Cuando hace unos días hice la no-reseña de Carolina se enamora, pensé que era un buen momento para repetir proceso con este libro: leer unas pocas páginas y tener suficiente para darle carpetazo. Sabía de qué iba, sabía cómo eran los personajes y hasta sabía cómo acababa. Con todo eso, tenía claro cuál iba a ser mi opinión. Sin embargo, y no sabéis lo que me cuesta ser sincera, me ha gustado más de lo que querría reconocer, que no es mucho, pero es más de lo que me había llegado a imaginar. Siempre digo lo que pienso en mis reseñas y no puedo hacer una excepción con ésta, por más que me pese tener que darle algún punto.
Argumento: Cuando la estudiante de Literatura Anastasia Steele recibe el encargo de entrevistar al exitoso y joven empresario Christian Grey, queda impresionada al encontrarse ante un hombre atractivo, seductor y también muy intimidante. La inexperta e inocente Ana intenta olvidarle, pero pronto comprende cuánto le desea.
Grey está atormentado por sus propios demonios y le consume la necesidad de controlarlo todo, pero a su vez se ve incapaz de resistirse a la serena belleza de Ana, a su inteligencia y a su espíritu independiente. Debe admitir que la desea, pero bajo ciertas condiciones.
Cuando la pareja por fin inicia una apasionada relación, las peculiares prácticas eróticas de Grey desconciertan a Ana al tiempo que ella descubre los límites de sus propios más oscuros deseos…
Ésta es una reseña de las largas, de las que quiero comentar muchas cosas, así que vayamos al grano. Lo primero que debo decir es que es una novela mala, con todas las letras, y que luego desmenuzaré todo por lo que me lo parece. Pero, sin duda, y aquí explico el enorme éxito de la saga, tiene unas virtudes que le debo reconocer aunque me lleven los demonios.
Para empezar, el ritmo es ágil, con un estilo simple y sencillo, directo y redundante. Supone una lectura rápida que se lee sin problemas a pesar de sus 540 páginas. Narrativamente, el mayor problema que tiene es la repetición de ideas y acciones de los personajes, en especial los tics de la protagonista (muerdo labio, frunzo ceño...). Es una novela “erótica” (a eso iré luego) y tampoco es que necesitase una riqueza literaria propia de los grandes clásicos para lo que va a contar. De esta manera, se ha ganado una inmensidad de seguidoras que, realmente, no eran lectoras. Ha hecho que lean muchas mujeres que antes no cogían nunca un libro, lo que les ha hecho creer que es una maravilla cuando lo que uno encuentra en la novela es lo más tópico del mundo .
Precisamente, también me explico su éxito al aprovechar los tópicos más manidos del género de la romántica: hombre muy atractivo, poderoso/rico, con problemas en su pasado que le han hecho incapaz de amar y ser plenamente feliz. Luego está la protagonista con rasgos poco destacables por lo general, con la que por una cosa u otra es fácil identificarse, que se enamora y que hará lo posible por cerrarle heridas y hacerle cambiar. Cualquiera que lea unas cuantas novelas del género verá que es un patrón que se repite a menudo, marcando los matices las grandes diferencias. La novela no tiene nada de original en el género, nada de nada, pero son un conjunto de tópicos que funcionan a menos que se haga muy mal la cosa. Qué diferente habría sido si los roles estuviesen cambiados, eso sí que habría sido más original. Claro que entonces, muchas menos mujeres se habrían sentido identificadas y seguramente, las ventas no habrían sido tales.
Lo único que innova, hasta cierto punto, es al introducir los componentes de BDSM. Pero, repito, cualquiera que lea libros del género de la romántica adulta (ni siquiera digo la erótica) tendrá escenas similares cuando no, más excitantes que las aquí descritas, algunas tremendamente lights. Un par de juguetitos, manos atadas de vez en cuando y unos cuantos cachetes para poner a tono, nada muy especial, pero suficiente para que a muchas se les dispare el lívido. Sea como sea, en general no me han desagradado, entran dentro de la media y, a pesar de su número alto, no me ha sobrado ninguna especialmente. Es nada más leer el famoso contrato cuando se ven los límites infranqueables que dejan fuera todo lo más heavy de esta práctica. Así que es una lectura que amaga con algo fuerte pero que al ser finalmente tan suave, acaba siendo apta para una gran mayoría que aún así cree estar leyendo el no-va-más.
Para completar los puntos positivos, los mails que se intercambian, en los que Anastasia es más sincera de lo habitual con Christian y él, a su vez, es más abierto y simpático, son de lo mejor del libro. También incluiría la absurdez de la “voz de la conciencia” y la “diosa interior”, debo reconocer que me han hecho gracia a pesar de lo ridículo que me parece el recurso usado.
Pero hasta aquí las cosas por las que me explico el éxito de la novela y el enganche que yo misma he tenido. Aparte de todo eso, me preocupa el éxito de la novela, no por la relación amo/sumisa, que a cada uno le excitará lo que sea, sino por la identificación de Christian Grey como prototipo de hombre ideal, cuando es un controlador celoso hasta límites intolerables. Una cosa es dar unos cachetes para excitar a la chica en el acto sexual, otra es que la quiera azotar por poner los ojos en blanco. Una cosa es que quiera que esté sana y otra que la presiona para que coma cuando él lo ve oportuno. Y si se quiere ir ella unos días con su madre, sobrepasa el nivel de acoso que vuele 5000 km y averigüe dónde vive la señora. Por mucha ficción que sea, un hombre así habría que tenerlo lejos, muy lejos. Es tiránico, de humor cambiante, un déspota, machista, cruel, un capullo... Podría ponerle más adjetivos pero ya captaréis la idea.
Claro que la contraparte, Ana, es una pánfila de nula autoestima que se deja hacer, que le sigue la corriente, inocente hasta el extremo que confía en hacerle cambiar, pues está tan enamorada que no se puede alejar de él. Esta idea que intenta ser romántica, en realidad es peligrosa pues en la vida real, esa forma de ser de Grey es el paso previo a la violencia machista justificada por una pareja que aceptará lo que sea con tal de que se quede con ella, siguiendo la utopía de que él cambie. Una relación en que ella tiene miedo de la reacción que pueda tener él cada vez que le va a decir algo que puede no gustarle no es sana, por muy buenos momentos que haya entre ellos (que los hay) y por muy placentero que sea el sexo.
Pero quizás, lo que peor me ha parecido de todo el libro ha sido el final (a pesar de conocerlo de antemano), al que no le he encontrado ningún sentido, sobre todo por la incongruencia que muestra la protagonista en su forma de actuar. De la actitud de él mejor no digo nada... Supongo que iba tocando acabar y algo “apoteósico” debía pasar para intrigar a los lectores a ir por el siguiente. Además, que en más de 500 páginas apenas sepamos nada de Grey y la mayoría se tenga que conocer en el segundo libro (según me he informado) me parece que es una planificación para estirar el chicle, pues en todo lo que dura éste había páginas de sobra.
La cuestión es que, marketing aparte, el éxito de la trilogía es indiscutible y es triste habiendo obras muchísimo mejores en el género. Me he leído el primero, que lo gané en un sorteo, y con eso va a ser suficiente, me voy a ahorrar los otros dos que, por lo que sé, van cuesta abajo, sobre todo el último. Es cierto que engancha, pero lo hace gracias a su simplicidad y a un personaje masculino que de misterioso y magnético, va pasando a machista controlador cuanto más se le conoce.
Al igual que con la saga Crepúsculo, de la que Cincuenta sombras nació como fanfic (y se nota en una buena cantidad de detalles), si esta mala trilogía hace que nuevas lectoras prueben el género de la romántica adulta o la erótica con autoras como J.R. Ward, Sherrilyn Kenyon, Noelia Amarillo… bien estará. Por lo demás, lo mejor es estar apartada de historias que esconden valores tan negativos como el machismo, la sumisión (no en el aspecto sexual), los celos o el control absoluto.Cincuenta sombras de Grey ha sido una lectura ligera, con incluso algunos momentos bonitos y escenas de cama que no están mal. Sin embargo, el protagonista y su forma de ser destroza todo lo que podría tener de bueno una historia que, aunque manida, tópica y previsible, tenía sus posibilidades.