La siesta no puede ser mala… ¡si hasta los japoneses la copian! Y es que dormir unos minutos después de comer previene del infarto, baja la tensión arterial y aumenta el rendimiento. ¿Demasiado bueno para ser verdad? Pues todavía hay más: no engorda.
Si después de comer tienes la tentación de dar una cabezada, no te reprimas (si puedes, claro porque como vayas conduciendo, mejor paras), porque tiene efectos muy beneficiosos para el organismo: desde la reparación de las facultades desgastadas por la fatiga diaria (memoria, atención…), hasta la prevención de enfermedades como cardiopatías.
En un estudio americano, tras analizar las reacciones y el comportamiento de un grupo de controladores aéreos, llegaron a la conclusión de que una siesta de 25 minutos mejoraba en un 34% su rendimiento y aumentaba en un 54% su estado de alerta. Estos datos corroboraron estudios previos que definían la siesta ideal entre los 20 y 30 minutos. Si se reduce y, sobre todo, si se alarga este parámetro, los efectos podrían ser contraproducentes.
La siesta ideal debería producirse todos los días a la misma hora, en una superficie cómoda, en un ambiente tranquilo y tener una duración de alrededor de 26 minutos. Es la creación de un hábito lo que produce beneficios a corto y largo plazo. Eso de ponerse el pijama y meterse en la cama una horita y media, como que no, así que vigila lo de dormir como un niño.
1- MEJORA LA CONCENTRACIÓN Y LA MEMORIA
A mitad de la jornada, nuestra atención cae en picado y una de las formas más efectivas de recuperar los niveles óptimos es mediante la siesta. En la misma línea se encuentran las destrezas de memoria y aprendizaje. Aquellos que duermen rinden mucho mejor, incrementan sus habilidades y aumentan su capacidad de concentración. A nivel cerebral, la siesta supone un ‘nuevo amanecer’ tras un descanso profundo, lo que significa que tanto las neuronas como los neurotransmisores están de nuevo en pleno funcionamiento, reforzándose así la capacidad de memoria y retención de información.
2- AYUDA A EVITAR EL SOBREPESO
Uno de los mayores mitos falsos es: ‘la siesta engorda’. Todo lo contrario. Investigaciones recientes han demostrado que no dormir lo suficiente reduce los niveles de leptina, la hormona segregada por las células adiposas que regulan el apetito (a niveles adecuados favorece la sensación de saciedad) y aumenta los de grelina, una hormona cuyo exceso nos incita a comer más de la cuenta. Es una excelente oportunidad para regular este desequilibrio hormonal asociado a un aumento del hambre y del apetito.
3-REDUCE EL RIESGO CARDIOVASCULAR
Pero hay más: adoptar esta costumbre parece ser imprescindible cuando estamos sometidos a periodos de mucho estrés, tal y como demostró un estudio estadounidense sobre 85 universitarios. Es este se comprobó que aquellos que dormían se recuperaban más rápidamente desde el punto de vista cardiovascular (regulaban su tensión y sus pulsaciones) en situaciones de estrés mental.
4- FAVORECE EL DESARROLLO INFANTIL
Los niños (y los ancianos) son el grupo de población más beneficiado por esta práctica habitual. En un estudio realizado por la Universidad de Columbia se constató que los pequeños de entre 30 y 36 meses que no podían dormir la siesta presentaban una mayor ansiedad, niveles más bajos de alegría y interés y menos capacidad de resolución de problemas, lo que a su vez suponía un riesgo mayor de desarrollar trastornos del estado de ánimo en el futuro.
5- ELIMINA EL ESTRÉS Y LIBERA TENSIONES
Varios estudios han concluido que los niveles de las hormonas del estrés son más bajos en aquellas personas que duermen regularmente unos minutos después de comer, siendo incluso más efectiva que otras técnicas de relajación. Una investigación realizada en Harvard constató que los beneficios eras especialmente significativos en los trabajadores del sexo masculino, en los tener menos niveles de estrés se traducía en un 64% menos de riesgo de padecer algún tipo de enfermedad cardíaca.
# Si no es posible dormir, por lo menos haz una pausa. Los horarios laborales de mucha gente no siempre son compatibles con la siesta. Los resultados de una reciente investigación australiana ofrecen una excelente alternativa en estos casos: tomarse un descanso y levantarse cada 20-30 minutos, aunque solo sea por darse una vuelta por la habitación y caminar un poco, algo que, además, está demostrado que resulta muy efectivo para despejar la mente.
Los autores de este estudio comprobaron que estas pausas frecuentes podían producir en el organismo efectos beneficiosos atribuidos a la siesta. Si se hacían después de comer, llevaban asociada una disminución del riesgo de padecer diabetes o una enfermedad cardíaca. Según los autores, esto de debe a que la contracción y relajación muscular que se produce cuando nos movemos ayuda a nuestro organismo a regular muchos de los procesos metabólicos y, si permanecemos mucho tiempo sentados , estas funciones se ralentizan.
APLASTANTE CONCLUSIÓN
Basta con dormir 25 minutos para mejorar en un 34% su rendimiento y aumentar en un 54% el estado de alerta mental.
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