"LA CHICA DE LA AGUJA" ("PIGEN MED NALEN", DINAMARCA - POLONIA - SUECIA -FRANCIA- BELGICA, 2024) DE MAGNUS VON HORNHacia tres cuartos de avanzada la cinta en blanco y negro, sucede la escena crucial del relato, cuando la malaventurada Karoline (Vic Carmen Sonne, muy bien) tiene un arrebato de rebeldía para con su mentora/jefa/protectora Dagmar (Trine Dyrholm, soberbia), y como ya tiene cierto apego a un bebé decide descubrir el misterio que
envuelve a la supuestamente bienhechora mujer protectora de madres y bebes, para esto la sigue cuidando no ser vista, por las calles de esa Copenhague post gran guerra, unas que están llenas de miseria y necesidad, retratadas perfectamente por una producción impecable, que presumen un juego de luz y sombras qué sobresale con esa hermosa y cuidada fotografía en blanco y negro, todo esto al servicio de lo que sucede en pantalla, con Karoline escondida en las esquinas y sombras, pendiente por revelar el misterio que esconde la segura matriarca Dagmar que se caracteriza por hacer y deshacer a voluntad.
Todo esto con una halo de misterio bien logrado por el director que se ha tomado su tiempo para despertar nuestra curiosidad y que hagamos nuestras propias teorías, en mi caso hasta con intercambio de ideas con mi acompañante, y aunque nunca verbalice la que imaginaba más segura si atine, desgraciadamente, algo dentro de mí decía que ya sabía la verdad, que era justo esa que me quería negar a aceptar, y no por ello perdió un ápice de fuerza, las pistas estaban dadas, la solución era evidente, y aún así cuando llega uno se toma el estómago, las tripas se revuelven, el asco nos invade, al igual que la desesperanza qué nos es recordada como tatuaje al saber que todo esto pasó en realidad. Para entonces ya hemos visto a la desgraciada Karoline sobrevivir como puede en esa Dinamarca post guerra.
Siendo desalojada de un lugar feo para irse a vivir a un lugar horrendo, trabajando sin cesar en una fábrica de ropa con agujas quebradizas y un ambiente cabizbajo, esperando a su marido de quien no sabe nada desde hace un año aún cuando la guerra terminó, pero también con algunos momentos luminosos que serán seguidos de otros aun más terribles, desde un amorío que le abre las puertas a un futuro esplendoroso, con todo y encantador patán de por medio (Joachim Fjelstrup), un embarazo deseado que será la llave a su felicidad, pero también la aparición de su pasado como freak cirquero abominable (Besir Zeciri), una matriarca qué derrumba su mundo (Benedikte Hansen, impecable como clasista señora elitista sin corazón), una aguja abortiva, la aparición de una mujer que salva bebes para encontrarles buena familia, una pequeña niña adorable de malas maneras (Ava Knox Martin), un mujeriego machista y seguro (Ari Alexander), muchas drogas y crímenes que son tan horrendos como la sociedad en la que existen.
Si bien es cierto que todo es demasiado miserable y que su última pierde un poco de fuelle, su encanto de cuento de hadas sombrío - como eran los originales - y la misantropía que retrata al ser humano de hace cien años que no se diferencia en nada al de hoy hacen que sea recomendable, sumado por supuesto a las hermosas imágenes en blanco y negro, su atmósfera surrealista y esa banda sonora experimental nos llevan a una pesadilla que ocurrió en la vida real, y muy posiblemente sigue ocurriendo, justo por ello todo ese ambiente onírico pesadillesco termine funcionando, y que tanta miseria sea soportable, porque a final de cuentas es una ventana al alma humana presentada de forma casi surrealista, en un mundo donde las barbaries, la maldad, la pobreza, la ambición y las mentiras son el pan de cada día, justo como en la actualidad.Calificación: Muy Bien
