Revista Coaching

Cinco reflexiones tras mi último curso de formación

Por Jeroensangers @JeroenSangers
Cinco reflexiones tras mi último curso de formación

Los pasados 26 y 27 de noviembre tuve la oportunidad de facilitar el tercer curso abierto de formación GTD® oficial en Madrid, de la cual ya se han celebrado tres ediciones en 2018, y hay prevista una nueva convocatoria a finales de enero.

Las solicitudes de inscripción continúan llegando, señal de que cada vez son más las personas que buscan soluciones sostenibles y que funcionen para mejorar su efectividad, organizarse mejor y reducir el estrés.

Para mí, estos cursos abiertos son especialmente enriquecedores y suponen un doble reto.

El primero es el de contar con participantes de perfiles diversos: personas que provienen de la gran empresa y de la PYME, autónomos, empresarios, directivos,... Combinar en aula sus experiencias y particularidades es un desafío muy motivador.

Otro reto significativo es contar con participantes que no han tomado contacto aún con GTD® junto a personas que ya lo conocen. Una diversidad que enriquece aún más la experiencia en el aula.

Aprovechando esta experiencia, me gustaría compartir contigo algunas reflexiones que me encuentro repetidamente en las formaciones que facilito para la mejora de la efectividad personal con GTD®. Ahí van.

1. La mente y el trabajo del conocimiento

Como trabajadores del conocimiento, las personas deben aprender cómo funciona la principal herramienta con la que trabajan en su día a día: su propia mente.

Muchas personas dedican recursos en aprender cómo utilizar herramientas tecnológicas pero dedican muy poco a conocer cómo relacionarse con su entorno de manera efectiva: por qué nos comportamos como nos comportamos y qué podemos hacer si queremos cambiar algo.

Entender cómo funciona nuestra mente es, en mi experiencia, fundamental para abordar con éxito la mejora de la efectividad personal.

2. La paciencia es clave

Los cambios que merece la pena conseguir llevan su tiempo.

Muchas personas pretenden encontrar, lógicamente sin éxito, la pastilla mágica que les permita organizarse mejor y dejar atrás el estrés, sin hacer el menor esfuerzo.

Es absurdo que pretendas dejar atrás, en pocos días, hábitos nada efectivos que llevas haciendo durante años.

Sin embargo, sí puedes interesarte por aprender qué puedes hacer y comenzar, poco a poco, a introducir pequeñas acciones para cambiar tus hábitos.

Tienes que empezar a ocuparte de lo que puedes hacer para mejorar. Afortunadamente, ya sabemos qué hay que hacer y cómo hacerlo.

3. Primero los hábitos, la tecnología después

Ninguna herramienta va a hacer por ti el trabajo que debes hacer tú para mejorar tu efectividad.

En mi experiencia, poner el foco en encontrar alguna herramienta tecnológica antes de entender y desarrollar los hábitos necesarios es garantía de fracaso.

La efectividad en el trabajo del conocimiento es cuestión de hábitos: pensar y decidir, organizarte mejor, trabajar con enfoque, gestionar las interrupciones de manera proactiva,... Todos estos hábitos los tienes que desarrollar tú, ninguna herramienta lo hará por ti.

4. Revisar, revisar y revisar

Si quieres un sistema de organización fiable, debes revisarlo regularmente.

En un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, pretender que tu sistema se mantenga completo, actualizado y útil sin dedicarle atención regularmente es inviable.

Por eso, te guste o no, tendrás que invertir tiempo de calidad en reflexionar sobre tus compromisos y revisar tu sistema. Hacerlo de manera regular es la manera de que todo encaje.

5. ¿Qué está en tu zona de influencia?

Ningún sistema de organización personal va a cambiar tu entorno.

Vas a seguir teniendo interrupciones, tendrás que atender situaciones urgentes (aunque realmente no lo sean), el trabajo seguirá llegando en cantidades superiores a las que puedes darle respuesta, las prioridades cambiarán a menudo,....

Todos esos factores externos, y que tanto interfieren en tu día a día, seguirán estando ahí. En parte porque forman parte de la naturaleza del trabajo de conocimiento.

La buena noticia es que hay muchas cosas que sí puedes aprender a hacer de manera diferente y que, además, están dentro de tu zona de influencia.

Como comentaba una persona al finalizar el último curso: "Hay esperanza y depende de mi" 😉

En resumen...

Mejorar tu efectividad es un camino sencillo aunque no inmediato. Saber qué hacer, por qué, para qué y cómo hacerlo es clave para avanzar con paso firme.

Conocer cómo funciona y reacciona tu mente frente a las situaciones de tu día a día te ayudará a comprender por qué haces lo que haces. Algo fundamental para comenzar a cambiar y mejorar.

Espero que las reflexiones de este post te hayan sido útiles y te animo a que, si te apetece, reflexiones también sobre ellas y lo compartas en los comentarios. ¡Te espero!


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