Cinerama Presents: Basurama…por César del Campo de Acuña
Dirección: David DeCoteau.
País: Estados Unidos.
Año: 1987.
Duración: 72 minutos.
Género: Acción. Terror. Ciencia ficción.
Reparto: Ashlyn Gere, Linnea Quigley, Michael Aranda, Richard L. Hawkins, Ken Abraham y Joi Wilson.
Guión: David DeCoteau y Buford Hauser.
Música: Guy Moon.
Fotografía: Thomas Callaway.
Montaje: Miriam L. Preissel.
Dirección artística: Royce Mathew.
Diseño de producción: Royce Mathew.
Estreno en EEUU: 2 de octubre de 1987.
Estreno en España: Directa a VHS.
Terror en el almacén
Ya les he comentado en más de una ocasión que, debido al férreo control paternal que viví en mi infancia, buena parte de esas películas que se convertían en el hilo de todas las conversaciones en el patio de recreo me las perdí en aquellos impresionables años. Mis clásicos de videoclub eran muy diferentes a los de la mayoría y salvo cuando me quedaba a dormir en casa de un amigo, no tenía acceso posible a según qué films. Todas las cintas de terror vetadas, gran parte de las de acción prohibidas y las comedias de sal gruesa mejor no les hablo. No es de extrañar que me emocionara tanto la primera vez que pude ver Elvira, reina de las tiniebla (1988), La Jungla de Cristal (1989) y Perseguido (1987). El caso es que, como creo que todos, tuve un amigo que le permitían ver todo lo que quisiese; no había nada la suficientemente truculento para espantarle a él o a sus padres y lo bueno de aquello es que luego te contaba lo que había visto con todo lujo de fantasiosos detalles y todo parecía mucho mejor de lo que en el fondo era y una de esas producciones reescritas por su imaginación por los que le escuchábamos atentamente fue Creepozoides, una de las mejores tan mala que es buena de todos los tiempos.
Recuerdo que cuando nos contó la película no había cosa que me diera más miedo que el Xenomorfo de Alien, Freddy Kruegger de Pesadilla en Elm Street y los esqueletos en general y claro a me pinto Creepozoides como una continuación de Alien. Con el miedo metido en el cuerpo, pase las dos últimas horas de clase asustadísimo pensando en aquella criatura de dientes transparentes que excretaba una sustancia negra que convertía a los que la tocaba en agonizantes monstruos. El caso es que con el paso de los años, comencé a aficionarme al cine de bajo presupuesto, a la serie z de videoclub, a las cintas roñosas, a los films que mentían con sus caratulas y claro, como no podía ser de otra forma, Creepozoides, del incombustible (115 trabajos en IMDB, ahí es nada) David DeCoteau terminó cayendo en mis manos con la única referencia de cómo me la contó mi compañero de clase hacia tantos años. Lo primero que pude observar es que la caja no era tan mentirosa como la de la edición norteamericana y parecía advertir a todo el mundo que era un subproducto de bajísimo presupuesto (nada más hay que ver la pistolita que Linnea Quigley sostiene entre sus manos y el aspecto de la criatura en la parte de atrás).
Pero vamos al turrón. La cinta nos sitúa en el lejano año 1998 (un año que para mí lo único que equivale es a nu-metal y a la era Attitude de la WWF). El mundo se ha ido a la porra por una guerra nuclear y todo lo que queda es una civilización en ruinas, mutantes y poco más. Un grupo de desertores del ejército, sorprendidos por la temible lluvia acida (impagable que para la lluvia utilizan planos de otras producciones a lo Ed Wood) se esconden en un almacén (que ellos dicen que es una instalación militar, pero tiene toda la pinta de ser uno de esos guardamuebles que salen en programas como los de ¿Quién da más? Y similares). El caso es que allí mora una criatura terrorífica (algo que el espectador ya sabe, ya que se lo cuentan antes de la torpe introducción a el universo distopico de la película, en una escena fatalmente rodada pero memorable) que los va a ir cazando uno a uno por el mero hecho de que se han colado en su casa y otra cosa no, pero este monstruo no es amigo del movimiento de “okupación” solidario…ese almacén es suyo y de nadie más, pues estaría bueno, hombre.
A partir de semejante premisa (muy original) ya saben que lo único que les espera es una cuesta debajo de impresión. La Quigley enseña sus atributos (clausula en todos su contratos), los personajes son atacados por ratas gigantes que se mueven menos que el pulpo de Bride of the Monster, armas que parecen haber salido de uno de esos súper sets de policía que venden en las tiendas de todo a 1€, un monstruo que debe tener los mismos puntos de articulación que el robot de Supersonic Man y uno de las escenas finales peor rodadas de todos los tiempos (y el que diga que no ¡miente!). Eso sí, Creepozoides es divertida como ella sola y la música de Guy Moon (un tipo que luego ha tenido una carrera bastante potable en la industria del cine y la televisión con temas como los de la serie California Dreams o Estrellas contra la droga) es una auténtica pasada. En general esta película entra dentro de la categoría de tan mala que es divertida y si les gusta el cine de serie z, la cultura de videoclub y nunca han visto el segundo largometraje (aunque el tipo hizo carrera en el porno como director antes y después de Creepozoides) de DeCoteau seguro que les entretendrá e incluso llegaran a preguntarse cómo han podido vivir hasta el momento de ver a la criatura que aparece al final. ¿Joya a redescubrir? Ni de broma, es una cinta de culto y uno de los mejores exponentes del exploitation que se hacía en los años 80.
Curiosidades:
- Se rodó en tan solo doce días y tan solo costó producirla unos 75.000 dólares.
- La secuencia que da comienzo a la película se rodó en el centro de Los Ángeles sin ningún tipo de permiso.
- Se pensó en realizar una secuela pero nunca llegó a realizarse.
- Le preguntaron a Ashlyn Gere si haría un desnudo, pero se negó. Linnea Quigley estuvo de acuerdo en hacer una escena de la ducha desnuda en su lugar de modo que habría una cierta desnudez en la película.
- Ashlyn Gere fue doblada por una especialista maquillada en la escena en la que pelea con Linnea Quigley.
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