Revista Cultura y Ocio
Le prometieron que su vida seríauna delgada línea entre el salir de una vagina y el entrar al fondo de la tierrapero no le advirtieron de la ternura que le produciría un bello rostroo de la codicia que le ocasionarían unos senos.Nunca le advirtieron sobre las lágrimasy mucho menos sobre el roce lento de una caricia sobre su piel confundida.Le prometieron, simplemente, una muerte pronta. Le garantizaron que estaría de pasopero no que se encapricharía con los atardeceres o con el correr del agua en el lecho de un río.No le advirtieron sobre el goce de contemplar una abeja libando una flor,ni de la felicidad de poder tener entre sus manos, precisas para el cadáver, el cuerpecito emplumado de un picaflor.Simplemente se les olvido decirle que todo sería inolvidable.Y eso les bastópara arruinarle la vida.