CINCO MOVIMIENTOS EN EL ESPACIO
Poemario de Mónica Lucía Suárez Beltrán
Bogotá. D.C. editorial Babilonia, 2017Mónica Lucía, concibe la poesía como algo trasformador y su ambición es convertir todo libro en un proyecto poético, algo que sea capaz de proponer nuevos horizontes al lector en lugar de quedarse en una hoja de papel.
En "Cinco movimientos en el espacio", conjura esta misión. Su poemario está dividido seis partes, seis Locus Solus como diría el magnífico Perec, y cada uno de esos no-lugares, con excepción del último, están abiertos a cinco y medio movimientos. Cada movimiento es un poema que busca reflejar de la manera más comprimida posible el habitar en ese lugar.
Adherida en este poemario a la escuela minimalista donde las palabras van cayendo una a una hasta dar con el mensaje, la poeta busca un reconocimiento de su estar en-el-ahí que es la forma más sincera de testificar una presencia. Pero Mónica lo hace desde un ver fragmentado, desde ciertos espacios, que, pocas veces, nos ponemos a pensar como posibles temas para comenzar un algo. Así, el pequeño espacio entre la dermis y la ropa interior hace una mujer, una cabeza en una silla nos habla del cansancio diario de los transportes y la rutina y una cama nos dictamina la manera más primitiva de llegar a la noción de habitar.
Un primer capítulo habla de la casa, de aquellos movimientos sutiles que hacen de la casa un lugar posible, el segundo, sale a las calles y regresa, el tercero, se va de fin de semana al campo, el cuarto, le da por investigar los rincones del cuerpo y lo que nos viste, el quinto, heterogéneo, diverso, se da en deambular y reflexionar sobre su misma entrega, el último, a manera de colofón o apéndice, se va por otras geografías de la palabra para reafirmar el movimiento.
El libro es pródigo en versos de una elevación poética reveladora;
La mano Es la prolongación de la boca Que acaba de decir un verso
La poesía, entonces, de Mónica, sirve para descubrirnos pegados con los ojos a una vitrina, y en esa medida logra la transformación.
Pizarnik, solía decir que no hay otra manera de concebir un poema que no sea a partir de la arquitectura y, en el poemario de Mónica, se resume ese tratado prodigioso, el poema es una luz puesta sobre las cosas, hace posible el deambular del hecho poético entre las cosas, reafirma, nos presenta la realidad y la organiza, Mónica construye una obra repleta de ventanas para mirar el alba.
Pero la poeta está circunscrita a los días atiborrados de la ciudad, es una mujer que no escapa de su realidad sino que la reflexiona, no obstante, en uno de sus poemas es capaz de ver otra flora.
Los edificios son el único paisaje Abundante y espeso.
Leer “Cinco movimientos en espacio”, más allá de su propuesta plástica que sólo es posible en las presentaciones del libro, es enfrentarse a una criatura que sufre de vértigo, de algo que encandelilla, de un algo que busca definirse, que busca palpar, porque "sólo —dice la autora—, tiene movimiento / aquello que se toca".