda sigue dentro de ti y que solo necesita de un poco de compromiso de tu parte para volver a salir al exterior.
Seguramente tu peso ideal no va a coincidir con los cánones de belleza que marca la sociedad actual pero es solo tuyo y no necesitas la aprobación de nadie. Aquí estamos los profesionales de la nutrición para que alcances ese peso de una forma sana, consiguiendo a la vez unos porcentajes de músculo y grasa corporal saludables para que los resultados se mantengan en el tiempo.
4. Al ponerse a dieta, lo importante es bajar kilos
A veces, la actitud con que subimos a la báscula dice mucho sobre cómo nos relacionamos con nuestro peso: hay quien no quiere ver el bailoteo de cifras hasta que la cantidad queda fija en el lector digital, como si su aparente indiferencia influyera en algo; o quien fija sus ojos en las mismas como si el poder de su mirada pudiera detenerlas en los dígitos deseados; o quien evita pisar la báscula más de lo necesario, dejando en vilo los dedos de los pies, a ver si así el resultado es más favorable; diría que incluso algunos tensan todo el cuerpo en un intento de vencer la inexorable Ley de la gravedad y levitar sobre la odiada máquina...
Es cierto que el primer signo de que
Cuando comenzamos una dieta inadecuada guiados por el útimo número de esa revista, que curiosamente defendía la dieta del kiwi hace un mes y ahora nos dice que la ideal es la del maracuyá, o por esa cantante que acaba de ser mamá y que, en 1 solo mes, "ha recuperado su figura",... En pocas palabras, cuando, y perdóname que lo diga así, volvemos a hacer el tonto, muchas veces conseguimos bajar de peso, sí, pero a costa de perder masa muscular, ralentizar nuestro metabolismo y sumar así cada vez más papeletas para ganarnos a corto plazo un estupendo efecto rebote que nos dejará con más peso que al iniciar la milagrosa dieta y, lo que es peor, con mayor porcentaje de grasa corporal y menos masa muscular.
Por lo tanto, aunque también es verdad que los aparatos de bioimpedancia con que medimos la composición corporal no son infalibles (en parte porque resulta difícil en una consulta de nutrición cumplir todos los requisitos pedidos para que la medición sea exacta), lo que más debe importarnos no es bajar de peso, sino conseguir llevar nuestro porcentaje de grasa corporal a unos valores saludables (como regla general, aunque depende de la edad, entre un 10 y un 20% para los hombres y de un 20 a un 30% para las mujeres).
5. Un peso ideal es garantía de salud
Aún cambiando el término " peso ideal" por "peso normal" o "peso correcto", la afirmación anterior es falsa.
En primer lugar, no es cierto porque solemos valorar nuestro peso usando el IMC, y ya hemos visto que un IMC correcto no indica un porcentaje de grasa corporal saludable. Y, aún hay más, la distribución de la grasa en nuestro cuerpo también tiene una importancia crucial sobre todo con respecto al riesgo cardiovascular. Así, la más peligrosa es la grasa que se acumula entre las visceras, y de ahí que en la consulta de nutrición se dé también mucha importancia a medidas como el perímetro abdominal (según la OMS los valores saludables se sitúan por debajo de 88 cm para las mujeres y por debajo de 102 cm para los hombres) o el Indice Cintura - Cadera
Muchas veces habrás observado personas de constitución delgada que sólo presentan acumulación de grasa a nivel abdominal y no ven por ello necesario ningún cambio en sus hábitos de vida, pues lo consideran resultado de "la edad" e incluso se encuentran satisfechas de que "todo se quede ahí" pues "cuando me lo proponga, me lo quito con un par de abdominales". Estas personas suelen tener un IMC entre los valores normales y pueden pensar que su peso es correcto o incluso cercano al ideal, y que por tanto no peligra su salud, pero nada más alejado de la realidad: esa acumulación de grasa visceral necesita de una rápida intervención.
Esta grasa es mucho más peligrosa de lo que pensamos, ya que se comporta como un verdadero órgano que produce sustancias inflamatorias, disminuye el colesterol HDL (bueno), aumenta el malo (LDL) y los triglicéridos, incrementa la resistencia a la insulina aumentando el riesgo de diabetes y dispara la tensión arterial.
Otro factor a considerar, sea cual sea nuestro peso, es que la actividad física tiene mucha importancia en nuestro estado de salud. Así , expertos como la Dra. Wilkinson, especialista norteamericana en obesidad, defienden que puede tener más riesgo cardiovascular una persona delgada sedentaria que otra con sobrepeso que realice ejercicio, es decir, que a pesar de la gran cantidad de riesgos que lleva asociada la obesidad, tampoco estar delgado es garantía de salud. La salud no la trae el peso, sino un estilo de vida.
Como siempre, llegamos a la conclusión de que son varios los frentes en los que tenemos que actuar y siempre desde la información y la responsabilidad ("con fundamento", como decimos en consulta), cambiando hábitos y manteniéndolos en el tiempo para alcanzar esa meta a la que tú, pero solo tú, podrás llamar si así lo quieres "tu peso ideal".
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