Revista Cómics

Cineclub Marvel: Big Hero 6

Publicado el 29 diciembre 2014 por Celesj

01Disney es otro cuento, desde la irrupción de John Lasseter en 2006 y la consiguiente convergencia de los estudios del flexo y el ratón. O más bien dos nuevos cuentos, alternando sus renovadas princesas con otras cintas más abiertas al público infantil masculino, desde Bolt y ¡Rompe Ralph!. Parecía obligado, a raíz de la compra de Marvel en 2010, que dicha segunda línea llevara más pronto que tarde a La Casa de las Ideas, y ciertamente se han dado prisa, si contamos los tres años y medio de producción de Big Hero 6, y más cuando cada película suele precisar habitualmente de unos cinco. Pero en realidad no es un camino tan obvio, si no que tendríamos que remontarnos tan lejos como 1941, hasta el serial de Superman de Max Fleischer, para encontrar ninguna otra adaptación animada superheroica en la gran pantalla, aún siendo la tradicional competidora animada de Disney, Warner Bros, dueña de DC Cómics desde hace casi medio siglo.

El verdadero rival no es Batman sino nuevos personajes post-icónicos como Gru o Megamind, siguiendo la estela de Los Increíbles de la propia Pixar. Aunque la comparación, más allá del liderazgo de Lasseter, sea tan inevitable como imposible, por jugar esta Disney en una liga necesariamente más amplia que aquella Pixar. Tampoco convenía competir con su propio Universo Cinemático Marvel, ni específicamente con el Universo Animado Marvel del Canal Disney, ni perjudicarlos si el experimento no funcionaba. Eso explica la elección de unos personajes sin ninguna base de aficionados, a la vez que también Marvel se arriesgaba con Guardianes de la Galaxia, rentabilizando el mismísimo fondo de su catálogo y ajustándolo más libremente a sus necesidades. En el fondo, Lasseter lleva al extremo la estrategia de “camuflaje” de Avi Arad con Blade hace dieciséis años, renunciando inauditamente a explotar ninguna sinergia en el papel, dedicándoles un manga a sus personajes en Japón antes que recuperarlos para el Universo Marvel; y emancipándose incluso de Marvel Studios, por primera vez desde su fundación en 1996, similarmente a los Aviones que también le ha prestado este año Pixar al equipo creativo y la expansiva marca de Disney.

Aun cediendo el control creativo, la “vía Disney” no implica el salto al vacío de las antiguas adaptaciones externas de Marvel, previas a Marvel Studios. Disney es un referente absoluto en el campo de la animación, a diferencia de los dudosos socios que frecuentaban por entonces el Bullpen, ni el proyecto nació en el despacho de ningún ejecutivo que sumara 2+2 tras comprar Marvel. Su co-director, productor y máximo impulsor, Don Hall (Tarzán, Winnie the Pooh), es un hombre de Disney pero también un verdadero creyente, que concibe la película como una carta de amor a los superhéroes que transpira cada fotograma, y comparte créditos con Chris Williams, compañeros desde sus comienzos en las mesas de storyboarding de Disney, que ya hizo exactamente lo mismo con los videojuegos en ¡Rompe Ralph!. Ambos consideran casi parte del equipo a Joe Quesada y Jeph Loeb, que asistieron por parte de Marvel a todo el trabajo creativo, desde encajar la historia hasta los sucesivos visionados, aunque con voz pero no voto. También hablaron con los creadores de Big Hero 6, Steven T. Seagle y Duncan Rouleau, aunque en una fase posterior en la que el proyecto estaba ya mejor formado, y llamativamente, los créditos de la película reconocen a todos los autores involucrados en la breve historia editorial de los personajes y no sólo a sus creadores, agradeciendo en general el apoyo y la paciencia de Marvel con un proceso mucho más complejo que dar forma a un cómic.

03
La adaptación –“inspiración”, según los créditos- es absolutamente libre, conservando las características básicas del sexteto mucho más de lo esperado pero adaptándolas a su nuevo mundo. Visualmente, apenas reconoceríamos del cómic al protagonista, Hiro, y sorprendentemente a Go-go-Tomago, mientras que el resto son rediseñados a partir de su tercera alineación por Chris Claremont en la miniserie de 2008, excluyendo cualquier referencia a los originales Samurai de Plata y Fuego Solar, ni sus derivados el Samurai de Ébano y Pira Solar de su segunda encarnación por Scott Lobdell, presumiblemente para no solaparse con la franquicia mutante; derechos aparte, por mantener autocontenido el universo de la película. Ha sido sin embargo el propio Steven T. Seagle, a la sazón co-creador también de Ben Ten, quien ha avalado la relectura de Disney como la versión que más se ha acercado a su visión original de unos personajes frescos y divertidos, como contraste a las conspiraciones gubernamentales que atenazaban entonces su etapa en Alpha Flight. Destacar no obstante algunos elementos sorprendentemente oscuros bajo su brillante superficie de ciencia ficción superheroica, no tanto por lo explícito de los dramas familiares, siempre presentes en la mitología de Disney, como por atreverse a abordar de cara la depresión resultante, siendo su proceso de recuperación el verdadero centro de la película.

BIG HERO 6
Ése núcleo emocional se encarna principalmente en Baymax, trascendiendo a través de su relación con Hiro su condición aparente de mascota cómica, llegando a titular individualmente la película en Japón, posiblemente el país más apasionado por la robótica. El guardaespaldas robot, de aspecto inicialmente reptilesco del cómic, se reconvierte en unidad médica, y ya no es construido por Hiro sino por su hermano Tadashi, pero cumple la misma función de reemplazo familiar. Ya en la segunda miniserie con Claremont, el rediseño de David Nakayama sustituyó el homenaje a Godzilla por los robots mechas, que aquí se amplía a los samurais en su evolución intermedia (y de paso a la construcción de Iron Man), pero el gran hallazgo de la cinta es su “diseño achuchable y simpático”, y sobre todo su personalidad. La clave para humanizar la tecnología, y todo un reto para los iluminadores, fue su cuerpo de vinilo inflable, que se encontraron por casualidad en un brazo robótico durante sus visitas previas a varios laboratorios y universidades. Su gestualidad se basa en las crías de pingüino, por sus similares largos torsos y patas diminutas, no compensando su equilibrio con las extremidades superiores al andar. Un diseño minimalista que contrasta con la colorida y recargada tecnología de los demás personajes, y que además implica directamente al espectador al tener que proyectar sus propios sentimientos para interpretar su expresividad. La prueba de su éxito es que la misma personalidad persiste incluso bajo la armadura cuando Hiro lo transforma en un superhéroe: menos es más.

BIG HERO 6
Las verdaderas mascotas son más bien los restantes cuatro integrantes de Big Hero 6, sin pretender en ningún momento pasar de comparsas ni desarrollar su personalidad más allá del respectivo tópico. Pero al menos celebran valores inusuales como la ciencia y nuestra pasión por los cómics y los superhéroes, cumplen su función de apoyo del viaje de Hiro, dotan al equipo de una gran agilidad y se hacen querer al instante, amén de multiplicar el merchadising. Sin olvidar al profesor Callahan, el empresario Allistaire Crey, la tía Cash y sobre todo Tadashi, definidos todos ellos en función de sus respectivos roles paternos hacia Hiro, en definitiva, el único protagonista. El retrato de todos los personajes se desdibuja en comparación, porque sólo son satélites, incluso Baymax, no profundizándose igualmente en cómo le influye Hiro a él.

El “séptimo héroe” es la propia ciudad de San Fransokyo, una fascinante recreación de Tokio superpuesta sobre San Francisco, que lejos de transmitir las tensiones sociales o migratorias de otras megalópolis fantásticas orientalizadas al estilo de Los Angeles en Blade Runner o la Nueva York de El Quinto Elemento, presenta un nuevo mundo en que no es relevante si estamos en el futuro o Japón ganó la Segunda Guerra Mundial, porque la distinción entre Oriente y Occidente carece de sentido. Pero sí lo tiene para el espectador, eligiendo la bahía californiana por tener una geografía urbana muy reconocible bajo la capa nipona, transformando sus elementos más icónicos como el Golden Gate, las cuestas del tranvía y las Casa Vitorianas, para maximizar el contraste con el Japón original del cómic.

BIG HERO 6
Una ciudad viva, gracias a dos nuevas herramientas de software de renderizado y simulación de masas desarrolladas por Disney para la película, Hyperion y Denizen, cuya eficiencia resultó clave para el nivel de detalle y la acelarada producción de la película. Ojo a la iluminación, el fondo de campo de las escenas aéreas y el nivel de detalle en la acción; y a los habitantes anónimos de la ciudad, pulverizando el récord de personajes únicos en una película de animación de los 80 de Enredados, 185 en ¡Rompe Ralph! y 270 de Frozen, hasta nada menos que 683, contando los protagonistas y hasta 200 cameos del equipo de la película. Una riqueza fundamental para transmitir la multiculturalidad del entorno, que se deja notar igualmente en el cuidado de los escenarios y la decoración y los infinitos huevos de pascua, marcando siempre Disney la diferencia (y el presupuesto) en los pequeños detalles.

Pero San Fransokyo es mucho más que un exótico telón de fondo: define la independencia de la adaptación frente al original, rompiendo deliberadamente con la tradición marveliana de anclar sus historias al mundo real, pero acertando a no traicionar a sus personajes en el traslado, extrapolando su origen amerimanga a un nuevo mundo para diluir la impronta de Marvel en un homenaje globalizado al cómic, el manga y el anime, Disney, Pixar y Ghibli. La película de animación total. Pero por mucho que los lectores los hayamos olvidado, Big Hero 6 no es Blade, ni Disney (propietaria de Marvel) es comparable con aquella New Line (propiedad a su vez de Warner), ni el espectador de 2014 es el de 1998; mientras Blade trataba de eludir su origen superheroico, éste es el verdadero sentido de Big Hero 6. No es casual que Baymax e incluso el minúsculo Megabot aterricen triunfalmente como Iron Man, [spoiler: o imite en su giro al lado oscuro a Iron Monger]; que la máscara del villano se retire exactamente como el vengador dorado; ni homenajes directos al cómic, aunque tan recónditos como las figuritas y los propios cómics de la habitación de Fred [sp: ¿de verdad es ése Black Talon?]. Don Hall nos ha retado a ver la película cinco veces para cazar todos los guiños, [sp: y a la espera de quemar el botón de pausa del Blu-Ray, aventuro un par: el encuadre de la mítica portada de Secret Wars #4 cuando Baymax protege a sus compañeros del primer ataque en Alcatraz, y una probable referencia al emblema del Caballero Negro en el logotipo del Proyecto “Gorrión Silencioso”]. Por si queda alguna duda, nos reservan una escena post-créditos sólo para nosotros, a sabiendas de que el público Disney ya ha abandonado la sala, en la que los propios personajes reconocen cuánto echan de menos a su familia, [sp: que pasa tanto tiempo en su propia isla, personificada en un glorioso cameo de Stan Lee].

08
Firma por último la banda sonora Henry Jackman, que ya había compuesto el acompañamiento de ¡Rompe Ralph! para Disney y los de X-Men: Primera Generación y Capitán América: El Soldado de Invierno para Marvel, confirmando la naturaleza híbrida del proyecto y alineándose junto a Bolt y su propia ¡Rompe Ralph! al prescindir de los habituales números musicales marca de la casa, siguiendo el modelo de Pixar. Una partitura estrictamente funcional, que se mantiene en un segundo plano, más allá del homenaje puntual a Rocky durante el entrenamiento con “The Eye of the Tiger” o la pegadiza “Inmortals” de Fall Out Boy durante los créditos (Sweet California en castellano), ni sorprendentemente abunda en la ambientación japonesa. Eficaz pero mecánica.

Una película en definitiva agradecidamente fresca y cercana a sus personajes, que no se arriesga más allá de la seguridad de las arquetípicas historias de origen de Marvel y auto-superación de Disney, pero que nos desarma por la sorprendente naturalidad de la mezcla, jugando a fondo la baza de la influencia japonesa. Dando por descontada su altura técnica, casi parece empeñarse en parecer menor de lo que es, sin que sepamos aún si se trata de un proyecto aislado o como Blade, el primer paso de una estrategia mayor, aún descartando sus artífices por el momento ningún futuro cruce animado del sexteto con otros personajes Marvel, pero sin poder ocultar la potencialidad de la suma de ambas marcas. Y si lo hacen así de bien, tal vez se hayan ganado el crédito para arriesgarse con mayores iconos, siempre que estemos dispuestos a llevar al cine no sólo a nuestros hijos o sobrinos, sino a nuestro propio niño interior. El mío ya me ha pedido una peli de dibujos de Spiderman…

PRÓXIMAMENTE: VENGADORES. LA ERA DE ULTRÓN

09


Volver a la Portada de Logo Paperblog