Revista Cine
“Caballeros, tengo gente observándolos desde hace mucho tiempo y estoy convencido de que ustedes han estado usando los fondos del Banco para especular. Cuando ustedes ganan, dividen las utilidades entre ustedesmismos, y cuando pierden, se las cargan al Banco... Sin dudas, esta grande y poderosa institución ha estado activamente involucrada en intentos para influir las alecciones de funcionarios públicos mediante el uso de su dinero... Ustedes me dicen que si retiro los depósitos del Banco y cancelo su franquicia, arruinaré a 10 mil familias. Esto puede ser cierto, caballeros, pero ese pecado es de ustedes. En cambio, si les permito continuar (haciendo sus trapacerías), ustedes arruinarán a 50 mil familias, y ese pecado será mío. Ustedes son una guarida de víboras y ladrones. Me propongo borrarlos del mapa, y por la gracia del Dios Eterno eso voy a hacer.” Presidente Andrew Jackson en 1833 sobre el Segundo Banco de Estados Unidos (que era el banco central de su época), que efectivamente condenó a muerte al retirarle los depósitos gubernamentales. Al año siguiente el Senado borró a Jackson. Tenía que ser. Lo ordena la Regla de Oro: quien tiene el oro hace las reglas. Y los que tienen el dinero, hoy y siempre, son los banqueros. Salvo que ahora el dinero ya no es oro, sino meros bits tecleados en computadora por ellos mismos (nada envuelta en aire). Esta historia me recuerda a la frase escrita sobre un muro de París en el 68: “Dios ha muerto”, firma Nietszche. Abajito una mano traviesa escribió este pequeño colofón: “Nietszche ha muerto”, firma Dios. Igual aquí: todos los Jackson del mundo están muertos (o silenciados o desacreditados), mientras los banqueros gozan de cabal salud.