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En 1929, John Gilbert, una de las más grandes estrellas del cine mudo, comparable sólo a Rodolfo Valentino en cuanto a fama y recaudación de sus películas, estrenaba su primera película sonora, His Glorious Nights, donde volvía al papel de galán que tanto éxito le había reportado. Los especialistas de aquella época no tenían constancia de que el paso del mudo al sonoro fuera a suponer ningún problema para un actor de la presencia y talla de Gilbert. Sin embargo, lo que en principio era una película de aventuras y romances, se convirtió en una comedia, cuando los espectadores de la película no podían reprimir la carcajada al ver en una escena “de balcón” al actor repetir ampulosamente una y otra vez “Te quiero, te quiero, te quiero” a su compañera en la película. La escena es genialmente parodiada en Cantando bajo la lluvia, que se puede ver en la escena que acompaña el post.
John Gilbert no era mal actor. Fue una de las grandes estrellas del cine mudo, de la llamada era de plata del cine. Su carrera declinó en parte por alguna desafortunada injerencia de sus vida privada en ella y también por la aparición del sonido en el cine. El lenguaje, la manera de interpretar, menos dada a la exageración necesaria para el cine mudo, no supo ser digerida en un principio por Gilbert. Y no fue el único. Decenas de actores y actrices, e incluso directores de Hollywood dejaron de tener presencia en el cine. No supieron entender la transformación que suponía.
Viene esta anécdota al caso, porque la he recordado al comprobar lo que se ha puesto de moda en el Patio de Twitter los resbalones de determinada gente a la que podríamos calificar de “famosa” por una u otra razón en el mundo “exterior”. Parece que hay todo un patio de butacas expectante para sumar a cualquier nombre un “facts” y convertirlo en una etiqueta que suba como la espuma en la supuesta clasificación de términos más nombrados en Twitter, los Trending Topics. En la mayoría de los casos, desconocedores de los esquemas, posibilidades y normas no escritas del medio en el que se encuentran, al igual que Gilbert, se dejan llevar y terminan por caer en las carcajadas, hirientes ironías o ataques punzantes, según los casos, del resto de respetable que, al igual que el público de la película, no tiene la misma perspectiva que el creador del infortunado tuit. El Cine mudo ha pasado a la historia, el cine sonoro ha llegado.
¿Cual es el “sonido” de las Redes Sociales? ¿Cual es el factor que hace cambiar la estructura de la comunicación? En primer lugar, y el más importante, que se trata de un canal de dos vías, no sólo un medio donde expresar lo que quieras, sino también donde se puede responder de la misma manera, y con la misma importancia comunicativa. No es un concierto, no es una rueda de prensa, no es un álbum fotográfico. Seducidos por un número aparentemente mágico, el del “Followers”, confunden la definición directa del término, “seguidores”, con los seguidores del exterior a los que están acostumbrados. Y El Patio no funciona exactamente así. Los vecinos que lo componen suelen responder. Y quien entra tiene que estar dispuesto al diálogo, al menos en parte. De esa confusión, de creer que se está en “petit comité”, o en una simple reunión de fans, viene mucha parte de la culpa.
Por otro lado, estar en Twitter no evita la idiosincrasia propia de cada uno o de los grupos a los que se pertenece. Si en un campo de fútbol, rodeado de decenas de miles de personas, las hay que son capaces de decir cualquier barbaridad y en cierto modo están dispuestas a decirlas, hay cierto sector del Patio propenso a ello. Han nacido los “Twitterazzi”, vecinos al acecho del resbalón o el descuido del famoso, convencidos de la popularidad de descubrirlo el primero. Y somos latinos, no lo olvidemos. Si vemos sangre, acudimos a ver el espectáculo. Y que mejor espectáculo que ver al que pensamos por encima de nosotros en popularidad, dinero o conocimientos enfangado en un problema por haberse ido de la tecla.
Y existe un tercer factor. Los medios de comunicación. Han encontrado en Twitter el perfecto “baúl de recortes” para entrar y tener presencia en ese mismo medio. Es el gobierno de la anécdota y de “videos de primera” modo batacazo ON, de manera gartuita y prácticamente sin esfuerzo. ¿Para que investigar más a fondo la máquina de compartir ideas y conocimiento que es El Patio del Pájaro Azul si puedes tener a Bisbal o a Esperanza Aguirre resbalando en el hielo que supone un tuit? Así todo se convierte en un círculo vicioso en el que los medios nombran a Twitter mayoritariamente para este tipo de “escenas de John Gilbert”, y a la ves Twitter se haca eco de que los medios lo nombran, como si eso fuera tomar carta de una cierta “importancia”.
Pero volviendo al cine, el cine sonoro trajo mucho más que el sonido. No se trataba sólo de que las estrellas existentes hablaran. Los que no comprendieron aquello, los que no supieron aceptarlo, desparecieron. Las Redes Sociales han llegado para quedarse. Se podrán llamar Twitter, Facebook o de cualquier otra manera. Evolucionaran y probablemente se estancaran y cambiaran su funcionamiento después de un estallido inicial. Pero ahora, el cliente no sólo tiene la razón, sino también una Red Social para expresarla. Más tarde o más temprano, hay gente que no sólo podrá actuar o mantener una imagen pública a base de canciones, escenas o posters en las paredes. tendrá que aprender a hablar. Como John Gilbert.
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