Cincodays Bonus…por César del Campo de Acuña
Maldito spam
Queridos lectores, vengo de un tiempo en el que existían las interesantísimas listas de correos, en el que la acción de abrir el buzón no era un acto rutinario sino una ventana a la emoción y en el que tener una dirección de email te convertía prácticamente en un ser celestial. Eran la segunda mitad de la década de los 90. Hoy todo ha cambiado. El correo electrónico se ha convertido en una llave molesta; en un puente entre dos orillas en la que una consiente que le bombardeen por cruzar al otro lado cuantas veces quiera. Esa es la realidad de la primera gran arma de interactuación con la red hoy en día. Del cielo a las cloacas. De imprescindible a mal necesario. Que tristeza. Eso sí, sigue siendo un arma terriblemente útil para las empresas ya que saben que no hay mejor manera de llegar a millones de clientes potenciales invirtiendo menos. Ya saben a lo que me refiero, al Email Marketing. Pero como todo en esta vida, hay Email Marketing bueno como el como el Email Marketing de mdirector.com e Email Marketing malo que es ese que está empeñado convertir en el camarote de los Hermanos Marx tu buzón de entrada. El Spam, el maldito Spam. Todos los días, a todas horas, nunca deja de llegar y jamás se va. Herbolarios, pastillas, premios, dineros, estafas, curanderos, viajes… la carpeta de spam de cualquier correo parece un bazar sórdido en el que nadie en su sano juicio se aventuraría jamás.
¿Pero cómo llega toda esta morralla salvadora a nuestro correo? Pues cada vez que ustedes se registran en un sitio de esos en los que les prometen que no van a vender sus datos de contacto acaban de abrir la puerta del inframundo ya que lo más probable es que su [email protected] termine junto a otros millones de direcciones en una bolsa vendida al peso a estas oscuras compañías dispuestas a ofrecernos servicios y útiles que nunca hemos solicitado con una periodicidad diaria no sea que nos olvidemos que están ahí para garantizarnos a cualquier hora del día el asesoramiento espiritual de un chamán capaz de ahuyentar espíritus o lanzar maldiciones tras pasar por cuatrocientos millones de pop-ups imposibles de bloquear, darle el pin de nuestras tarjetas de crédito y las escrituras de nuestra casa. Maldito Spam. Porque ya no es el problema de los Virus, trackers y troyanos (que también) como a finales de la última década del siglo pasado (¿se acuerdan de como cundió el pánico con el virus Barrotes o el famoso I Love You?), sino sacarte la pasta del modo que sea. Ya sea por medio de tu ingenuidad, vendiendo todos los datos que puedan recabar de tu persona o directamente suplantándote lo que puede terminar de dos maneras: robo o chantaje.
Pero claro, ese es el malo. Luego están las compañías serias. Las que utilizan legalmente y con buen juicio los datos que les facilitas enviándote correos que realmente si pueden resultar interesantes para tu negocio, tu día a día o negocio. Pero aquí estoy para quejarme del spam, del que me ilusiona (tiene usted 10 mensajes…y yo emocionado pensando que 10 personas se han acordado de mi) y del que llena de basura el equipo con el que torpemente me gano la vida. Nada, nada…igualito que las listas de correos de los 90.
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