Círculo Polar Ártico, residencia Noel. Abaquito, el duende contable, repasa todos los paquetes. Cada regalo lleva un nombre y cada nombre un destino. Su semblante es serio, algo le preocupa. Decide comunicárselo al Sr. Santa.
—¿Puedo hablar con usted Padre Noel?
—Claro, entra y siéntate, hijo— La leña chisporrotea.
—Hay demasiado peso, el trineo no volará— vaticina el duende.
— ¿Otra vez Abaquito? Cada año sucede lo mismo. Espera, se me ocurre una idea…— Ni corto ni perezoso, se ajusta su gran cinto y sale al exterior.
El viento hiela y la nieve no cesa, pero pide a su amigo Rudolf que vuele hasta una estrella fugaz y le pida prestada su estela.
Más tarde, Abaquito divisa desde su árbol como se acerca el reno seguido por un haz de luz. Cuando llega Papá Noel la ensambla a la cola del trineo.
—Listo, Abaquito. ¿Alguna cosa más? — Pregunta sonriendo Santa Claus.
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