"ASESINO EN SERIO" ("ÍDEM", MÉXICO, 2002) DE ANTONIO URRUTIAUna mujer aparece muerta desnuda y de espaldas en su casa, con una gran sonrisa en su cara y para más extrañeza no parece existir causa de muerte, a no ser que sea la sobreexcitación, un mega-orgasmo como dice el pomposo parlanchín Sampedro (Diego Jáuregui), yerno del jefe de peritos forenses Vivanco (Rafael Inclán) que pasa todo el día practicando pasitos de baile sin interesarse ni preocuparse por nada, en cierto momento le suelta al comandante Martínez (Jesús Ochoa, bastante bien) que no se preocupe por dos muertitas en una ciudad de más de veinte millones de habitantes y que como él solo se zafe del problema, anotando que la falta de potasio les causo la muerte, pero pronto nos damos cuenta que Martínez es un policía profesional, decidido y justiciero como solo puede suceder en la ficción en nuestro país, por lo que de plano se obsesiona con el caso al grado de hacer hasta lo imposible por atrapar a un asesino serial que no deja huella ni "daño" a sus víctimas.
Mas que una cinta policiaca está obra de Urrutia y producida nada menos que por Guillermo del Toro coquetea mucho más con el cine negro, con todo y la mala leche de este, policía/detective solitario, una femme fatale, una sociedad que es una escoria en todo sentido, y agregando algunas criticas al sistema judicial del país, pero la investigación si sucede, y se mantiene interesante con un sospechoso antropólogo (Daniel Giménez Cacho casi en cameo pero brillante en esos momentos), un extravagante sacerdote español llamado Gorkisolo (Santiago Segura, bien), y las prostitutas que se han convertido en las víctimas, esto al mismo tiempo que el comandante tiene una relación con la despampanante Yolanda (una sensual y despampanante Ivonne Montero bastante bien) que va mostrando no ser lo que parecía en un inicio, pasando de linda niña inocente a calculadora femme fatale con todo y plan truculento.
Todo esto con un humor picante muy mexicano, con todo y protagonista con problemas de eyaculación precoz, pero con un estilo de historia de los años cincuenta, y una parte final que da un vuelco necesario con ese doble flashback que nos pone de protagonistas a dos personajes más para atar los cabos sueltos, para llegar a ese misántropo final revanchista que funciona muy bien. Una amena cinta de humor negro que se mueve en este mismo género y que regala un interesante misterio al mismo tiempo que juega con esas fantasías que tenemos de las civilizaciones antiguas, que quede claro que no es misógina, y además nos regala un buen taco de ojo y un final que no se ve venir, o quizá si, pero no tan literal.
Calificación: Palomera