Él, joven, guapo y rico. Qué digo: jovencísimo, guapísimo y riquísimo. Nadie diría que estas cosas pueden ser compatibles al ver las caras que salen en la famosa lista Forbes pero, qué demonios, esto es Hollywood. Se le ve seguro de sí mismo. No acepta un no por respuesta. Un dominador. Un ganador nato.
Ella, joven y guapa también, pero de clase media y con un exagerado look de mojigata virginal. Me extraña que no le hayan puesto gafas. O aparato dental, a lo “Betty la fea”. El flequillito de niña buena sí que lo lleva, y la camisa de flores estampadas en plan abuelilla también. Qué gran caracterización. No sé por qué, algo me dice que al final de la peli será una femme fatale en toda regla. Apuesto a que la mosquita muerta no tiene ni un gramo de celulitis. La envidia me corroe.
De forma (in)esperada, surge una atracción incontrolable entre ambos. Pero ojo, él, misterioso y oscuro, tiene un secreto: una habitación roja en la que da rienda suelta a todas sus fantasías sexuales. Nada que ver con la maletita que trae la chica del tupper-sex a las despedidas de soltera. Esto es puro lujo. Eso sí que son aparatos. Con látigo y todo. Menos mal que no le pusieron brackets a la chica, lo mismo se le enganchaban. A parte de eso, entre folleteo y folleteo, entre azote y azote, seguro que hay alguna trama pero vamos, creo que lo esencial se va a desarrollar en la famosa habitación roja.
No puedo decir nada más de la película porque sólo he visto el tráiler. Tampoco he leído el libro. Pero me lo imagino. Hombre rico y guapo seduce a joven “no rica” e insegura y la transforma en toda una mujer. Muy original. Eso sí, todo adornado con una retaila de escenas de sexo, que si no la gente no paga por ir al cine. Muy astuto. En resumen, la versión medio-porno del concepto Pretty Woman. Y es que en el fondo, lo que gusta no cambia, y el cine lo sabe. Será un taquillazo, seguro.