¿Cuál es la función del crítico cinematográfico en el mundo actual? Es evidente que han perdido buena parte de su influencia, si es que, en realidad, alguna vez la tuvieron, pero todavía se trata de un oficio necesario, porque los amantes del cine necesitamos a gente con buen criterio que sea capaz de separar el trigo de la paja, que nos oriente en el laberinto que suponen los estrenos que se suceden semana a semana (por suerte, infinitamente menos enrevesado que el laberinto literario). Ya muchos somos los que acudimos directamente a webs como Filmaffinity para contrastar lo que opinan los espectadores de a pie acerca de una película. Pero yo personalmente procuro complementar tales discursos con los más trabajados que nacen de la pluma de los críticos profesionales. Suelo leer mes a mes la revista Dirigido, que me parece la más solvente entre la amplia oferta que ofrece el mercado y escuchar en lo posible a algún crítico en la radio. Lo fascinante viene cuando la película es comentada por una estrella del universo literario, como Guillermo Cabrera Infante.
Lo primero que cabe decir de Cine o sardina es que se trata de un volumen bastante irregular. Artículos de indudable interés se mezclan con otros en los que hay mucha más erudición que un discurso verdaderamente atractivo, como cuando cuenta las andanzas de personajes cubanos e hispanoamericanos en el siempre exigente mundo de Hollywood. Lo que sí que está presente en todos los escritos es la intensa pasión y amor que Cabrera Infante siente por el séptimo arte: desde niño el cine ha sido para él un objeto de placer y fascinación, una ventana por la que asomarse a un mundo que sería inaccesible de cualquier otra manera (incluso a la literatura le falta a veces la fuerza de las imágenes que solo es capaz de ofrecer una buena película) y ser testigos de formas de vida antagónicas con la nuestra, pero con las que somos capaces de identificarnos. Todo se resume en una frase que me ha gustado mucho:
"Como sabemos, la visión del cine está en los ojos del que mira."
Y también nos habla de la íntima relación del espectador con las imágenes, de la apelación que realizan éstas a nuestros sentimientos más primitivos:
"La cámara (y la pantalla de televisión también) es una rape machine: la máquina de violar imágenes."
Como corresponde a un alguien que siempre escribe con un reconocible estilo literario, las crónicas cinematográficas de Caín están repletas de juegos de palabras y estimables giros lingüísticos que las hacen casi siempre más atractivas y a veces un poco menos ligeras de lo que deberían ser. Cabrera Infante no le hace ascos a ningún género, ningunea un tanto el cine mudo y escarba en el pasado de directores, actores y actrices. Además alaba el vídeo doméstico como una bendición para cualquier amante del cine (¿qué hubiera opinado hoy del blue ray?). Cine o sardina es una lectura apta para cualquier amante del cine o de la literatura, que quiera profundizar en la vinculación profunda que siempre ha existido entre ambas artes.