Cuando una novela tiene éxito, es normal que la editorial que la ha lanzado y otras apuesten por obras de ese mismo estilo con las que encandilar a los lectores. ¿Cuántas corbatas, esposas y antifaces podemos encontrar hoy día en nuestras librerías? Yo hace tiempo que perdí la cuenta.
Pues bien, junto a ellas hay otro tipo de libros que tratan esa misma obra que ha gozado de tan buena acogida, pero desde un punto de vista... diferente. Son libros oportunistas, eso es algo que no puede negarse, en las que si se ha sabido jugar bien las cartas, prometen al lector más de una carcajada. Tal es el caso de Corpúsculo. Claro que hay otras que no lo logran del todo como Cincuenta sombras de Gregorio, de Rossella Calabrò.
Esta no es una novela, más bien es una disección irónica de la trilogía protagonizada por Anastasia y Grey de la cual ya sabéis mi opinión (y la de mi madre).
El libro se divide en cincuenta brevísimos apartados, que vienen a ser razones por las que elegir a Gregorio en lugar de al personaje masculino de E. L. James. Los pequeños capítulos van desde El ascensor pasando por La cocina hasta llegar a Los e-mails o La habitación roja. No hay elemento de la trilogía que se le escape a la escritora.
Antes de pasar a la enumeración de pros a favor de este otro hombre, la autora confiesa que acabó con las famosas novelas en un suspiro, pero que para ellas más que unos libros eróticos, son unos libros oníricos que le gustaron, a pesar de que dan lugar a un pequeño abecedario de los horrores, como ella misma los califica.
Ahora bien, no sé cuál de los dos, Grey o Gregorio, da más pavor, cada uno en su terreno. Y es que ambos son los extremos de una misma línea. Si el primero era el señor perfecto, el segundo resulta ser todo lo contrario.
Pensaba que iba a encontrarme una parodia realista, dentro de lo posible y teniendo en cuenta que las parodias tienden a ser exagerar, pero no es así. La mayor parte de las páginas, y eso que son pocas, las pasaba entre la incredulidad y la sonrisa, pocas veces me ha arrancado una carcajada.
Las partes que me más me han gustado son aquellas en las que se critica con humor la historia de James. Las que menos, la mayoría, como aquel capítulo sobre los efectos sonoros naturales de Gregorio. Y es que hay fragmentos simpáticos, pero muchos menos de los esperados. A mí lo escatológico no ha logrado hacerme reír, más bien ha hecho que frunza con disgusto la nariz.
Sinceramente, yo no me quedaría ni con Grey ni con Gregorio: ¡hay término medio! ¿Qué opináis vosotros, devoradores?
Agradecimientos Planeta