Cinco meses. Ese es el tiempo que he estado alejada de este espacio. No lo advertí, pero ahora entiendo que no había otra ruta posible. Estuve leyendo otros mapas, contando otras historias, concentrándome en otros asuntos. Pocas veces intenté sentarme a escribir para contarles algo y muchas veces me quedé mirando la pantalla vacía. Comencé a garabatear una guía para caminar Barcelona a mi manera y ahí está, inconclusa. Revisé mi viaje por Montpellier, por Marsella, por Madrid y cerré las libretas sin contarles nada. Hay días en que me pierdo entre las carpetas de fotos, que escribo entradas enteras en mi mente y luego se quedan ahí, flotando sin que nadie las lea, sin que yo las escriba.
Y aún así, ustedes venían aquí a preguntar algo. Viajaban entre esos mapas viejos y buscaban datos y yo contestaba, aunque no contara nada más. Respondí sus dudas, en caso de saberme las respuestas. Me recordaron uno que otro viaje, me dieron ideas. Recibí un correo de alguien que me leía desde Senegal y ese día dije que este blog era muy generoso y me tomé un jugo de guayaba, riéndome sola, como acto de celebración.
Cinco meses después, aquí estoy, pero quiero contarles en qué andaba, como quien se pone al día mientras nos tomamos un café (o un té, un vino, una cerveza). Lo que prefieran.
Me he movido muy poco de Caracas y eso es porque estaba ¡por fin! terminando los detalles para la publicación de mi libro Es mi primer libro! y decidí autopublicarme y a eso le he puesto todo mi esfuerzo y cariño desde hace dos años (eso ya lo conté Mapa reverso [retazos de viaje] y la buena noticia es que aquí). Allí van a encontrar pedazos de historias (o retazos, como me gusta llamarlos) de cinco años de viaje en solitario, contados desde la emoción y desde lo que no se ve a simple vista mientras viajamos. Me hace mucha ilusión que el libro comience a viajar solo, que llegue a ciudades que no conozco, que viaje conmigo y que haga que ustedes, que están del otro lado, se muevan también. Si quieren un ejemplar, pasen por la tienda y ahí les cuento cómo adquirirlo. ¡ya está a la venta! He tenido meses de correcciones, relecturas, decisiones, de mucho trabajo y aprendizaje. ¡
Además de estar concentrada en mi libro, hice unos viajes cortos a Maracaibo y Valencia, con otros periodistas y fotógrafos para buscar historias. Tenía mucho, pero mucho tiempo que no me daban una pauta y me retaban a preguntar lo que se debe, a observar como se debe y eso me ha sometido a un ritmo de escritura que, literalmente, me ha puesto a sudar. Me he sentido muy bien dejándome guiar para aprender a colocar mejor las palabras. Contar historias, moverme con curiosidad, son de las cosas que más me gustan y cuando se tiene la oportunidad de compartir esa pasión, pues creo que el resultado debe ser algo bueno. Esas historias que fuimos a buscar a otras ciudades, se están reuniendo en un formato del que no les puedo contar mucho; pero del que sí les puedo decir que hay un montón de emoción guardada y ganas de hacer las cosas bien en un país como el mío, en el que los días son bastante convulsos.
En medio de todo eso, hice otras cosas: me aprendí de memoria los nombres de muchos antibióticos y me enseñaron a pasar tratamiento intravenoso; también aprendí a hacer panquecas de avena; fui por primera vez al Museo Sacro de Caracas, vi una guacamaya de pecho blanco, tomé más café del necesario y volví a dejarlo como hace siete años atrás, estuve de reposo por casi un mes, abracé a amigos que tenía tiempo que no veía, me invitaron a un conversatorio de viajes, leí muy poco, lloré algunas veces, también me reí, compré boletos para unos amigos porque tengo paciencia para conseguirlos a buen precio; viajé con ellos cuando me enseñaban sus fotos; no fui a ver el mar, no he ido a ver el mar; volví a dibujar, aunque muy poco; comencé a escribir en una revista, fui a una boda, discutí con alguien por teléfono, comencé una nueva libreta, me compré un libro de Mark Twain; tracé nuevas ideas, dormí muy poco, escribí para más revistas, fui a reuniones, lloré la primera vez que cargué a mi ahijado a los dos días de nacido; aprendí de los beneficios del brócoli, la rúcula, el jengibre, el ajonjolí; dejé de usar el metro definitivamente, me reuní con gente que no conocía, mandé canciones por voice note en Whatsapp, me reí mucho, perdí la paciencia, la recuperé, me mojé con la lluvia, no me enfermé, releí dos libros, me compré dos más, busqué un tatuador y aún no me he hecho el tatuaje, me quedé encerrada en un ascensor, lloré la partida de mi perro, muchísimo; acaricié a varios gatos, me bajé de un carrito sin pagar, y fue sin querer. Agradecí, agradezco mucho todos los días: el estar viva, el poder cumplir los sueños, el poder ver en colores, el tener un techo, salud, vida, risa, amor.
Cinco meses después, aquí estoy. Y es una fortuna para mi que ustedes también estén. ¿Seguimos viajando? Ahora es que queda mapa por recorrer.