Cuando sus padres deciden cruzar ilegalmente la frontera mexicana en busca del sueño americano, Reyna y sus hermanos se ven forzados a vivir con su abuela, mientras esperan que sus padres regresen para comenzar una vida junto a ellos. Pero las cosas no salen como lo planearon, y Reyna debe preparar su propia travesía hacia el otro lado, para vivir con el hombre que ha cautivado su imaginación durante años: su padre ausente.Gracias a la editorial por el ejemplar.
La distancia entre nosotros es una historia divertida y desgarradora al mismo tiempo: nos demuestra cómo es la experiencia de ser inmigrante y retrata a la perfección los desafíos y dificultades que Reyna y sus hermanos tuvieron que enfrentar para asimilar una nueva cultura, un nuevo idioma y una vida familiar en el otro lado.
Reyna es una own voice. En La Distancia entre Nosotros habla de lo que vivió, y es su autobiografía. No habla de lxs peques mexicanxs que cruzan la frontera como una estadística, un número, un estado de legalidad o ilegalidad: habla de seres humanos que sufren y lloran y a los que les duele, y que perfectamente podríamos haber sido nosotrxs, si nos tocaba una suerte diferente. La narración es cruda, sentida y cruel, y te genera muchísimas sensaciones: ternura, dolor, asco, bronca, no mucha felicidad y, en ciertos momentos, incredulidad. No entendés cómo lo que estás leyendo es algo que pasa de verdad, cómo lxs padres de unxs peques tienen que abandonarlxs para irse a otro país y poder ganarse unos pesos... pero después abrís un diario o prendés la tele y te das cuenta de que ni el cerebro más creativo de la historia podría haber inventado tal realidad alterativa.
Y sabe perfectamente por qué es tan necesaria su own voice. Cuando era chica leía libros que sólo tenían niñxs/adolescentes estadounidenses y de clase media, o libros sobre inmigrantes mexicanxs adultxs: ella no estaba, su historia no existía, su existencia no importaba.
Reyna no tiene miedo ni vergüenza de narrar aquello que narra: le sale del corazón, de las entrañas, busca que la persona que está leyendo pueda comprender, más allá de la distancia que la separa de las situaciones por las que pasó la autora, todo lo que ella sintió en ese momento. Habla de su infancia y su adolescencia, y luego de su adultez; habla de los cambios por los que pasó, la relación con una madre a la que sus hijxs le importa poco y un padre que quiere lo mejor para ellxs, pero que no puede dárselos por mucho que lo desee; también su relación con sus hermanos, la posibilidad aterradora de abandonar los estudios para alimentar a la familia, la rebeldía contra las personas que les dieron la vida pero que no supieron o no pudieron darles la atención y el amor que necesitaba; la familia que unx elije y la de sangre, el favoritismo, la dificultad en el aprendizaje, no tener un techo sobre la cabeza, la pobreza y el hambre atroz.
A Reyna no se le cae ningún anillo al momento de escribir por lo que pasó, de contarle a la persona que está leyendo sus páginas lo mucho que le costó salir adelante y convertirse en la persona que es hoy: las cicatrices, físicas e internas, que aún lleva consigo.
Habla también, aunque no tan directamente, del olvido de los lugares. Iguala fue el lugar donde se declaró la independencia de España y donde se creó la bandera de México, así como fue la primera capital del Estado de Guerrero: Reyna deja entrever estos datos a lo largo del libro, y nos deja vía libre para pensar en cómo es que este lugar, tan importante en la historia del país, pasó a ser un lugar donde la pobreza y el hambre arrecian, donde se deja a la voluntad de Dios a miles de personas día a día, donde familias son separadas par que sus integrantes puedan, siquiera, tener una comida al día.
Ella sigue hablando de lo que pasa en su ciudad. Aún después de tanto tiempo, de cambiar radicalmente sus posibilidades y su futuro, vuelve a Iguala cada cierto tiempo y habla: "mis primos que aún viven en Iguala están pasando por una situación más difícil. Además de la pobreza, ahora hay violencia, hay cárteles, hay la ‘guerra contra las drogas’, hay desapariciones como los 43 estudiantes que fueron desaparecidos a diez minutos de donde vive mi familia, hay fosas clandestinas. Me da mucha tristeza porque ya había suficiente tristeza en Iguala, y ahora la vida es más triste y pesada". Cuenta su historia porque necesita sacarlo de adentro, pero también para dar cuenta de que su historia no es la única y que pasan cosas aún peores a medida que pasa el tiempo y que Iguala queda relegada a una ciudad de pobres.
Es muy realista con su situación, la de entonces y la de ahora. Entiende por qué sus padres se tuvieron que ir y por qué irse a Estados Unidos (o cualquier otro país, en el caso de algunxs), era tan crucial: "si el país de uno no da oportunidades de tener una vida digna con oportunidad de prosperar, la gente se va ir. Y cuando se van, dejan atrás a sus familias, a sus hijos. Y el ciclo continúa. Los que se van y los que se quedan—ambos sufren en formas diferentes". Es, quizás, la descripción de muchos países de nuestra zona, por qué muchxs de nosotrxs estamos pensando seriamente qué hacer de nuestro futuro: ¿podré trabajar de algo que me permita tener un techo sobre mi cabeza, las comidas al día que debo tener, que no me haga querer morirme apenas pongo un pie en la calle? ¿Podré darle de comer a mis hijxs, si es que tengo? ¿Qué pasará con mis padres, mi hermanx, mi familia? Habla desde el conocimiento, y no desde una simple opinión de "no me gusta mi país, me voy a cualquier lado": Reyna amaba --ama-- su país, su tierra, sus raíces... pero ese lugar le llenaba el corazón y no la panza. Y el ser humano no puede vivir de amor.
(¡Bonus!): Reyna dice, en una de sus entrevistas, algo que creo puede llegarles más que lo que una lectora a la que quizás llegaron de casualidad puede decir. A pesar de todas las reseñas que puedan leer/escuchar de un libro, creo que las palabras de quien lo escribió son las más sinceras que puede haber sobre éste, aún si después les gusta o no.
"(...) mi libro explora temas más allá de la inmigración. Habla del abuso doméstico, abuso de los niños, el alcoholismo, el divorcio, familias rotas, de pérdidas y sacrificios. Habla de superación, de sueños para el futuro, de esperanza, de no dejarse vencer, el triunfo que se puede obtener con esfuerzo, trabajo, y un poco de suerte y ayuda. Estos son temas que muchas familias tienen en común en ambos lados de la frontera".